Keyban tenía razón, desde que me bajé del vehículo comencé a ver más decoraciones, había planetas de cristal y plata (o algo similar) por todas partes, algunos de colores y otros solo de un color, pero de todos el más lindo era la tierra, y no lo digo solo porque es mi planeta, de seguro que ellos pensaban lo mismo ya que era el único planeta que estaba aislado.
—Sebastián, Adela, aquí están —les dijo a ambos a la distancia con la sonrisa más fingida que vi en toda mi vida.
—¡Keyban! Pensé que ya no ibas a venir —le respondió él.
—¿Por qué no iba a venir? Es el matrimonio de nuestro querido amigo, además hace tiempo no los veo a ustedes, ¿cuándo se convirtieron en adultos?
—Que linda forma de decir que nos has extrañado ¿cuándo tendrás tiempo de ir a cenar a nuestra casa? —le preguntó inmediatamente la mujer.
—Últimamente no tengo tiempo para nada, el poco tiempo libre que tengo lo paso con mi novia —les dijo él mirándome con una cara de atontado, que por poco me la creo—. Saluda querida.
Estaba a punto de protagonizar una escena en la que nunca me había imaginado ¿darle celos a una mujer? no me demoré mucho en darme cuenta por la mirada de Adela que estaba totalmente enamorada del hombre a mi lado. Me parecía una situación enferma y descabellada, cada vez su mundo me parecía más similar al mío, no podía evitar pensar en Florencia siendo lastimada por Nicolás junto a Martina, así que me encontraba en una posición difícil. No tenía ninguna intención de lastimar a la chica frente a mí, pero tampoco quería volver a mi mundo pronto. Cerré los ojos por un segundo, y le pedí a Dios si es que existía que me perdonara por lo que estaba a punto de hacer.
—Mi vida, ¿ellos son los amigos de los que tanto hablaste? Son tal como los describiste —dije con mi mejor faceta de actriz—. Por cierto, mi nombre es Dayanne, vengo de... de... de aquí mismo, conocí a Keyban en la biblioteca, tardé un poco en seducirlo, vi en su cara en el primer segundo que era difícil.
—No seas dramática, si yo te vi primero —dijo él aun mirándome con la misma cara.
—¿De qué estás hablando? ¿conseguiste una linda novia y no nos dijiste nada? Al parecer nuestro querido Keyban está tan grande, los felicito, espero que estén por mucho tiempo juntos —dijo Sebastian con una sonrisa.
Adela no dejó de mirar a Keyban durante toda mi presentación, e incluso sus ojos parecían haberse vuelto cristalinos, me sentía mal por lo que ella pudiese estar sintiendo. No quise decir nada más para no empeorar la situación, pero era evidente que todos en la escena habían notado su reacción.
—Hermana, tenemos que ir con nuestros padres, la ceremonia comenzará pronto —le dijo Sebastián a Adela.
—Correcto, vámonos —respondió ella en voz baja.
Sebastián nos lazó una sonrisa con una emoción oculta que no pude descifrar y se marchó enganchado del brazo junto a su hermana, dejando un ambiente tenso, mientras Keyban y yo seguíamos parados en el mismo lugar a metros de la entrada en donde estaban todos reunidos.
—¿Crees que es correcto lo que acabas de hacer? —le pregunté.
—Claro que sí.
—¿Entonces no te importa que casi hiciste llorar a esa niña?
—La verdad no, no soy tan sentimental.
—¿Sientes algo por ella siquiera?
—Es muy atractiva y la mayor parte del tiempo una buena persona, ¿qué hombre no lo haría?
—En ese caso ¿por qué haces esto?
—Porque no la amo a ella —me sonrió.
—Aquí y en todas partes todos los hombres son iguales. ¿No crees que es mejor idea decirle claramente que no sientes nada por ella? Así evitas involucrar a otros en tus idioteces —le dije.
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Desertores del Gehenna
FantasyAún cuando el mundo de Dayanne se viene abajo una y otra vez desde su niñez al crecer en un entorno lleno de gente hipócrita y cruel logra mantener la cordura y cumplir con sus objetivos. Al convertirse en una mujer pronto a terminar sus estudios, e...