1 de septiembre.
8.30 am
Nuevamente es lunes, el fin de semana paso demasiado rapido, solamente conviví con los Leroux y siendo honesta, me sentí demasiado bien, como no me había sentido en mucho tiempo. Pasé más tiempo con Joe que con todos los demás, no sé qué es lo que estaba empezando a pasar entre los dos, pero era lindo, tuve la esperanza de ser amada otra vez, aunque no que quería permitir sentir nada. Pues sabía muy bien que si me volvían a romper el corazón una vez mas no lo soportaría. Todo dentro de mí era tan frágil.
Decidí irme caminando a la escuela hoy, pues me estaba empezando a sentir mejor, con más ánimos de hacer cosas, incluso podría caminar por el techo si me lo propusiera.
El clima era agradable, estaba fresco, el suéter que traía me calentaba lo suficiente como para estar cómoda. Había cierto olor a menta en el aire, no sabía a qué se debía, pero no me quejaba. Traía puestos mis audífonos mientras mi repertorio se reproducía al azar.
Percibí cierta fragancia que me era muy conocida, no la lograba identificar de quien era, pero sabía que era de alguien cercano. Empecé a buscar el origen con mi vista, hasta que lo vi recargado sobre la pared de un puesto, estaba encendiendo un cigarrillo y mantenía su mirada antipática. La sangre me empezó a hervir y todo en mi mente era rabia, esta vez no estaba su hermana para defenderlo.
A pasos acelerados me aproximé a él y lo primero que pude hacer fue soltarle una cachetada que tumbo su cigarrillo y dejo mi mano hirviendo.
—Eres un idiota —comencé a llorar por el enojo y no podía hacer más que empujarlo— ¿Cómo pudiste hacerle eso?
Él no me contesto, solo me miraba y no podía definir nada en sus ojos. Seguí empujándolo, pensando en que reaccionaria pero no lo hacia
—¿Por qué? —lo cuestione intentando calmarme.
—No lo sé, Dakota —saco otro cigarro de su bolso, pero de un manotazo lo tire— solo se dio.
—¿solo se dio? —repetí lo que dijo y no podía dejar de llorar
—Ya nada estaba bien con nosotros, pero ella no se quería ir.
—Claro que no se quería ir —la sangre me hervía— iban a tener un hijo, joder, un bebe. Lo que menos quería era dejarlo sin padre.
—Ni siquiera sabía si era mío —fue la gota que derramo el vaso y lo único que pude hacer fue soltarle otra cachetada que termino con su paciencia y lo hizo pararse firme.
—¿Qué quieres que haga ahora? ¿le pido perdon? —la ironía en su voz comenzaba a fastidiarme.
—Jodete Tyler —dejé salir todas las lágrimas que pude— jodete.
Seguí caminando, pero una cosa más vino a mi cabeza y me regresé.
—¿Con quién? —él sabía muy bien a lo que me refería.
—Lea —pronuncio firmemente y sentí mi mundo caerse.
Por impulso le solté un puñetazo que lo hizo tambalearse, me di media vuelta y sin mirar atrás me fui. Ahora más que nunca estaba enojada, decepcionada y solamente quería dejar salir esto.
Llegué a clases y estuve ahí, pero no podía más, en mi mente solo pasaban mil ideas de arreglar esto, estaba comenzando a faltarme el aire. Sin pedir permiso al profesor me salí de clases y me dirigí al baño, con cada paso que daba sentía mi corazón salirse por mi boca, las uñas se me estaban enterrando en la palma de mis manos, pero no me dolía. Tuve que agarrarme del lavabo para no caerme porque estaba comenzando a marearme y como si fuera mi jodido día de suerte, Florence entro por la puerta del baño.
—Hola, loca—en su voz no había ninguna malicia como antes.
—Lárgate —espete muy enojada.
—¿Qué? —pregunto extrañada.
—¡Lárgate, Florence! —no pareció entender y se acercó a mí.
Antes de que ella pudiera tocarme sali corriendo del baño y la sentí pasos atrás de mí, la oí gritar mi nombre, pero nada me detuvo. Sali corriendo de la escuela y no me detuve para nada, en ese momento solo era yo contra todos. Corrí y corrí hasta quedar en la puerta de su casa. Toqué la puerta lo más fuerte que pude, no me importo nada. Al ver que no abrían empecé a patearla.
—¿Dakota, que pasa? —salió Roselyne y empuje la puerta para poder pasar.
Por bendita suerte Lea y Joe estaban sentados en el sofá mientras leían, sin pensarlo me aproxime a ella y le solté un puñetazo.
—¡Dakota! —me grito su madre, pero esto no me importo pues lo seguí haciendo.
—¿Cómo pudiste? —pregunte mientras lloraba casi gritando, Joe intervino y me sostuvo por la espalda, su fuerza era mayor a la mía asi que esto me detuvo y deje de golpearla.
—¿Qué paso? —Roselyne nos miraba sorprendida a ambas.
Lea solo lloraba en la esquina del sofá y sus ojos estaban cargados de culpa.
—Dile lo que paso —la rete, pero ella seguía llorando sin consuelo— está bien yo le digo.
—No —en la voz de Lea solo había suplica, pero esto no me detuvo.
—Lo que pasa es que su amada hija Lea estuvo acostándose con Tyler, el novio de mi hermana, mientras Kiana y Tyler aún estaban juntos.
Los ojos de Roselyne se abrieron y solo pudo quedarse viendo fijamente a su hija, estaba tan sorprendida y no podía ocultarlo.
—¿Es eso cierto, Lea? —le pregunto con un tono demandante.
Lea solo lloro más y esto fue la respuesta clara a su cuestionamiento. sentí su mirada dirigirse a mí, pero en realidad estaba sobre Joe.
—¿Tu lo sabias? —sentí mi corazón detenerse mientras esperaba la respuesta.
—Si —respondió el y de un jalón me pude soltar de él.
Definitivamente me habían vuelto a romper el corazón. Solamente pude verlos a ambos a los ojos y mostrarles la gran decepción que sentía de ellos. Me dolía mucho, sin hacer o decir nada más Sali de la casa, tambien llamaron a mi nombre para que me detuviera, pero ya nadie podría parar lo que estaba a punto de hacer.
Este era el colapso de todo y solo tendrían que soportar las consecuencias. El día estaba llegando, si no es que ya lo había hecho.
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Todos somos culpables.
Mystery / ThrillerKiana y Dakota son hermanas inseparables, hasta que la palabra "inseparable" se acaba con el asesinato de Kiana. Dakota busca por cielo, mar y tierra al culpable. En el proceso lucha contra los demonios que la arrastran al pasado. Logra quitarse la...