Capítulo 30.

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¡Es que no es posible! ¡Ni siquiera se giró a verme cuando coqueteaba descaradamente delante de ella con alguna de las otras del lugar!

Al parecer de verdad... de verdad ya no le importo ni en lo más mínimo.

Llegué a mi casa y me tiré exhausta en mi lindo sillón, había ido a la oficina de Michael y se me había hecho tarde allí. Tomé el control y prendí la tele.

En la pantalla apareció una escena de lo que al parecer era una película, el tipo imposiblemente lindo, se parqueaba bajo la ventana de la chica junto a otros dos tipos que llevaban una guitarra respectivamente. Luego de que el chico lanzara una piedra a la ventana, los chicos de la guitarra empezaron a cantar, hasta que por fin, ella se dejó ver a través del gran ventanal.

Algo en mi cabeza hizo clic.

No puedo creer que la tele me acabara de decir eso. Era como... una sugerencia. Pero... ¿de dónde voy a sacar yo músicos a estas horas de la noche un lunes?

Dinah se acercó al sofá y se sentó a mi lado.

-¿Qué te pasa? -me preguntó.

-No te importa, ocultadora de información -le dije resentida.

-Si lo dices por Mila, de verdad te digo que no sé qué le pasa. Te juro que hoy le pregunté, y me dijo que de verdad ya no quiere tener nada que ver contigo, y que si para hacer eso tendría que dejar hasta de mirarte, pues que estaba dispuesta a hacerlo.

-¿Me hablas enserio? -dije sin poder creerlo.

-Eso me dijo ella -aseguró.

-Tengo que irme -dije y me puse de pie -No me esperes despierta...

Corrí hasta el baño, una ducha caliente, ropa y maquillaje sencillo después, salí de mi casa lo más rápido que pude. Ya era medianoche y si seguía perdiendo mi tiempo iba a llegar más tarde aún.

-¿Están listos? -les pregunté. Todos ellos asintieron. Había estado casi 2 horas buscando músicos y les había ofrecido el doble de lo que cobraban para que vinieran conmigo -Cuando escuchen un regaño, luego de eso... comienzan a tocar.

Todos volvieron a asentir. Los hice subir en el ascensor y nos bajamos en el piso 6.

Yo ya había encontrado la forma de entrar al edificio sin que nadie me abriera con la llave. Eso se llama ser una genia. Les hice un gesto para que se quedaran escondidos del lado de los ascensores, mientras yo iba hacia el loft. Me acomodé bien y respiré profundamente.

Mi plan de arrepentimiento y conquista comenzaba aquí. Toqué el timbre, y luego miré mi reloj. Maldije por lo bajo al darme cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Pero ya estaba jugado, no iba a darme por vencida hasta que me atendiera.

Volví a tocar, ya que nadie contestaba. Volví a hacerlo dos veces más.

-¡Ya va, maldita sea! -la escuché gritar desde adentro.

Eso, para nada, pero para nada, es un buen comienzo. La puerta se abrió y su pequeña figura apareció metida dentro de un sexy camisón con el logo de una banda que le llegaba hasta por apenas arriba de las rodillas. Tenía el pelo desordenado y una cara de dormida terrible. Sus ojos se abrieron bien.

-¡Grítame, aviéntame con lo que quieras, golpéame, ódiame, pero ya no me ignores! Me estas acabando -le dije antes de que me pudiera decir algo.

-No puedo creerlo -habló ella - ¡Son las dos de la mañana Lauren, estaba durmiendo! ¿No pudiste decirme esto mañana en la universidad?

La música comenzó a sonar, una canción de John Mayer, que había descubierto, nos gustaba a ambas. Ella frunció el ceño. Yo sonreí para mí misma. Ella clavó sus ojos en mí.

My Little Obsession // CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora