22 de diciembre/ 6 años atrás.
3:40 p.m.
Los copos de nieve caen sobre los niños que se encuentran jugando con ellos, formando distintas figuras, volando su imaginación con sus manos, los últimos rayos del sol iluminan esas sonrisas puras, están a punto de dejar de ser niños, para enfrentar los verdaderos problemas que da la vida.
—Hay que hacer equipos y el que haga el mono de nieve más bonito gana —propuso sonriente la pequeña Kiana.
Sin duda era bella, empezaba a llamar la atención de los niños varones cuyas hormonas los estaban transformando en adolescentes. Rondaban desde los 11 hasta los 14 años.
Obedecieron la orden de Kiana y formaron sus duplas. Kiana y Luna formaron una pareja, dejando a una pequeña Dakota triste fuera de equipo. Se acercaba a distintas niñas para juntarse con ellas, pero todos conseguían a alguien antes de que ella llegará.
Y es que siempre era así, su hermana era el centro de atención en todas partes, no la nombraban por su nombre, la identificaban como "la hermana de Kiana" y eso perjudicaba en todos los sentidos. Busco con la mirada a Mathew, con la esperanza de que el pudiera formar parte de su equipo, pero se esfumo al ver que él estaba con Andrew, quien a pesar de ser un joven de 17 años se estaba divirtiendo como un niño de 6 años.
Dakota no pudo evitar sentir la soledad así que se marchó, mientras caminaba cargada por la tristeza y derramando una lagrimas amargas. La escena era conmovedora, pero nadie se daba cuenta de aquella pequeña niña llorando con decepción. Paso al lado de varios adultos sin lograr obtener la atención que necesitaba.
¿Acaso la niña era invisible?
Se encontraban en un campamento religioso en el suroeste de Canadá. John y Vanessa Gastrell estaban empezando su pastorado en la iglesia que se encontraba en tierras británicas, ahora tenían que crear lazos con todas las personas que pudieran porque les serviría en futuro. conviviendo con los otros pastores dominicales. Siempre mostrando que la imagen de fuera es más importante que la de adentro.
Albert Gray, estudiante de teología en la universidad real canadiense. A sus 24 años ya había dado cientos de conferencias acerca de lo que para el significaba su religión. Sin duda era un gran ejemplo de persona, todos los años sus caridades eran muy aplaudidas. Su corazón era tan puro y limpio para todos. Lo reconocian por sus grandes donaciones a casa hogares o cuando viaja a Africa a proporcionar alimentos y muchas acciones mas que habia hecho eran por lo que se identificaba.
La pequeña Dakota corrió adentrándose al bosque impulsada por sus sentimientos. Sus lágrimas resbalaban de sus mejllas y la fuerza del viento se las llevaba.
Albert leía la biblia en la entrada de su cabaña, pero de reojo pudo ver una pequeña silueta. Guiado por la curiosidad dejo la biblia en su mesita y se dirigió a seguirla. Sus zancadas eran largas así que no tuvo que correr para alcanzarla. Vio que era la hija menor de los Gastrell y sintió una gran compasión por verla llorar, en sus ojos se reflejaban un gran dolor que toco su corazón. Decidió no acercarse, esperar para ver que hacia la niña y poder ayudarla.
Las piernas de Dakota empezaron a flaquear, su corazón latía acelerado por el agotamiento, pero lo que más le dolía era lo interior.
¿Cómo teniendo tantas personas a su al redor, seguía estando sola?
¿Qué era lo que estaba mal en ella?
Sus rodillas tocaron el piso, se encontraba vencida. Una mínima acción había podido derribarla. Tan frágil como una copa de cristal. Va acumulando grietas que poco a poco la destruyen. Eso pensaba en ese momento. La niña se sentía con una gran presión en su pecho. Una presión que le estaba impidiendo respirar y necesitaba sacarlo de algun modo, pues ahi adentro solo le cortaba la respiración. Soltó un grito desgarrador que hizo a Albert brincar en su lugar. Ella al ver que le sirvió, decidió repetirlo, asi que dejo salir otro grito estremecedor, raspaba en su garganta, pero no le importo vio que eso era relajante y siguió haciéndolo, soltó grito tras grito.
Los árboles del bosque abrazaban a la pequeña niña, los copos de nieve caían sobre ella, el viento la empezaba a refrescar cada vez más, pero ella se sentía bien, se sentía segura a pesar de estar demasiado lejos de la civilización.
Albert solamente miraba la escena, sin mover un dedo, le parecía extraño el comportamiento de Dakota, empezó con los gritos y ahora se reía sin razón alguna, en sus risas eran liberadas ciertas lágrimas, muy raro para él.
En cambio, ella se sentía mejor ahora. Le parecía increíble como había modos tan peculiares para desahogarse. Como en esos gritos salieron las preocupaciones y problemas interiores que la estaban ahogando. Ahora volvería al campamento y tendría que fingir que no paso nada. Diría que fue a explorar el bosque y se perdió, si le preguntan por qué tardo tanto tiempo. Si tan solo alguien noto su ausencia.

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Todos somos culpables.
Misterio / SuspensoKiana y Dakota son hermanas inseparables, hasta que la palabra "inseparable" se acaba con el asesinato de Kiana. Dakota busca por cielo, mar y tierra al culpable. En el proceso lucha contra los demonios que la arrastran al pasado. Logra quitarse la...