XXIII

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Naruto había entrado en un estado de shock profundo que persistió aun despues de hallarse a varios metros de distancia del edificio. Creía reconocer el interior del vehículo, pero no estaba prestando atención a nada. Vio a Deidara conduciendo el automovil, la velocidad enmarcada a ciento cincuenta kilometros por hora.

Notó que Deidara aferraba el volante con muchísima fuerza, su boca se movía una y otra vez como si estuviera despotricando contra algo. Aun estando de perfil, Naruto vio las gruesas lágrimas que se desbordaban de los ojos azules. Cuando el apretón en su muñeca se volvió más perceptible, viró el rostro hacia su derecha, deseoso de encontrar el rostro de Itachi junto a el. Pero en cambio, Sasori sonreía tenuemente, como si tratara de inculcarle ánimos inexistentes.

Se dio cuenta de que iba recostado sobre las piernas del pelirrojo y además tenía un grueso trozo de tela envuelto en la pierna. Itachi se la había anudado antes de...antes de...

Naruto se dobló ante un nuevo y doloroso espasmo en la herida que sacudió la neblina de su mente y lo devolvió bruscamente a la realidad. Todo había sucedido tan rápido que su mente no fue capaz de asimilarlo hasta pasados unos minutos.

Reuniendo la poca fuerza que le quedaba, quiso levantarse, mirar el asiento del copiloto y cerciorarse de que Itachi estaba allí. Pero en el fondo sabía que era imposible. Porque de ser asi, Itachi estaría sosteniendolo y no Sasori. Sería Itachi quien le dijera que resistiera otro poco y que ya estaban cerca del hospital.

En algun punto, Naruto reemplazó el rostro de Sasori por el del Uchiha, pero no pudo aferrarse mucho a esta imagen porque un ruido atronador lo dejó aturdido. Deidara frenó de golpe el vehículo y descendió a toda velocidad para ayudar -muy a su pesar- al pelirrojo.

Entre Sasori y él bajaron cuidadosamente a Naruto, quien, todavía paralizado, mantenía la mirada perdida en el firmamento. O en lo que creyó que era, puesto que en vez de ver nubes, vio una densa capa de humo cubriendolo todo.

-Deprisa- se exaltó Sasori al divisar la camilla a pocos metros de distancia.
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Sentía que se ahogaba. El aire le era suministrado por medio una mascarilla de oxígeno y ni siquiera era suficiente.

-¡Vamos, Itachi...!- oyó una voz en algun lugar cercano. Podía escuchar claramente el sonido de la sirena. Una opresión se cernía en su pecho y mediante ligeras descargas eléctricas, Itachi pudo reaccionar por unos instantes.

Kisame y Shisui lo habían ayudado a salir por una de las ventanas laterales del noveno piso, pero vagamente recordaba que algo había salido mal. Y ese "algo" había hecho que Itachi tropezara cerca del segundo piso.

Intentó aferrar algo tangible, siendo el barrote de metal al costado de la camilla, lo único a su alcance. Itachi luchó contra el mareo y acató la orden directa de que no se quedara dormido pues habían probabilidades de un fallo cardíaco debido a los medicamentos suministrados. Creyó recibir un par de golpes suaves en las mejillas.

Otra vez la petición se repitió, pero Itachi se encontró cediendo rápidamente al sueño. Estaba experimentando una sensación oscura y arbitraria. Era como estar en dos sitios y a la vez en ninguno. De pronto supo que no quería aferrarse a algo material, sino físico.

"Naruto"- trató esta vez de aferrarse a la imagen de él. Recordar la sonrisa que había visto la primera vez que Naruto visitó el complejo. Procuró pensar en la frase que Naruto le recitaba momentos antes de llegar al ascensor.

Bajo la mascarilla de oxígeno, Itachi se permitió sonreír una última vez. Sus párpados cayeron pesadamente y poco despues se sumergió en un sueño...que prometía ser eterno.
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Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora