21 de agosto.
11:30 am.
Dakota Gastrell.
Siento mi cuerpo pesado, me duele todo. Al abrir mis ojos puedo ver que estoy en un cuarto de hospital.
¿Qué me paso?
Tengo un mal presentimiento, algo dentro de mí me carcome. Trato de moverme, pero mis músculos fallan, uno de los movimientos que hago solo me provocan un quejido de dolor. Esta habitación es completamente blanca, y hace que me abrume, el silencio que abunda me causa un escalofrió, realmente me estoy asustando. Mi pecho empieza subir y bajar por la agitación. Me siento como cuando tienes una parálisis del sueño. El no poder moverme es lo peor. Trato de gritar, pero fallo, tengo la garganta reseca y raspa al momento de forzar mis cuerdas vocales. La desesperación está apoderándose de mí, la ansiedad llega y empieza a expulsar el miedo corriendo por todas mis venas.
La perilla de la puerta empieza a moverse trayendo un alivio para mí. Mi padre entra y ese alivio queda en suspenso. No es lo mismo que antes, de eso estoy segura. Nada volverá a ser lo mismo.
Mi padre se sienta en el sofá sin decir palabra alguna y eso es lo que más me asusta, su mirada ni siquiera topa la mía. Simulo la incomodidad distrayéndome con alguna otra cosa, checo mi cuerpo para ver que todo este completo y lo está. Solamente tengo unos rasguños y moretones, todo superficial, pero mi cabeza me pulsa del dolor, cierro mis ojos desconectándome de todo afuera.
Rato después la puerta se vuelve abrir y esta vez es un señor que por su bata blanca y el porte que tiene me dice ser el doctor. Pregunta por mi condición y respondo a todas sus preguntas con honestidad, receta muchas medicinas y me indica cuando y como tomarlas. Me dejan salir y es lo que menos quiero, me encuentro tan cansada como para volver a mi vida normal.
Salimos del hospital mi padre y yo, el silencio es incómodo para ambos, pero demasiado tenso y agotador. Solo miro a través de la ventanilla, mi pequeño pueblito, el lugar en el que crecí, ahora va creciendo poco a poco. El futuro es incierto e inquietante.
Llegamos a nuestro hogar y entramos nuevamente sin decir alguna palabra, mi madre se encuentra sentada en el sillón mientras lee, su mirada se cruza con la mía y me decepciono por el hecho de no ver ni siquiera un poco de felicidad por tenerme bien ahí nuevamente.
¿Qué es lo que le pasa? ¿Por qué cuando paso lo de Kiana si se puso triste y ahora por verme no hay emoción alguna?
Ignoro el nudo que se forma en mi garganta mientras subo las escaleras con la felicidad de que veré a Andrew. Entro a mi cuarto y no está ahí, hay una carta en mi cama y sin yo saber lo que dice ya sé lo que ha pasado, inevitablemente empiezo a llorar y me siento en mi cama para leerla.
"Dakota, mi hermana pequeña, de verdad lo siento tanto, me he venido nuevamente a la universidad, tengo que seguir estudiando para pronto poder sacarte de ahí. No te imaginas cuanto lo he pensado y aun lo sigo dudando. Yo sé que todo esto es muy difícil para ti, yo sé que la herida está muy abierta todavía. Para florecer hay que pasar una metamorfosis, normalmente son doloras, pero el resultado lo vale. Eres una oruga que se está transformando para bien. Serás una mariposa grande y fuerte, la belleza no solo es interior. Te quiero dejar muy en claro que no estás sola, estoy contigo a la distancia, aparte hable con los Leroux y les he dicho y dejado instrucciones, ellos están de tu lado y dispuestos para ti para cualquier cosa que necesites, lo que sea. Yo sé que ahorita no quieres confiar en nadie, pero necesito eso. Ellos son una buena familia y entienden tu situación. Solo te quiero pedir que por favor no le lleves la contraria a nuestro padre en esta situación, estas débil, hermanita. Yo sé que será difícil para ti, pero es lo que consigo como traerte a vivir conmigo. Te amo"
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Todos somos culpables.
Mystery / ThrillerKiana y Dakota son hermanas inseparables, hasta que la palabra "inseparable" se acaba con el asesinato de Kiana. Dakota busca por cielo, mar y tierra al culpable. En el proceso lucha contra los demonios que la arrastran al pasado. Logra quitarse la...