c i n c o.

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―¡Tu hermano dice que está cubierto de tatuajes de la cabeza a los pies! ―me grita mi madre.

Aprieto los dientes, amenazando la vida de Kyungsoo mentalmente. Sin duda llamó a mi madre inmediatamente después de dejar mi casa esta mañana, echando espuma por la boca para hablarle sobre Sehun. Ahora, Seojoon estará distraída conmigo y dejará de sermonear a Kyungsoo sobre lo que le pasa a los hombres fáciles. Para tu información: envejecen y sus penes se vuelven deformes... según Seojoon. Mi madre, la mujer más sabia de la tierra.

Sosteniendo mi teléfono móvil entre mi hombro y oreja empujo el carrito por la tienda, levanto el brazo y tomo dos botes de salsa de espaguetis.

―Mamá, tienes que calmarte. Sí, Sehun estuvo en prisión, pero era el primo de Jongin. ¿Realmente crees que Jonginn haría algo que me pusiese en peligro?

―No tiene que mudarse contigo ―discute, sin responder a mi pregunta.

―No está viviendo conmigo. Vive en el apartamento encima del garaje.

―No le des una llave de tu casa.

―Mamá, ya está bien ―advierto, perdiendo la paciencia―. No le conoces. No tienes ni idea de quién es.

―Y tú tampoco.

En eso no puedo discutir. Y si soy honesto conmigo mismo, los mismos estereotipos sobre los criminales cruzan mi mente aunque Sehun parece ser diferente. Jongin nunca me dio detalles explícitos sobre a quién atacó Sehun o por qué. Pregunté una o dos veces, pero Jongin siempre se desviaba y cambiaba de tema. Asumí que estaba asustado de que pudiese pensar menos de Sehun si lo sabía, así que dejé de preguntar. Sea como fuese, mientras el alarmismo de mi madre rondaba en mi cerebro, algo en mi interior, en algún sitio donde el presentimiento toma el control, me está diciendo que Sehun es mucho más de lo que todos suponen.

―Tengo que irme. Adiós, mamá. ―Cuelgo rápidamente y meto el teléfono en el bolso. Mi madre es una histérica. Es la típica autoritaria, quisquillosa, que todo lo sabe. Cierro los ojos, alzo la cabeza y en medio del pasillo del pan, susurro: ―Señor, dame la fuerza que necesito para ser paciente con mi madre y no matarla.

―La paz sea contigo, niño ―responde una voz profunda.

Tropiezo hacia atrás mientras abro los ojos. Un hombre de estatura media con cabello despeinado, piel olivo y ojos oscuros, me mira y sonríe de forma socarrona. Es muy ancho, las mangas de su camiseta manchada abrazan sus grandes bíceps.

―Lo siento. ―Se ríe entre dientes―. Te escuché rezando y no pude evitarlo.

Algo en su risa es contagioso y me uno a él. Mi rostro debe reflejar mi sorpresa y vergüenza.

―¿Debes pensar que estoy loco?

―No. Siento empatía.

―¿También tienes una madre terriblemente loca? ―pregunto.

―En realidad, sí ―contesta con tono serio―. ¿Sabes?, tienen un grupo de apoyo que se reúne todos los miércoles en la iglesia de la Ascensión. El grupo se llama Hijos de Madres Entrometidas.

Lo miro sin comprender. ¿Lo dice en serio? Espero un momento antes de responder, pensando que se va a reír o dirá "estaba bromeando", pero solo me mira. Mierda. Lo dice en serio.

―¿Vas a esas reuniones?

Sus rasgos cambian y una enorme sonrisa aparece en su rostro.

―Adoro que me creyeses.

Y mi rostro se calienta unos doscientos grados. Niego.

―Dios, soy tan ingenuo. Me lo creí totalmente.

taking sehun  |  sebaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora