Azul favorito.

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29 de agosto.

2:25 pm.

Joe Leroux.


Viernes. Siempre los viernes eran aburridos para mí, para la mayoría de los jóvenes era el mejor día de la semana, pues las clases acababan y podían salir de fiesta con amigos o hacían otras actividades para entretenerse, pero para mí no. Striller era tan aburrido, las personas de aquí solo se divertían con fogatas los fines de mes, como hoy, habría una por parte de los jóvenes integrantes de la iglesia de Johnny Gastrell, el padre de Dakota, que por cierto el recordarla hace que tome mi celular y le envié un mensaje.


Joe: Hola ridícula, ¿quieres salir a buscar más pistas?


Espero su respuesta, en sí, no tengo ganas de abrumarme con ese tema más, tampoco quiero que ella lo este, pues le ha afectado tanto la muerte de su hermana y lo que ha pasado después. Quiero que salgamos a distraernos, aunque sea un rato.


Dakota: Claro, solo termino mi tarea y voy a tu casa.


Sin saber porque siento una ola de nervios en mi estómago. Solo estoy aburrido y ella es la única amiga que tengo. Los jóvenes hombres de aquí son muy correctos en todo y a mi ese tipo de gente me fastidia demasiado. Intente socializar un poco con Mathew Baker, pero es la persona más aburrida que he conocido en mi vida. Igualmente intente ligar chicas, pero solo me hablaban de su dios e inmediatamente las descarte.

No sé el porque me gusta pasar tiempo con Dakota, supongo que es porque ella ya no es asi. Recuerdo las primeras veces que la vi, a veces la podía mirar desde mi ventana y siempre estaba leyendo algún libro o regando las flores de su jardín me quería acercar a saludarla e intentar ser amable con mi vecina, pero su aura era tan aburrida. Suelo ver a una persona y ver que es un color en especial.

Dakota al principio era un amarillo pálido que a veces se veía gris, era un color que ahuyenta, cuando paso lo de Kiana, cambio a un naranja, un naranja vivo con destellos verdes y ahora es un rojo intenso, rojo que encandila, a veces vuelve a ser ese amarillo, pero solo es en pequeños ratos.

Después de diez minutos alguien llama a mi puerta y la abro, no sé porque siento emoción pensando que es ella, pero esa emoción desaparece cuando veo la cara de mi hermana Lea.


—Tu novia está esperándote en la sala —bromea y solo ruedo los ojos— ¿Qué es lo que pasa entre ustedes?

—Nada —respondo mientras busco las llaves del auto.

—Tu no sueles invitar a las chicas a salir ni nada de lo que sea que estes haciendo.

—Ok —gruño secamente para que se valla.


Se acerca a mí con el mentón levantado y ya sé que es lo que hará. A veces suele ser muy fastidiosa.


—Sea lo que sea que estes haciendo, para de una vez —se coloca al frente mío y se muestra dominante pero mi altura la sobrepasa— no está en condición para que la vallas a lastimar con tus tonterías.

—Tu ya lo has hecho, solo que todavía no se ha enterado —la humillo y sus ojos se abren borrando esa cara amenazadora que tenía.

—No le dirás nada, Joe.

—Aja.


Salgo de mi cuarto dejándola a ella adentro y mientras bajo las escaleras empiezo a sentir emoción y nervios. La veo sentada en el sofá mientras lee una revista de las que mi madre deja ahí. Su cabello castaño esta suelto, pero peinado, trae puesta una camisa de manga larga de color naranja y un pantalón negro. Siempre suele llevar camisas de manga larga y pantalones, siempre está tapando su piel lo más que se pueda. Supongo que es porque le avergüenza ser tan delgada. Si es muy delgada, en eso no puedo mentir, pero me parece linda aun asi.

Todos somos culpables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora