Una vida sin más

80 19 0
                                    

Vitris se quedó mirando a Keyban esperando que fuera el primer en probar las papas. Lo observaba con la frente levemente arrugada poniendo toda su atención en sus acciones, hasta que dio el primer bocado y luego le siguió.

Sentí algo extraño en el pecho al verlos frente a mí, Keyban con pijama, Vitris con su atuendo juvenil frente a mí comiendo con dedicación ¿era normal que una escena tan común me provocara unas intensas ganas de llorar? El recuerdo de mi madre, quien fue mi única familia siempre estaba en mi mente. Extrañaba sentarme con ella en la mesa y hablar de lo emocionante que había sido el día en la escuela, o solo saber que podía contar con ella en todo momento; sentí que estaba en familia, quizás como tres hermanos que se acababan de reencontrar. No tenía ningún deseo de que el momento terminara, quería que la experiencia se quedara plasmada para siempre en mi corazón y en el de Vitris, quien tampoco había tenido la oportunidad de disfrutar a sus padres. A pesar de su edad, ante mí era un adolescente, incluso su mente era como la de uno. Me resultaba increíble lo que la pérdida de una persona podía significar en la vida de un simple mortal o seres con conciencia. Maldecir la vida por su crueldad no era nada en comparación a las trágicas jugadas que ella enviaba a cada uno, todos con su realidad, todos con su perdición, todos con su propio infierno.

—Dayanne ¿quieres llorar? —preguntó Vitris.

—Creo que sí.

—Yo también —respondió él riendo con los ojos lagrimosos.

Sus lágrimas comenzaron a resbalar por su cara como cascada recién formada, haciendo que las mías también.

Keyban solo nos miró, no dijo nada al respecto, solo agachó la cabeza y continuó comiendo, creo que fue su forma silenciosa de decirnos que entendía nuestro dolor; sin embargo, me pareció ver segundos antes de que su mirada se sumiera en el plato que sus verdes ojos también se habían vuelto cristalinos.

Fue ahí, justo en ese momento tan precioso y cálido cuando entendí que no importaba el origen, incluso la forma de expresar lo que sentimos, todos traíamos algo en nuestras espaldas que interfería con la persona que somos en el presente. Vitris tenía un miedo profundo al abandono igual que yo porque ambos perdimos a seres queridos a temprana edad, y Keyban tenía problemas para comunicarse, no sabía la razón, pero así era.

—Suficiente —le dije secando sus lágrimas—. Ya te lo he dicho, mientras esté aquí seré tu familia.

—Y yo también, bueno, lo soy desde antes, deberías valorarme —le dijo Keyban sin mirarnos, intentando sonar despectivo. 

Supe que fue la primera vez que se lo dijo porque la mirada de Vitris se elevó y llenó de luz en el momento, casi como si hubiese sido golpeado en la más profunda de sus emociones.

—¿Lo dices enserio? —le preguntó.

—Claro que sí, ya te lo he dicho cuando te conocí, te adopté y vives una vida humana, si vives bajo el mismo techo que yo, comemos juntos, te educo, te regaño, entonces puedes considerarte mi hijo Vitris, yo te considero mi hijo —dijo finalmente.

Se me llenó el corazón de alegría al escuchar sus palabras. El solo hecho de ver la cara del muchacho rebozando de felicidad me hacía sentir alivio al punto de deshacer todo comienzo de llanto.

—Gracias Keyban, prometo que me comportaré adecuadamente y no daré problemas, nadie nunca sabrá qué soy en verdad.

—Me siento tan aliviada ahora —les dije ya calmada—. Ahora sé que cuando no esté aquí ambos tendrán una relación linda y saludable; aunque pensé que veías a Vitris de una forma tan lejana y fría ahora comprendo todo, me alegro de que pienses en él como una familia, es un buen niño al que le estás dando la oportunidad de ser feliz. Espero algún día poder encontrar a alguien con quien formar una familia igual de fuerte.

—Dijiste que mientras estés aquí serás familia —intervino Vitris.

—Sí, pero en algún momento tendré que regresar a mi mundo. Tengo un par de asuntos pendientes por allá gracias a cierta persona —me quejé—. Por cierto ¿cómo haré para que sepan que no me robé el cuadro?

—No te preocupes, yo me encargo de eso —agregó mientras comía la última papa—. Además, el tiempo no funciona del mismo tiempo aquí que allá.

