El vestido perfecto

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Mientras caminaba al lado de Vitris rumbo al centro comercial no podía evitar recordar sus palabras refiriéndose al planeta tierra como el infierno. Estaba segura de más de una vez había leído especulaciones de que la puerta al infierno estaba en la tierra, pero jamás que el planeta lo fuera. Es decir, de que había maldad y gente comparada con el innombrable era verdad, pero había bondad y tranquilidad en algunos, ¿por qué gente buena tendría que estar en la tierra si fuese el caso?

—¿Cómo saben que el planeta es el infierno? Podría solo ser el último planeta y ya, sin más apellidos. Nada quita en el futuro también se creen otros y hayan 29.

—El ser creador.

—¿Hablas de Dios?

—Bueno, supongo que así lo llaman ustedes. Se dice que cuando creó los planetas tuvo que sacrificar algunas partes físicas de su cuerpo, y ellas están en el núcleo de cada uno de los planetas, incluso las estrellas son él. Él está repartido por todas partes, pero como ya no tiene un cuerpo físico no lo podemos ver, así que tampoco puede crear más planetas. Leí además, que para darles poder a los habitantes de Kalisfan y mandar nuevas vidas a la existencia pone una conciencia dentro de sus cuerpos, para ello debe usar una gran energía de sí mismo por eso nuestro planeta es pequeño y nacen hijos e hijas cada una gran cantidad de tiempo; por ello algunas voces dicen que más allá de la tragedia del príncipe, esa es la razón por la que no podemos usar magia, dicen que su alma moribunda está semidormida e inmóvil en alguna parte del espacio, sin embargo sigue siendo el todo poderoso y quizás cuando un hechicero vuelva a activar su magia pueda despertarlo de su largo sueño.

—Con mayor razón no pueden atrapar al idiota de Keyban, si lo encuentran lo usarán como una rata de laboratorio.

—¿Qué tienen de especial las ratas de laboratorio?

—Oh, nada diferente a las comunes, solo que son capturadas y se usan para experimentar.

—Realmente es el infierno —agregó impactado.

—Para la mayoría de los animales sí, sin embargo, a pesar de que he tenido una vida solitaria y amarga no creo que mi vida albergue tanto dolor como la de otras personas. He vivido bastante bien por mi cuenta, solo quiero tener una vida totalmente ordinaria hasta el final, suena como una meta aburrida para algunos, pero para mí es un sueño.

—Si tú lo dices puedo creerlo.

Cortamos la plática y continuamos el recorrido hasta que ingresamos al recinto de ventas. La mayoría de las personas de la ciudad estaban interesadas en comprar algo apropiado para la fiesta nocturna que se celebraría en honor al aniversario de Sarath.

Iban y venían de un lugar a otro bellas mujeres y guapísimos hombres fuertes de mirada encantadora. Me dolía que todos los hombres fueran tan lindos porque me hacían pensar que cualquiera de ellos podría ser el amor de mi vida, pero no, el señorito de la casa me exigió irme, así que si algún día iba a encontrar pareja de seguro sería una persona poco honesta y calculadora de la tierra. 

—¿Te has enamorado? —preguntó Vitris.

—¿Sabes algo del amor Vitris? —pregunté para cambiar esa pregunta que no era capaz de responder.

—Hay una niña, me gusta. Tiene quince años igual que yo en este cuerpo, pero sé que soy más viejo y que no está bien, y de seguro jamás querría a un Gunny, así que me esfuerzo por tratarla bien y ser un buen amigo para ella.

—¿Y si sí le gustas? Eres un chico encantador. Dale tiempo, con el tiempo puedes saber si desencantarte o dedicarle un amor profundo más allá de la existencia; ah sí, pero sin obsesionarte, eso ya es raro.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora