v e i n t i d ó s.

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Cuando tenía quince años, golpeé mi cabeza en un trampolín y me quedé inconsciente. Tuve muchísima suerte de no romperme el cuello. Pero estuve sin conocimiento por casi veinticuatro horas. Recuerdo que cuando desperté en una neblina espesa de confusión, mi madre me explicó lo que había sucedido. Pero por mi vida, no pude recordar nada. Fue como si un minuto estuviera caminando la longitud del trampolín y, al siguiente, me despertara en la cama de un hospital.

Y así es como es ahora. Un momento estaba caminando hacia la casa de Jenson y, al siguiente, me despierto, o mejor dicho regreso, atada a una camilla al lado de una ambulancia. Inmediatamente, comienzo a pelear contra las restricciones, haciendo muecas ante el palpitante dolor en el costado derecho de mi cabeza.

¿Qué demonios?

―Señor, por favor, quédese quieto ―dice alguien, pero no puedo detenerme. Lucho, tirando de mis brazos fuera de las correas hasta que uno está libre, entonces, buscando a tientas, suelto las restricciones―. ¡Señor! ―grita la voz y unas manos sujetan mis hombros cuando me siento y arranco el collarín.

―Suélteme ―gruño con mis ojos vagando por la zona. La caótica escena me golpea con fuerza y no puedo respirar por un momento.

Los autos policiales están por todas partes en la calle. Si mi corazón ya no estuviera en modo de pánico con sólo ver tantos en mi vecindario, ciertamente lo está cuando me doy cuenta de que todos se encuentran al frente de la casa de Jenson y la mía. Los vecinos curiosos se hallan en la calle susurrando entre ellos, tratando de descubrir qué está pasando mientras miran hacia mí y a la casa de Jenson. Me deslizo de la parte de atrás de la ambulancia, pero alguien sostiene mi brazo.

―Señor, por favor, vuelva a sentarse. Está lastimado y tiene una conmoción. ―El joven paramédico tira de mi brazo amablemente, instándome a seguir sus órdenes. Liberando mi brazo, corro tan rápido como puedo sosteniendo mi cabeza, y llego a la parte inferior de mi entrada justo a tiempo para ver a Sehun esposado y siendo llevado a uno de los autos policiales. Mi corazón cae al fondo de mi estómago. ¿Qué demonios está pasando?

Está luchando con ellos, gritando:

―¡Sólo díganme si está despierto, maldición!

No tengo ni idea de qué sucede, pero estoy lo suficientemente coherente para recordar que resistirse a un arresto es malo. Necesito llegar a Sehun y tranquilizarlo. Corriendo por la entrada, estoy casi con Sehun cuando un fuerte brazo me agarra por la cintura, deteniéndome. Es un oficial y, perdido en mi pánico, mi miedo por Sehun, lo aparto y grito:

―Suélteme. ―Luego, me muevo hacia Sehun de nuevo, sólo para ser detenido por el mismo oficial otra vez―. ¡Esta es mi casa! ¡Suélteme! ―grito.

―Señor ―dice el oficial―, necesito que se calme.

―Sehun ―vocifero, y cuando su mirada se mueve y se encuentra con la mía, sus ojos oscuros se ven más que aliviados. Cierra los ojos y murmura lo que creo que es: "gracias a Dios". Cuando levanta sus ojos hacia los míos de nuevo, me da una mirada severa. Entonces, murmura: "no digas nada".

Quiero correr desesperadamente hacia él, colgarme de él, pero el agarre del oficial me detiene.

―¿Qué ha pasado, Sehun? ―chillo. Sus ojos se entrecierran y me mira, su expresión refleja confusión. Después de un momento, cierra sus ojos con fuerza. ― Sehun ―grito de nuevo―. ¿Qué ha pasado?

Pero antes de que pueda responder, el policía grande que ha estado llevándolo al auto, baja su cabeza y lo obliga a subirse al asiento trasero.

―¡Sehun! ―Miro al policía que me está bloqueando y me vuelvo loco de la preocupación. Entonces, noto mis manos y tropiezo hacia atrás.

taking sehun  |  sebaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora