Todos necesitamos ir a terapia.

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9 de agosto.

12:15 pm

Dakota


Quiero conseguir justicia por Kiana.

Porque ahora nadie lo va a intentar, solamente yo.

Esto es un tema demasiado serio y grande, y mis padres se están limpiando las manos dejando que esto no consiga una respuesta. Tan solo hay que pensar que tal vez el asesino vuelva a querer matar a alguien. Tal vez sea algo contra la familia, y la siguiente soy yo.

Por eso mismo, me estoy dirigiendo hacia la casa de los Leroux junto con Andrew que se encuentra confundido y sin respuestas, solamente dejándose llevar por mí.


—¿A dónde vamos? —me cuestiona, pero yo sigo sin dar respuestas— Dakota, por favor, contéstame.


Se que si le doy la respuesta tratará de detenerme, querrá que hablemos y razonemos, pero es lo que menos quiero, quiero ir directamente a la acción, conseguir la venganza que necesito y tener paz.

Necesito paz.

Después de una larga caminata que pensé que no lograría, estamos frente a la puerta de los Leroux.


—¿Por qué estamos aquí? —murmura Andrew con un tono cansado de voz.

—Tras esta puerta está la persona que mato a Kiana —respondo con alta seguridad.

—Necesitamos pruebas —sugiere— no podemos inculpar así.


Es cierto, necesito pruebas.

Mi única prueba es un moretón que pudo haber sido por cualquier cosa.

No puedo hacer esto después de que la familia Leroux me ha ayudado y cuidado. No sé si lo han hecho por amabilidad o por lastima, pero de verdad me han ayudado en cierto modo.


—Tienes razón —confieso a Andrew, haciendo que el levante sus manos en señal de victoria— vámonos a nuestra casa.


El asiente y nos damos vuelta para retirarnos. Estoy dispuesta a tomar el tiempo que sea necesario para encontrar a la persona responsable. Y cuando lo logre, podre ver que valió la pena todo el tiempo.

Escuchamos un ruido atrás de nosotros y volteamos al mismo tiempo.


—¡Dakota! —exclama Roselyne demasiado alegre— llegan justo a tiempo.

—¿para qué? —pregunto tratando de no sonar grosera.

—Hemos hecho unos panecillos de zanahoria y plátano, es la primera vez que los hacemos, sería un placer tenerlos como comensales.

—Claro —afirmo Andrew demasiado embobado con la belleza de Roselyne— nos quedamos, sin problemas.


Le dedico una mirada asesina, mientras que Roselyne sonríe y nos indica que pasemos. No sé qué es lo que tiene ella, pero algo te obliga a obedecerla, no es miedo, es algo parecido al respeto y a la admiración. La acompañamos hasta su comedor en donde se encuentra su familia sentada y conversando.


—Tenemos compañía —anuncio alegre Roselyne.

—¿Otra vez tu? —cuestiono Joe fastidiado dirigiéndose a mí.

Todos somos culpables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora