XIII

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El cuerpo le dolía horrores. Tenía rasguños, mordidas y golpes en al menos tres cuartas partes de su cuerpo.

Inmovilizado a la cama, desnudo, con el labio roto, y su visión obstruida por la venda. No pudo ver qué pasaba entre la inconsciencia hasta que se supo liberado. Como pudo, siguió indicaciones y se vistió a prisa el camisón que estaba sobre el colchón. Se había quedado seco de tanto llorar, afónico de tanto gritar. Se habían turnado entre dos para violarlo repetidas veces y ahora se sentía completamente vacío, sucio y sin alma.

¿Qué más daba si moría?

¿No era acaso mejor que tener que lidiar con ese sentimiento corrosivo latiendo bajo su piel?

Pero luego pensaba en su abuela. En su pequeño hermano que habían tenido que meter a la incubadora después de la muerte de su madre.

Si había algo por lo que seguir luchando y mantenerse con vida, eran ellos.

Continuamente se preguntaba si Menma habría sobrevivido. Había nacido prematuramente y sin una madre a la que aferrarse o un padre que lo sostuviera y le prodigara múltiples muestras de afecto. Incluso él mismo se consideraba un pésimo hermano por no estar para él.

Cada intento frustrado por llamar a su abuela era en parte para enterarse, para saber si Menma seguía con vida o no.

Se dio cuenta qué en ese momento no importaba. Aún si estaba con vida, él no podría verlo nunca más.

Supo lo que Sasuke había hecho tan pronto leyó por completo el acuerdo prenupcial que forzosamente había firmado.

Con los ojos cerrados, se dejó conducir por uno de los Uchiha hacia el automóvil, aguardando por su futura muerte. Los recuerdos sucediéndose en su cabeza como una película a cámara lenta y en baja resolución.

"Es tan pequeño"

Recordó haberse acercado al vitral para verlo mejor. Sasuke lo había acompañado esta vez, pero no decía nada. Y Naruto se sentía demasiado conmocionado aún por la muerte de sus padres como para dar pie a alguna conversación que acarrearía toda suerte de monosílabos por respuesta. Así era Sasuke, frío por fuera pero cálido por dentro.

-Necesitará muchos cuidados- se apartó del cristal poco a poco, bajando la mirada al pensar en el enorme listado de medicamentos.

La cuenta del hospital iba haciéndose cada vez más grande y su abuela no contaba con los suficientes ingresos para hacerse cargo. Ni siquiera si él conseguía dos empleos sería capaz de cubrir los gastos semanales del hospital, sumado a lo que ya debían del entierro de sus padres. Las deudas se habían ido acumulando desde entonces.

-No te preocupes, Menma. Estarás bien. Encontraremos una forma- murmuró, acariciando el vitral de las incubadoras.

Silente, Sasuke le puso una mano sobre el hombro y lo instó a caminar. Afuera había comenzado a llover.

Al subir a la parte trasera del vehículo, vio de refilón a su acompañante. Un serio joven de mirada oscura y desaliñados cabellos negros que le sonreía con una extraña mezcla de empatía.

-Tranquilo, vas a estar bien- le oyó decir, pero no entendía a lo que se refería. Estaba tan roto ahora que ya todo le daba igual.

Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora