25 de agosto.
10.30 am.
He vuelto a la escuela, después de un fin de semana sin nada relevante o entretenido y me la pase toda la noche anterior pensando si esto sería lo más adecuado, pero el factor que me convenció de hacerlo fue el hecho de que estar en mi casa no me ayudaba en nada, solo me deprimía más ahí adentro y necesito empezar a sentirme mejor para pensar mejor. Es la hora de receso y yo estoy en una banca comiendo una manzana. Antes solía sentarme aquí con Luna y a veces se unía Mathew, pero en cambio, hoy se encuentran ambos junto con más compañeros en dos bancas delante de la mía, siento una nostalgia al verlos a ellos vivir su vida, disfrutar su adolescencia y yo estoy aquí sentada sola, comiendo una manzana que seguramente tuvo más amigos que yo mientras crecía en su árbol. Una sonrisa llega a mi cara por la ocurrencia anterior, pero una persona llega por atrás mío sacudiendo mi cuerpo por el susto.
—Hola loca —es Florence que como siempre viene acompañada de Edmund.
—Hola —respondo tajante.
—¿Por qué siempre tienes que ser tan grosera conmigo? —finge estar ofendida.
—No me has dado razones para verte como una amiga —ambos toman asiento frente a mí y comen de lo que traen.
—Ten, mi mamá te lo manda —me entrega un plato con ensalada y sándwiches calientes.
—No tengo hambre —soy honesta, la manzana me es suficiente.
—La que no deja que seamos amigas eres tú —comenta con ironía— yo tengo una lista muy larga de ventajas como persona.
—Dímelas.
—Empecemos con el hecho de que soy muy inteligente, las personas inteligentes son mil veces mejor que las demás —su tono de voz suena demasiado seguro— y como punto extra soy hermosa, aunque la sociedad no lo quiera aceptar el buen físico atrae muchas oportunidades y cosas buenas en la vida.
Tiene razon, es muy linda y las miradas de los chicos pasan muy seguido por ella, no puede entrar a un lugar sin hacerse notar.
—Y tambien debemos considerar muchos hechos más que me favorecen, solo que no tengo ganas de alabarme hoy.
—Está bien —es lo único que se me ocurre responder.
—¿Y?
—¿Qué? —no entiendo a qué se refiere.
—¿No consideras eso como bueno para ser amigas?
—Ohhh —finjo asombro— la niñita narcisista me está pidiendo ser su amiga, que emoción.
No responde nada y mantiene su cara seria, al parecer si sirvió lo que dije anteriormente.
—Ok —habla esta vez, pero con menos fluidez— la verdad es que te quiero ayudar a encontrar al culpable.
—¿Por qué?
—Porque considero que no estan haciendo lo suficiente para encontrarlo, son muchas personas ayudando, pero realmente ninguna da respuestas.
—¿Y qué propones que hagamos? —pregunto pues está empezando a fastidiarme.
—Trabajemos juntas, dime todo lo que sepas y te ayudare.
—¿Y por qué tengo que confiar en ti?
—Porque si no quisiera ayudarte ni siquiera me molestaría en estar aquí contigo perdiendo mi tiempo —ella tambien está comenzando a fastidiarse de mí.
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Todos somos culpables.
Mystery / ThrillerKiana y Dakota son hermanas inseparables, hasta que la palabra "inseparable" se acaba con el asesinato de Kiana. Dakota busca por cielo, mar y tierra al culpable. En el proceso lucha contra los demonios que la arrastran al pasado. Logra quitarse la...