Capítulo 2.

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Después de que la señorita Anderson me echara de su clase, fui a donde se supone que tenía que ir, a dirección y perdí el hilo de las cosas después de escuchar de la voz del señor Rivers un "Jauregui, ¿tan rápido en haciéndome visita?". Estaba bastante ensimismada, y podía culpar a mi nueva compañera de estadística descriptiva y sus lindos labios. Un par de horas luego, fui a la cafetería de la universidad. Vero y Natalia entraron en minutos, se acercaron a donde yo estaba sentada. Las miré y les hice un gesto para que se sentaran.

-La hiciste buena esta vez -me acusó Vero, con una sonrisa mientras me daba una palmada en el brazo y se sentaba aun lado de mí en la mesa.

-Nunca me enorgullezco de mis impulsos -le contesté encogiéndome de hombros.
-Volviste a caer en la dirección y todavía no son las diez de la mañana -sentenció Nat. Reí.

- ¿Y cómo te fue? -preguntó Vero.

-Creo que el rector y la secretaria están tomándome afecto. Me invitaron un café, unos bocadillos mientras el señor Rivers me decía la importancia de causar una buena impresión en esta Universidad, debido a las altas personalidades que aquí se encuentran -rieron con ganas.

-Ya no hallan como llegarte -dijo Vero en una carcajada.

- ¿Llamaron a tu padre? -preguntó Nat. Me encogí de hombros.

-No -contesté secamente -Rivers prefiere tratar esto directamente conmigo... creo que mi padre ya le pidió que no le hablara cada cinco minutos por mis estupideces. De todos modos él no se encuentra en el país.

-Viaje de negocios -dijeron mis amigas al unísono.

-Fiesta -sentencié con seguridad.

-Me agrada como trabaja tu mente -dijo Nat dándome una palmadita en la espalda.

-Mira quien viene ahí -dijo Vero con desenfado y un poco divertido -Parece estar enojada.
'Ay no Alexa, no por favor' pensé.

No estoy de humor para ser simpática, y mucho menos con ella. Me volteé con temor y sonreí al ver que era la asombrosa chica nueva y echaba chispas por los ojos. Me puse de pie.

-Lo siento -me disculpé cuando estuvo cerca y paró en seco su brusco andar. Estuvo bueno ese beso y no me arrepiento de habérselo dado, pero no estuvo bien besarla sin su permiso.

- ¿Te arrepientes? -me preguntó haciendo un esfuerzo por controlarse.

-No -fui sincera y recibí un puñetazo en la cara de su parte. Esto era extraño, normalmente las otras chicas dan cachetadas, yo habría dado una cachetada. Me sobé

- ¿Y eso por qué fue? -pregunté haciéndome la inocente.

- ¡Por besarme sin antes preguntarme! -me dijo y giró sobre sí misma para volver a irse. Yo la tome del brazo y la jalé hacia mí.

- ¿Te puedo besar? -le pregunté.

- ¡No! -me dijo y jaló su brazo para poder irse. Entonces la tomé por la cintura y la sujeté con firmeza. La volví a besar mientras forcejeaba conmigo para soltarse. Y la besé de la misma manera que antes, pero esta vez fui más ruda. Todavía me ardía la quijada por su culpa. Hasta que se quedó quieta y dejó caer sus brazos a los costados. Sus ojos miraban fijamente los míos, mientras mi boca seguía sobre la de ella. Me aleje despacio y le tapé la boca con mi mano derecha antes de que me gritara.

-Dijiste que te enojaste por que no te pregunté -me justifiqué con una sonrisa de autosuficiencia -Nunca dijiste que no podía besarte si te negabas.
Las chicas rieron detrás de mí y a ella por un momento se le hicieron agua los ojos. Luego los apretó y volvió a tener esa mirada de decisión que le pude ver hace unos momentos. Vi a donde se dirigían sus ojos y me imaginé lo que estaba maquinando en su mente como contra ataque. La giré para que me diera la espalda, apoyando su espalda sobre mi pecho, para mantener mi cuerpo lejos de sus rodillas, pero bastante cerca de su trasero. Sonreí pervertidamente.

My Little Obsession // CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora