Todos somos culpables.

Zoé

5 de septiembre.

7:10 pm

Zoé Lynn.

Cada día me acerco más al fondo, la mochila se vuelve más pesada y mi espalda ya no la soporta. Es la segunda botella de vino que me tomo en el día, lo hago con la esperanza de que se me olvide todo, solo deseo salir de esta realidad y no volver.

Lo que hice estuvo muy mal y ya nada me ayuda a sentirme mejor, ni a llenar este vacío que mi mejor amiga me ha dejado.

Fue la mejor persona que pude conocer, como ella no habrá ninguna nunca más.

Aún recuerdo el día que nos conocimos;

Striller era un lugar nuevo para mí, mis padres se habían separado y mi madre se había quedado conmigo, como si fuera una mascota nada más. Desde el día que se separaron no había visto a mi padre, pues se encargó de desaparecer de la faz de la tierra.

La nueva escuela tampoco me había recibido muy bien, pues todos a los quince años ya tienen sus grupos formados. Era mi primer receso aquí y lo pasaría sola, genial.

Me senté debajo de las gradas del campo de fútbol, saque el traste de la comida que me mando mi madre con una notita que decía "mucha suerte en tu primer día de clases<3" me causo una nostalgia pues me sentía triste y sola.

Pero para mi suerte alguien me vio, unos ojos cafés claros se posaron sobre mí, curiosos y alegres. Una chica delgada, café castaño y una linda sonrisa se sentó a mi lado.

—Soy Kiana —extendió su mano derecha y la tome.

—Me llamo Zoé.

—Que lindo tu cabello rubio —tomo uno de mis mechones entre sus dedos y jugo con él.

Desde ese día nos volvimos inseparables, pues estuvo para mí, cuando dos semanas después de mudarnos a Striller falleció mi madre y yo estuve para ella cuando aparecía con nuevos moretones ocasionados por su padre o las veces que se soltaba llorando sin decirme la razon.

Nunca le exigí explicaciones de nada, éramos ella y yo contra todos.

Hasta el día que llego Tyler, al principio era divertido, pues pensábamos que solo sería un chico más, pero no, conectaron tan bien que la conexión que teníamos ella y yo murió poco a poco, cada vez éramos más lejanas, cada vez me contaba menos sus cosas. Hasta que llego el día que exploto todo con Tyler y yo sin dudarlo volví a estar para ella. Pense que habíamos vuelto a ser nosotras dos, pero al parecer me equivoque.

Todo esto me sofocaba, era más fuerte que yo.

Necesitaba sacarlo.

Asi que guiada por el alcohol tome mi celular y marque al número de Dakota.

Timbro varias veces y al parecer no iba a contestar.

—Hola —contesto finalmente, se escuchaba agitada.

—Dakota, necesitamos hablar.

—Estoy un poco ocupada, Zoé —parecía no tener ganas de hablar.

—Es sobre la muerte de Kiana.

Hubo un silencio incomodo.

—Te mando la ubicación y vienes —contesto tajante y colgó.

Ya había hablado y ahora necesitaba decírselo a ella, era el único modo de sentirme bien. Tomé mi bicicleta y me dirigí al lugar al que me había enviado Dakota, se me hacía conocida la ubicación, pero no recordaba de dónde.

Después de 5 minutos llegue al lugar y ella me estaba esperando afuera, no sabía muy bien que era lo que estaba haciendo, pero no le cuestione nada.

Baje de mi bicicleta y la salude de beso en la mejilla. Creo que noto mi olor a alcohol pues su ceño se arrugo, pero no dijo nada.

—Sígueme —me indico y yo obedecí.

La casa estaba un poco desordenada y había pétalos de rosas sobre el piso, no podía disimular lo confundida que estaba, pero seguí sin decir nada.

—Acá abajo —abrió la puerta del sótano, estaba oscuro y no pude evitar sentir miedo, ella venia atrás de mi apuntando con el flash de su celular.

—¿Zoé? —escuche la voz de Luna.

El flash del celular de Dakota me mostro a Tyler, Luna, Lea y un chico nuevo amarrados en sillas. Trate de correr, pero Dakota fue más rápida que yo, coloco un trapo escurriendo de alcohol sobre mi nariz y esto cumplió su efecto.

Todos mis pensamientos se desvanecían poco a poco y ya no había vuelta atrás para esto.

Era el momento de dejarlo ir.