Me paré frente al espejo y noté por primera vez en mucho tiempo la palidez de mi piel y la poca gracia de mi figura, era un real reflejo de mi madre, pálida, pelo negro, delgada, con algunas manchas de sol que se habían quedado en mí en forma de pecas, y unos ojos que parecían aceitunas. Era molesto para mí tener que recordar a mi madre cada vez que me miraba, me generaba un dolor que me carcomía las entrañas, así que cambiarme el tono del pelo no me molestaba tanto como pude esperar, de todos modos, era algo que siempre había querido hacer en la tierra, pero no me había atrevido por el elevado precio del salón de belleza. Sentía que aquel cambio me daría algo más de identidad propia.
Abrí la cajita metálica y tomé con mis manos el polvo. Tenía textura de maicena, resultaba que era placentero de manipular. Primero lo puse en el casco de mi cabeza, y después fui aplicándolo por todo mi pelo. El resultado era instantáneo, yo sabía qué tan intenso era el negro de mi cabello, podía percibir rápidamente cualquier cambio, pero desde una perspectiva general se podría decir que no se notaba la diferencia claramente, no se estaba volviendo café cobrizo como el de la señora Selma, sino que un café oscuro como roble mojado.
—¿Por qué sigue luciendo oscuro? Bueno, de todos modos, ya no es negro, supongo que será suficiente para que no vayan juzgándome sin razón alguna, ¿pero no es una real idiotez?, válgame Dios, se jactan de ser el primer planeta y son unos idiotas ¿cómo el color del cabello es suficiente para juzgar a alguien? Esto es tan molesto, y dicen que no es racismo —me quejé—, si alguien dijera algo así en mi planeta de seguro lo lincharían, y yo obviamente estaría del lado de la gente con palos —agregué en voz alta para mí misma a la vez que seguía masajeando el cuero cabelludo.
Me senté sobre la tapa del baño a esperar que pasaran los diez minutos, a pesar de que no tenía el bolso con mis pertenencias por suerte tenía un reloj de muñeca conmigo, pero claro, aunque me ayudaba a contar el tiempo necesario para retirar el producto la hora ni siquiera era la correcta ya que apuntaba las nueve de la tarde, pero el sol estaba aún en todo su esplendor.
Estar sentada y sin ningún ruido me llevó a reflexionar sobre todo lo que estaba viviendo. Ya había visto y recibido mucha información como para seguir sospechando que todo era un sueño, y si lo era, era bastante realista, y para estar loca..., no, no había forma, mi locura no me habría permitido memorizar otro idioma que ni siquiera pude identificar a primera vista.
Ya que tenía bastantes problemas en mi planeta decidí disfrutar de mi estadía, pero tampoco iba a confiar a ciegas, yo ya sabía muy bien que mientras más buena lucía una persona más secretos oscuros y mal corazón resultarían tener, sin importar su origen.
Pasaron los diez minutos y me arrodillé ante la tinaja. Sostuve con mis manos la manguera del agua procurando girar la llave hacia el lado frío, cuando casi me dio un infarto, ¿por qué el agua era rosada? Tenía miedo, por mi cabeza pasaron muchas ideas conspiradoras al puro estilo "Barba azul", pero si dejaba el producto por más tiempo en mi cabeza algo malo podía pasar, así que solo cerré los ojos y comencé a quitarlo con rapidez. El agua era tan fría que sentía que me calaba la cabeza, si no fuera porque algunas veces había olvidado comprar un gas nuevo para la calefacción y tuve que vivir el mismo martirio... fácil me hubiese negado; pero en ese momento me reconfortaba el hecho que en realidad no estaba enferma, era Keyban el que me había estado molestando, así que no tenía que preocuparme por absurdos desmayos.
No había ninguna toalla con la cual secarme el cabello, así que solo lo estrujé y me puse la ropa que me había quitado para no mojarla. Hubiese sido molesto resfriarme en un lugar extraño.
Cuando salí del baño solo estaba Vitris tumbado en la cama, literal, cual niño aburrido.
—Estoy lista, pero mi cabello sigue siendo oscuro.
—La señora antes de ir a continuar con los quehaceres dijo que olvidó decírtelo, el cabello se verá oscuro hasta que esté completamente seco, así que no perdamos más tiempo, vamos a conocer la ciudad —dijo expectante como si fuera él el turista.
—Bien, vámonos —le di en el gusto—. Por cierto, ¿por qué el agua tenía color?
—Porque a los tanques de agua se les aplica polvillo de Dracón —hizo una pausa evaluando mi reacción—, déjame adivinar, ¿en tu planeta no hay Dracón? es esa piedra roja que está por todas partes, no solo es de buen augurio, sino que si ponemos polvillo en el agua ayuda a mantenernos fuertes y saludables.
—No supones mal, nunca la había escuchado. Entonces quieres decir que le ponen suplementos al agua —dije yo mientras lo seguía fuera de la habitación—. ¿Y por qué vas tan rápido? Espérame.
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Desertores del Gehenna
FantasíaAún cuando el mundo de Dayanne se viene abajo una y otra vez desde su niñez al crecer en un entorno lleno de gente hipócrita y cruel logra mantener la cordura y cumplir con sus objetivos. Al convertirse en una mujer pronto a terminar sus estudios, e...