Cuando salí del baño me paré justo frente al espejo del tocador y me dije a mí misma que ésta sería la noche decisiva, o le decía la verdad o solo me iba sin hacer mucho ruido. Estaba también la posibilidad de que me hiciera recordar las memorias de mi primera vida, pero no parecía algo muy descabellado. A pesar de que la historia era tétrica y romántica me parecía que se había vuelto preso de una obsesión y eso era nada sano. Mi vida no era perfecta, lo reconozco, pero al menos era capaz de sobrellevarla, si traía a mi miente tanta tragedia repentina podría fácilmente volverme loca.
Tomé el vestido que Vitris había elegido para mí y lo puse por encima de mi silueta.
—¿Por qué estoy tan nerviosa? —me dije acomodándolo—, estoy en grandes problemas, nunca me había importado lucir linda para recibir un cumplido de alguien más. Correcto. Estoy enamorada.
Había un detalle del que no me había dado cuenta antes, con el tiempo mi cabello había crecido no más de un centímetro, pero sí lo suficiente para dejar ver mis oscuras raíces.
No podía dejar que las personas vieran que el color de mi cabello era una falsa, pero tampoco tenía tiempo para volver a teñirlo, así que decidí hacerme una tradicional cola de caballo atada por una trenza elaborada con un mechón del mismo. Por otra parte, mi cara a pesar de tener rasgos delicados no demostraba mi real edad, lo cual más de una vez se convertía en una de mis mayores inseguridades, así que intenté maquillarme un poco dentro de mis cortas habilidades, ya que en la tienda había aprovechado de comprar un labial y un encrespador de pestañas, eran los únicos utensilios de maquillaje que sabía usar.
Mi imagen quedó bastante impecable. Me sentí como una princesa de cuento tradicional, jamás en la vida me había imaginado en un vestido de ese tipo, pero ahí estaba, y ya que probablemente sería mi última noche debía ser sorprendente.
Salí al pasillo y desde él pude ver a Vitris sentado en el sillón esperándome, se veía como un paje de boda con su perfecto atuendo.
A veces olvidaba que Keyban tenía comportamientos malogrados por la indiferencia de vez en cuando conmigo solo porque quería espantarme. Me confundía pensando cómo un muchacho tan encantador podía tener valores humanos tan dulces si lo había estado criado una figura tirana.
—Realmente me sentiré orgulloso de fingir que eres mi mamá hoy —dijo al verme.
—¿Crees que me veo bonita? —volví a preguntar.
—Eres la humana más bonita que he visto.
—Mi pequeño hijo, eres todo un caballero, no te he criado, pero me siento tan orgullosa de ti —le dije ordenando su cabello.
—Si tan solo pudieras quedarte —agregó.
Sí, podía quedarme y soportar el dolor hasta mi muerte; pero no era lo correcto. Vitris me resultaba un adolescente brillante que merecía todo lo bueno que le pudiese ofrecer la vida, e incluso más, sin embargo, no podía quedarme al lado de una persona que estaba enamorada de mi pasado y no de mí misma en mi nueva versión.
—No hables de mí como si fuera a morir —me quejé—, recuerda que donde quiera que esté te estaré animando ¿sí? ahora vamos, tu padre y la señora Salma nos deben estar esperando en el vehículo.
—Espera —dijo él sacando una bolsa de detrás de su espalda—. Keyban dejó esto.
Sacó de ella un tipo de cobertor de vestuario color cascarón. Los había visto antes en sus libros proyectores y le dije que me hubiese gustado usar uno en alguna ocasión especial, él lo recordó.
Me lo puse y salimos hacia el móvil, en donde estaba él afirmando el volante y la señora Salma a su lado en el asiento del copiloto. Vitris y yo salimos de la casa y nos sentamos en los asientos traseros. Quise decirle gracias a Keyban por su regalo, o mejor dicho por recordar mi comentario, pero no me pareció el momento adecuado, quizás nunca lo sería tampoco.
Puso el vehículo en marcha y finalmente salimos a la fiesta.
Cuando llegamos, lo primero en llamar mi atención fue la gran cantidad de maravillosos vehículos estacionados casi como una colección. No había tráfico alguno, todos los estacionamientos pertenecían a algún grupo en específico.
Keyban se bajó y ayudó a la señora Salma a bajar para que su vestido no se ensuciara en la alta pisadera, mientras que el pequeño y yo bajamos rápidamente ante la emoción de tanta gente en un código de vestimenta tan elegante.
En cuanto se aquietó el vehículo pude notar en los ojos de Vitris una luz que daba claras señales de que ese era uno de sus ambientes favoritos, como si hubiera nacido para la grandeza, pero me entraba la curiosidad de cómo un chico que resiente de alguna forma a los humanos podía integrarse con tanta facilidad en ambientes tan concurridos. Desde que había leído los diarios de Keyban había estado queriendo preguntarle cuáles eran sus verdaderas razones para venir a vivir al lado de un hombre, no me entraba en la cabeza que un rostro tan inocente pudiese cargar dentro secretos tan oscuros y dolorosos; el tormento de una venganza es insistente y de alguna forma siempre deja ver retazos a través de las palabras y acciones, sin embargo, nada en él hacía presagiar algo por el estilo.
Keyban se encaminó sin aviso junto a la señora Salma a la gran casona estilo castillo, claro, moderna, en la que se llevaría a cabo la celebración del aniversario de Sarath.
El muchacho y yo los seguimos desde atrás mirando todo a nuestro alrededor al más puro estilo turistas, es que incluso las cerámicas porcelánicas que revestían las torres del castillo eran majestuosas, y qué decir de las figuras esculpidas en piedras preciosas de dracón, era tan impresionantes que tenía el inmenso deseo de tomarme una foto, pero como nadie lo estaba haciendo me tocó contenerme.
—Tengo una idea —dijo el muchacho.
—¿Qué clase de idea? —pregunté extrañada.
—He descubierto cosas en este último tiempo, en verdad no creo lo que dice Keyban sobre no poder sanarte, es realmente más poderoso de lo que parece, lo puedo sentir, yo también soy mágico.
—La verdad no sé si está mintiendo o no. Pero qué le vamos a hacer, él quiere que me vaya y yo también creo que es hora de volver a casa.
—Confía en mí esta vez, si mi plan falla prometo que me portaré bien cuando no estés —dijo haciendo el mismo puchero que yo solía hacerle a él y Keyban cuando quería algo.
—Bien, bien, pero que no sea nada loco que nos pueda meter en problemas, ¿qué quieres hacer?
El muchacho se apartó de la gente jalándome de la mano y escuché con atención cada parte de su plan y sus ambiciosas razones. Si no hubiera leído el diario de seguro me habría negado, puesto que había dejado en claro muchas veces que no soy su tipo de chica, incluso después de haber sabido que lo besé.
—Bueno, hagámoslo —le dije con decisión—. Espera —reaccioné—, ¿cómo sabes que me gusta?
—Porque es obvio, ninguna mujer que haya mirado a papá a los ojos a podido resistirse a sus encantos. Mentira, quizás no lo has notado pero tu mirada es muy expresiva.
—¿Crees que él también lo sepa?
—Podría jurar que por esa razón es la que intenta deshacerte de ti, de seguro no te quiere lastimar con su rechazo, le debes caer muy bien porque siempre es brusco con la mayoría de las mujeres, pero tú eres un caso aparte.
Esperamos cerca de veinte minutos a que todas las personas entraran al castillo. En ese momento estaba muy nerviosa, tanto que me podía sentir la voz temblorosa y las entrañas cosquilludas.
Me paré justo ante la gran puerta de entrada y me retiré la capa que Vitris recibió y entregó a uno de los porteros, luego se adelantó y se coló entre la gente hasta llegar a Keyban para avisarle que estaba entrando.
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Desertores del Gehenna
FantasyAún cuando el mundo de Dayanne se viene abajo una y otra vez desde su niñez al crecer en un entorno lleno de gente hipócrita y cruel logra mantener la cordura y cumplir con sus objetivos. Al convertirse en una mujer pronto a terminar sus estudios, e...