—¿Cómo?

—No termino de comprenderlo aún, así que no te lo puedo explicar, ¿por qué? ¿te da miedo?

—No, no lo tengo, solo estoy preocupada por una amiga.

—No se dará cuenta de que no estás más, confía en mí.

—¿Por qué no se daría cuenta?

—Vamos solo confía en mí —insistió.

Al final accedí a dejar de preguntar y me volví a concentrar en la comida, no sabía si les había gustado porque nadie dijo nada al respecto, pero qué podía hacer, ellos no comían cosas por su sabor, sino por necesidad.

—Voy a ir a bañarme a darme una ducha y a dormir, mañana me toca estudiar —dijo Vitris de pronto—. Buenas noches Keyban, buenas noches Dayanne.

—Buenas noches muchacho —me despedí.

—Por la mañana te veo en la sala —le dijo Keyban.

Realmente no era bueno con las palabras de aliento, pero se esforzaba, lo que no decía con palabras lo revelaban sus gestos.

Nos quedamos a solas. Decidí aprovechar la oportunidad para pedir disculpas por mal interpretar sus intenciones hacia Vitris, así que con gran esfuerzo dejé de lado mi orgullo y me atreví a hablarle.

—Keyban, mira, al igual que tú no soy muy buena con las palabras, bueno sí lo soy, pero no soy buena para pedir disculpas —hice una pausa—. La cosa es que realmente lo siento. Cuando estábamos en la tienda y le dijiste a Vitris que lo podrías comer pensé que intentabas hacerlo sentir mal, sentí que siempre lo tratabas de una forma despectiva... no sé si cuando estuviste en mi mente pudiste ver todo lo que he vivido, no fue nada fácil para mí crecer, siempre estuve rodeada de gente que me despreciaba solo por ser un poco diferente, entonces puedo sentir a la perfección su dolor. Hoy después de hablar con él me explicó la situación, dice que no eres tan malo, quizás un poco altanero, pero son detalles, así que espero que me perdonas, prometo no volver a insultarte ni ser mal agradecida. Mi vida siempre fue bastante aburrida y solitaria desde que mamá murió, me he prohibido sentir durante mucho tiempo, pero desde que te instalaste en mi cabeza de algún modo todos mis sentimientos se han agudizado, es como si la empatía, el afecto, todo lo bueno ha vuelto; tampoco estoy segura de cuando se fue, o por qué volvió si tu ni siquiera eres tan sentimental, aun así, te agradezco.

—¿Quieres saber la verdad?

—¿Qué?

—Me gusta no darte explicaciones para irritarte, es divertido, y ya no saques en cara tu pasado, solo son excusas, para avanzar tienes que soltar y dejar de tener autocompasión cada que tienes la oportunidad —dijo parándose de la mesa y saliendo de la cocina.

—Válgame idiota —le grité.

Lavé los platos y me fui a la cama. Había sido un día agradable, pero mis piernas dolían a causa de la caminata de la tarde hasta casa.

Me tiré sobre la cama sin siquiera quitarme el vestido, estaba sucio, pensé que sería tonto ensuciar más ropa en una casa que no era mía.

Tanto en la tierra como en Kalisfan la noche me ponía pensativa, ese lugar despertaba emociones inexploradas para mí, y ya no sabía si era por mi falta de familia o porque realmente estaba queriendo a esas personas. Keyban me hacía sentir como si sus brazos fueran mi hogar ¿era posible enamorarse de una persona en tres días? Ni en las peores historias de amor pasaba eso, además él ya estaba enamorado de alguien más, jamás me arriesgaría a ser la segunda de alguien, muy agradecida podría estar, ¿pero amante? Mi valor como mujer dependía de mí, no de otros, pero por otro lado seguía siendo extraño ¿por qué ni Vitris había visto a su amada? Si supuestamente era tan linda dudo que la quiera mantener escondida; como dijo Florencia en medio de una de sus borracheras "en algunas ocasiones solo hay una forma de averiguar qué razones mueven la realidad, el tiempo", así que tomé una decisión importante, alargaría mi estadía un par de semanas, sentí que era lo correcto si quería saber qué pasaba realmente, claro que sin llamar la atención ni provocar problemas, al igual que Vitris me quedaría a su lado actuando como una persona común y corriente.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora