q u i n c e.

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Cuando llego a casa, el garaje está cerrado, y no veo ninguna señal de Sehun. Por alguna razón, me siento inquieto. Estar cerca de mi madre siempre me pone en un manojo de nervios mental. Añadido a eso, que todavía no he sabido nada de Seulgi, y me preocupa que pueda haber dañado nuestra relación irrevocablemente. Sehun cortó el césped hace unos días, pero parece que está empezando a ponerse un poco desaliñado, así que me decido a cambiarme a unos viejos vaqueros cortos, una camisa sin mangas y me preparo para un poco de ejercicio.

Colorado experimenta días calurosos, pero, por fortuna, no hay humedad. Pero incluso sin humedad, el sudor se pega en mi piel mientras saco la vieja máquina manual y la ruedo al punto de partida. Después de algunos intentos, la máquina ruge a la vida y empiezo a caminar en líneas rectas. Sehun toma con mucho más orgullo esta tarea, corta en ángulos y hace que el césped luzca como un campo de golf. Yo, si es que puedo conseguir cortarlo completamente sin arruinarlo, soy feliz. Cuando termino el jardín del frente, me traslado a la parte de atrás y sigo mis aburridas líneas rectas. A medio camino, la cortadora de césped comienza a chisporrotear y se apaga, habiéndose quedado sin gasolina.

―Hijo de una galleta ―gimo.

Escuchando el sonido de la risa de alguien, mi giro rápido y encuentro a Sehun inclinado sobre la baranda inferior de las escaleras de su apartamento, observándome. Tiene una sonrisa perezosa en su rostro, y trato de no mirar fijamente, pero se ve tan condenadamente delicioso. La sonrisa fácil contra el cuerpo duro y los tatuajes, hay algo positivamente divino sobre eso. De repente se siente mucho más caliente aquí.

―No te escuché salir ―señalo, mientras camino hacia él.

―Lo sé. Lo hubiera cortado, ¿Sabes?

―Sí, pero quería algo para mantenerme ocupado. Un poco de ejercicio no hace mal.

―Bueno, déjame ponerle combustible por lo menos. ―Camina al garaje y vuelve a salir con la lata de gas. Después de que llena la cortadora de césped, se levanta y me sonríe―. Ahí tienes.

―Gracias. Te lo agradezco.

―Así que, sé que dijimos cena la otra noche. Estaba pensando, ¿quieres ir a la ciudad por un bocado?

Había planeado hacer pastel de carne, pero el día está caluroso y salir a tomar una cerveza fría suena increíble.

―Um, sí, pero es mi regalo ―le recuerdo―. Te lo debo por el cuidado de los niños el fin de semana pasado.

―No me debes, pero de acuerdo ―se retracta―. ¿Hay alguna posibilidad de que montes en la moto conmigo?

Mis cejas se levantan.

―Nunca he estado en una.

Esta vez, sus cejas se levantan y otra hermosa sonrisa se extiende por todo su rostro.

―¿De verdad?

―De verdad ―confirmo.

―Bueno, entiendo si no quieres. Podemos conducir.

Miro hacia su moto en la entrada de coches y siento una profunda vergüenza por dentro, me doy cuenta de que quiero subirme a la moto. Pero la única razón por la que quiero eso, tal vez, es porque quiero sentir lo que es sentarse cerca de él y envolver mis brazos alrededor de su cuerpo. Maldita sea, estoy loco.

―No, me gustaría montar en la moto ―digo finalmente.

―Está bien, entonces ―asiente―. ¿Nos vamos alrededor de las 6:00?

―Es una cita ―digo en un desliz, luego sacudo mi cabeza. ¿Qué acabo de decir?―. Quiero decir... no una cita. Es una... cena o lo que sea. ―Cállate, Baekhyun. Detén la locura.

taking sehun  |  sebaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora