Final

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Yo nunca dije que se sacrificó.

—¿No lo hiciste? Entonces no sé de dónde saqué eso.

—Eres ágil como nadie. Cuando Keyban te encontró en las montañas pudiste haber escapado con facilidad. No sientes rencor hacia la gente de Kalisfan que mató a tus padres, e incluso disfrutas más que nadie estar rodeado de personas de todo tipo. Mi cabeza duele en el momento menos oportuno.

—¿Por qué tu voz es tan brusca de un segundo a otro?

—¿Siempre fue usted? —le pregunté—. ¿Se transformó en un Gunny porque sabía que Keyban lo adoptaría?, ¿verdad?

—Probablemente —dijo con una sonrisa.

—¿Y lo logró?, ¿pudo finalmente entender los sentimientos de sus extremos desconocidos? —pregunte—. ¿Me hizo quererlo como a un verdadero hijo y manipuló todo el tiempo a Keyban?, ¿fue usted quien se le apareció en la galería de artes?

—Te lo dije, todos tienen un extremo mío, hay gente cruel porque incluso yo puedo serlo.

—¿Dónde está Keyban?

—No te exaltes, está bien —se excusó.

—¿Que no me exalte? Vivió milenios de años sufriendo —le grité frente a los chicos que no tenían conocimiento del contexto.

—Desde que te fuiste lo mantengo cerca, vive bien, no te preocupes. En su cumpleaños número veintitrés solo borro su memoria para evitar que te recuerde.

—¿Dónde está? —quise saber entre lágrimas.

—Ahí —señaló a su mejor amigo.

Ese hombre al que había tratado de pusilánime era Keyban. No me di cuenta antes cuando se acercó. Incluso en su memoria desconcertada se acercó a mí sin una razón sostenible, él solo vino a mí.

—¡Keyban! Siempre te exijo mucho, esta es la última vez, lo prometo, es una promesa, un pacto, te ruego que me recuerdes —me abalancé sobre él.

—¡Wow, wow! Dile a tu prima que no me toque Vitris —dijo empujándome hacia atrás pero sin dejarme caer al piso ya que por inercia o modales me sostuvo.

—Maldito, cómo se te ocurre no recordarme ¿acaso no eres consciente de cuánto te amo?

—Debes ser de Kimb, tienes modales muy raros. A mi me gusta alguien más, lo siento por ti, solo amo una vez en la vida.

Él efectivamente ya no me recordaba.

—Supongo que fue divertido mientras duró  —dijo con serenidad—. Observé de cerca el amor en el que nadie confía, también el miedo y la añoranza. También fui amado sin el soborno de la buena vida. Sentí por primera vez lo que es ser hijo, yo que siempre he sido padre. Fue suficiente para mí, ¿y para ti, Dayanne? —preguntó.

Una crisis de angustia intensa se apoderó de mí. Todos los recuerdos de mi cabeza se habían fusionado nublándome el buen juicio. Toda la noche y la gente frente a mí desapareció ante la borrosidad de mi vista.

Unos segundos después me encontré en un páramo. Había una cantidad de niebla increíble, tan pesada como si el mar intentase arrastrarme. Habíamos sido víctimas y nunca los victimarios como habíamos creído cada uno en algún momento, nada más que una obra ridícula dirigida por un jugador con alarde de creador supremo, un chiste mal contado.

Aquí estoy. He corrido como una loca y lo sigo haciendo. Me pregunto cómo fue que no fui capaz de recordar ese pacto. Tampoco sé por qué corro tan fuerte hacia el norte, mi poder no es factible pero mi instinto es más agudo que nunca en la vida. Solo voy, voy y voy. Me detengo. ¿Qué son esas piedras gigantes repartidas en una extensa terraza? Tiene sobre ellas nombres extraños y algunas fechas. Es un cementerio, el cementerio donde duermen inertes los cuerpos de Keyban, de Merédeo. Su nombre estaba tallado en la roca más gruesa junto a un enunciado. "El amor es fuego y el fuego consume; aquí yace un desertor, un desertor del Gehenna". A un lado hay un árbol viejo, poderoso. Una soga vieja y dañada cuelga de él. ¿Es esta mi señal? La tomo. Corro al árbol y lo subo con la mayor de las agilidades. Fijo la soga a mi cuello y me dejo caer. Mi vida, la que fue un juego de un Dios acaba.

Se escuchan gotas cayendo desde un gotero. Abro los ojos. Definitivamente no estaba naciendo otra vez. ¿Dónde estoy? En el mismo hospital, y en la misma camilla en la que había despertado la primera vez. Maldita sea, ¿fue todo un sueño?, o como decía Florencia... ¿realmente me volví loca? que alivio, eso amortigua mi dolor, inexistente quizás, los recuerdos intentan bloquearse.

—Señorita Dayanne Selene, ¿no le dije que debía alimentarse bien? —me dijo el doctor a los pies de la cama.

—Soy algo arrecha a hacer caso a la primera —me excusé.

—Lo sé, ya levántese, recuerde que tiene un compromiso importante.

—¿Qué dice?

—Es hoy mi fiesta.

—Me disculpará, pero no me siento nada bien, creo que podría quedarme en esta cama a descansar por un mes.

—Ya veo —dijo acercándose y alumbrando mis ojos con una linterna—, ¿está deprimida? La escuché quejarse antes de despertar, de seguro tuvo un sueño mortificante.

—Supongo que sí, soñé que amaba a alguien, y que él me amaba también, pero no tuvimos un lindo final, ya sabe, un sueño debastador.

—Benditos sueños —se sentó en la camilla dejando totalmente de lado la ética y lejanía que había manifestado en otras ocasiones—; aun así, es mi cumpleaños número veintitrés, ¿está segura de que no quiere ir? Sara.

—Estoy segura... espere, ¿qué dijo?

—Que es mi cumpleaños veintitrés, no se cumplen todos los días.

—Después de eso.

—No dije nada.

—Miente, acaba de decir Sara.

—¿Sara?, ¿quién es Sara?

—Yo soy Sara.

—Que alivio que lo sepas, tardé muchas vidas en encontrarte, si lo vuelves a olvidar tendrás problemas —se sentó en la camilla a la altura de mis muslos y se inclinó para besarme la frente.

—Te amo —fue lo único que pude decir antes de largarme a llorar.

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Después del sufrimiento que significó para ambos la trampa que les había puesto Dios, finalmente logran reencontrarse. Keyban (Merédeo) fue enviado al Gehenna después de que Dayanne increpara a Dios por la crueldad que manifestó con ambos; pero debido a que el tiempo funciona de diferentes maneras en ambos planetas Keyban reencarnó en la tierra unos meses después de que naciera Dayanne. Reencarnó bajo las mismas condiciones que lo había hecho en Kalisfan, recuperó su memoria a los veintitrés años, justo a tiempo para reencontrarse con su amada que también era su paciente. [La historia fue real, ella lo recuerda y él a ella ✨ a pesar que cuando despierta en el hospital comienza a olvidar tal como cuando todos despertamos y olvidamos el contenido de un sueño, pero al escuchar el nombre de Sara evita que sus memorias desaparezcan]. Un amor tan profundo traspasó las leyes de la naturaleza que el mismo creador diseñó. Ahora Keyban y Dayanne deberán ponerse al día en la tierra y crear una nueva historia juntos; ¿pero será todo de color de rosas como promete serlo su amor?, ¿amor o obsesión?; ¿qué rol cumplen Florencia, Nicolás y Xiomara?
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Cuando comencé a escribir esta novela pensé primero que todo en una bilogía. De hecho, está escrito el segundo libro [lo escribí hace años para un concurso de la universidad, pero al final nunca me atreví a postularlo]. Me he dicho a mi misma que este es un libro [DESERTORES DEL GEHENNA] concluido así que puede ser finalizado tal como está sin la necesidad de subir la segunda parte ya que no tiene un final abierto (pues Keyban y Dayanne logran reencontrarse), pero si algún día mi obra tiene reconocimiento y les gusta la subiré sin pensarlo 💜✨. Gracias de todo corazón a quienes se hayan dado el tiempo de leer mi novela más allá de si les gustó o no. Pues la lectura es un hábito hermoso que nos transporta a mundos lejanos llenos de fantasía y esperanza. Insisto, gracias.

Atentamente, una escritora chilena 🇨🇱 intentando abrirse paso en lo que le gusta.
PD: Puedes seguirme en tiktok como @annewriter1999 para ver contenido en relación a lo que acabas de leer. Te podrá ayudar a entender de mejor manera el ambiente físico, sicológico y social de la obra.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora