v e i n t i c u a t r o.

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Son las cinco de la tarde antes de que esté autorizado a sacar a Sehun. Cuando me ve esperando por él, su boca se aplana, y sacude la cabeza. No es exactamente el saludo que me esperaba. El día coincide con nuestro estado de ánimo; triste. Siento que no he visto el sol en años.

Sehun se queda mirando por la ventana mientras la lluvia golpea contra mi coche, los limpiaparabrisas silbando a toda velocidad. Las ventanas están comenzando a empañarse, pero sigo siendo capaz de ver después de limpiar el cristal con la mano. El viaje a casa está en silencio. Él no me ha dicho una palabra, ni una sola palabra.

Finalmente, llegamos casa, y cuando estaciono el coche y lo apago, vuelve la cabeza y mira hacia adelante en el garaje.

―¿Cómo está tu cabeza? ―pregunta, con voz ronca.

Trato de dominar mi suspiro de alivio. Me está hablando. Eso es algo por lo menos.

―Un poco sensible, pero mejor ―le respondo.

―¿De dónde sacaste el dinero? ―Sus palabras son tensas, su voz profunda. Claramente está infeliz que yo le haya rescatado, como supe que estaría. Pero no me importa.

―Lo saqué de mis ahorros. ―Sólo tenía que poner veinticinco mil para rescatar a Sehun, pero si escapa, estaría obligado al pago total de doscientos cincuenta mil.

―¿Y si me voy? ¿Desaparezco?

―No harías eso ―afirmo.

―Pero, ¿qué si lo hago? ―persiste―. Estarías atascado con el pago de doscientos cincuenta mil dólares.

―Entonces pondría la casa para cubrirlo ―le respondo de forma sencilla y sin pedir disculpas al comenzar a cavar a través de mi cartera. No necesito nada de ahí, pero es una distracción, no puedo mirarlo. Pero Sehun no está teniendo nada de eso. Cuando me agarra del brazo, me detiene, le miro y me encuentro con su dura mirada.

―No deberías haber hecho eso. No te pedí hacer eso.

Dolor e ira surgen a través de mí.

―No necesitaba tu permiso ―cierro―. Sé que eres inocente, y me gustaría usar hasta el último centavo que tengo para ayudar. ―La admisión llegó fácilmente. No pensé hasta que me di cuenta de los extremos a los que me gustaría ir para proteger a Sehun.

Su pecho sube y baja una vez con una inhalación profunda.

―¿De verdad no recuerdas nada?

―No entiendo por qué. Es sólo un punto en blanco grande en mi memoria. Un minuto estaba caminando por la calle y al siguiente estaba sentado en la ambulancia. ―Lo miro, mis ojos suplicantes―. ¿Qué pasó, Sehun?

―¿Realmente no lo recuerdas? ―pregunta, estupefacto.

―Lo juro, no lo hago. ¿No me crees?

Su mirada se suaviza.

―Es mejor que no recuerdes.

―Por favor, dime ―ruego.

Él no responde a mi solicitud. En cambio, se gira. ―No deberías haber perdido tu dinero.

Estrechando los ojos, lo miro. ―Felizmente gastaría mi dinero en un hombre que pasó ocho años en prisión ocultando una verdad que debería haber sido revelada hace mucho tiempo.

Endurece su mandíbula y sus ojos se apartan. ―No sé lo que quieres decir.

De repente, estoy furioso. Él sabe exactamente lo que quiero decir.

taking sehun  |  sebaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora