Capítulo 10

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Acabo de completar el final del videojuego al que le estoy dando este verano y me siento feliz ^_^ Y sin más motivo, os subo capítulo nuevo XDDDDD

C'est la vie.




27 de julio de 2022, La Galera, Tarragona



Natalia no volvió a conectarse en tres días. Tal fue el silencio sepulcral de aquella semana que temí que hubiese cometido alguna estupidez. Nada demasiado grave, no era una chica tonta, pero sí lo suficiente como para preocuparme. Por suerte, Laura y Milo la vigilaban de cerca. Ella intentaba fingir que todo iba bien, que no había habido grandes cambios en su vida, pero las visitas continuas a la reserva natural y la tensión que la acompañaba ponían en evidencia que nuestra conversación le había afectado. Para bien o para mal, eso quedaba totalmente en el aire. Yo seguía con mi vida en La Galera, tratando de sobrellevar aquella última semana de trabajo como mejor podía. Mi madre seguía preguntándome día a día qué iba a pasar el sábado, si iba a subir a San Rafael una temporada o si tendría que bajarme a la niña, pero yo no sabía qué responder. Lo que antes había sido una decisión clara ahora se había convertido en un océano de dudas por el que buceaba sin llegar a ningún lugar. No quería saber nada... pero a la vez, lo quería saber todo.

Necesitaba saberlo todo.

Era demencial.

—Oye, Elisa, ¿quieres que me quede yo esta tarde? Tienes cara de cansada.

Irene era una santa. Mi querida ayudante de veterinaria estaba logrando mantener a flote el negocio a pesar de que mi cabeza estaba muy lejos de la clínica. Siempre la había considerado una magnífica profesional, pero ahora que por fin había tenido la oportunidad de mostrar su valía, me lo había confirmado. Sin lugar a duda, había sido un gran acierto contratarla a ella, independientemente de lo joven e inexperta que decía su currículum que era.

—Estoy bien, tranquila, es el último empujón. Después, hasta final de agosto, nada de nada. Voy a echar de menos curar patitas y poner vacunas. ¿Tienes planes para el verano?

—¿A parte de no madrugar? —Irene lanzó una sonora carcajada. Siempre era pura alegría—. Pues mi padre nos va a llevar a mi hermana y a mí de safari. Nos lo comentó hace un mes y lo aceptamos sin dudar. El pobre se pensaba que ya no me apetecería ir con él. Por lo de tener veintitrés años, ya sabes.

—Nadie se negaría nunca a un viaje de esos.

—¡Pues eso mismo digo yo! —Volvió a reír—. Me muero de ganas de ir. Él decía de ir al Masái Mara, como todos, pero nosotras le hemos propuesto ir al Serengueti. Con un poco de suerte, nos dirá que sí. Al fin y al cabo, no hay tampoco tanta diferencia de precio...

—Menudas dos arpías que debéis ser tu hermana y tú —bromeé—. Pues suena muy bien, la verdad. Ya me enseñarás fotos.

—¡Pues claro! ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer este año?

Aproveché los pocos metros que me quedaban hasta el almacén donde estaba guardando los nuevos sacos de comida dietética de perro para pensar la respuesta. Llevaba tantos días planteándome la misma pregunta que resultaba cómico pensar incluso que ahora podría dar una contestación real.

Dejé el saco junto al resto y volví a la recepción, donde Irene se encontraba en el mostrador, pasando un pañuelo desinfectante por el mostrador. Pasé a su lado y empecé a ordenar los recibos del datáfono por hora.

El renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora