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Itachi sintió que su corazón se saltaba un par de latidos cuando le vio salir de su recámara. Por unos instantes deseó que el tiempo se congelara, que se detuviera y no siguiera avanzando, porque sin duda lo último que quería era presenciar la llegada de ese fatídico día.

No temía, había aprendido a lidiar con el miedo desde que su lado menos humano salió a relucir. Cuando se dio cuenta de lo podrido que estaba el clan, su propia familia, y cuando tuvo que recurrir a su faceta más vil para proteger a quien amaba. Desde ese momento Itachi se creía insensible, indiferente a lo que pudiera pasarle a él.

Sin embargo, Naruto era una cuestión aparte. Era el Uzumaki quien verdaderamente le preocupaba. No quería verlo inmiscuido en todo ese embrollo, pero ciertamente no había más alternativas. Salvo ocultarse y esperar a ser descubiertos. No obstante Naruto ya estaba cansado de vivir en las sombras y asediado constantemente por el miedo y la incertidumbre.

"Esa no es vida" le había comentado Naruto la noche anterior en que Itachi trató de hacerlo recapacitar en su elección. Todo inútil, Naruto estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para que Pain y el resto pudieran actuar.

El semblante de Itachi se tornó meditabundo cuando Naruto le dirigió una fugaz mirada de soslayo. Al igual que él, parecía angustiado, pero supo ocultarlo muy bien con una tenue sonrisa forzada. Itachi deglutió y apartó la mirada antes de que el peso de la realidad volviera a abatirlo con fuerza.

Necesitaba escapar de ese torrente de consternación e impotencia. Quería que tanto Naruto como Menma estuvieran a salvo.

-Si lloras te golpearé- le advirtió Naruto plantandose a su lado. Antes de que Itachi se diera cuenta, el rubio lo tomó del rostro para mirarlo y depositó un beso casto sobre sus labios.

-No seas pesimista, Itachi. Todo va a salir bien.

Lentamente el rostro de Itachi se relajó. Sus musculos faciales dejaron de tensarse y, entonces, se permitió sonreír como quien vaticina la calma tras la tormenta.

-Lo sé- despacio, golpeó la frente de Naruto con sus dedos índice y medio. Naruto frunció los labios y lo analizó confundido.

-¿Y eso por qué fue?

Por toda respuesta, Itachi se encogió de hombros.
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-¿Lo has conseguido?- preguntaba Konan con impaciencia. Pese a que su tono había salido más bien mécanico y su expresión fuera serena, Pain la conocía lo suficiente para poder entrever la ansiedad en sus ojos ámbar.

-Dios siempre consigue lo que quiere.

Konan suspiró y tras hacer una ligera reverencia, se retiró para continuar con el encargo.
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La helada noche se había cernido en la ciudad, envolviendo los edificios en un manto de oscuridad, proyectando lóbregas y abisales sombras en las aceras, y destilando tenues aces de luz en los recovecos más oscuros de Tokyo. Justo en el centro de la ciudad se erigía el edificio más imponente que se encargaba de recopilar cada preciso dato de las estaciones policiales más proximas, todas ellas a merced del mismo clan.

La enorme puerta blindada de la entrada figuraba todo un desafío para aquel que osara profanar dicha estructura.

Los dos jovenes permanecieron de pie delante de la puerta. Ambos portando sus caracteristicas túnicas oscuras, sombreros de paja se habían añadido al extravagante atavio para hacer más sencilla la labor de reconocimiento. Aun con todo, se vieron forzados a pulsar el botón métalico.

Una ligera interferencia propició un inestable sonido de estatica antes de que la voz grave les exigiera identificarse. Deidara sonrió con frivolidad. Acercó los labios al inercomunicador y habló en voz queda.

-Akatsuki.

Los rótulos laterales de la puerta esgrimieron un eco sordo luego de que las varillas inferiores se deslizaran en un determinado patrón. Sasori miró impasible la abertura. En silencio, el pelirrojo y su compañero se observaron en mutuo acuerdo. Cinco segundos después, yacían dentro de la fortaleza.
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Itachi miraba suspicaz a los encargados de llevarles. Era una sensación un tanto incomoda el tener que portar esposas, pero, tanto el como Naruto, ya estaban enterados de cómo funcionaba el falso mecanismo que les permitiría liberarse fácilmente. Solo era cuestión de apegarse al plan.

Hidan tarareaba una lugubre canción mientras imprimía el paso a seguir. Momentos más tarde había reemplazado el irritante sonido con un silbido igual de molesto.

-¿No puedes simplemente hacer tu trabajo?- espetó Kakuzu con seriedad, sus irises verdes denotaron fastidio cuando el de cabellos platas negó con la cabeza. A veces como deseaba cortarsela. -No te pagan por hacer eso, ni a mi por tener que escucharte.

-Bla bla bla ¿Alguna vez piensas en algo que no sea dinero?- increpó Hidan, tirando con un poco de brusquedad la cadena que mantenía unida a la pareja cautiva. Naruto miró al cielo, rogando porque aquello terminara pronto.- Deberías dar ofrendas a Jashin en vez de anhelar dinero sucio. Pero oh...me olvidaba, su alteza es demasiado ateo para pertenecer a mi dogma- Hidan hizo comillas con los dedos para remarcar lo ultimo.

Kakuzu no tuvo tiempo a replicar nada mas cuando finalmente enfocó el edificio metros más adelante. Itachi cerró los ojos unos instantes, repasando la estrategia paso por paso. Si todo salía segun lo previsto, estarían saliendo de allí en aproximadamente veinte minutos. No podían, bajo ninguna circunstancia, demorar más tiempo.

-Naruto- lo llamó inquieto. El susodicho asintió para darle a entender que le escuchaba. -Permanece todo el tiempo conmigo.

Naruto se dio ánimos para sonreír. Tenía que hacerlo, pero algo dentro de su subconsciente le advertía...que no saldría con vida de ese lugar.

-Tch...¿Qué con esto?- Hidan apuntaló la pequeña bocina del intercomunicador.

Tras él, Kakuzu pulsó el botón y murmuró con voz monocorde.

-Akatsuki- no era necesario hacer mención de los prisioneros, Pain ya los había puesto al tanto de ello en la estratagema doble que había ideado en un par de semanas.

Naruto aspiró hondamente cuando la gigantesca puerta se abrió. En un movimiento premeditado, Itachi rozó sus dedos. En la mente del rubio se formó un escenario aun más perturbador que el que tenía enfrente.

-Pasen- Baru Uchiha se hizo a un lado una vez que hubo inspeccionado a los récien llegados. Hidan contempló absorto el interior del edificio, tuvo que retroceder cuando Hikaku tomó las cadenas entre sus manos, siendo prontamente secundado por Baru.

-¿Y el acuerdo?- inquirió Kakuzu con aire ausente. Itachi se preocupó de que los guiaran por caminos diferentes. Definitivamente no iba a apartarse de Naruto, si algo salía mal tenía que...

-Madara se presentara en breve- replicó Baru con un gesto displiscente, despues condujo a Naruto hacia el corredor izquierdo. Itachi sintió que su pecho se encogía cuando Naruto volvió una última vez la mirada antes de perderse al final del pasillo.

Decidió que no se apegaría por entero al plan, dadas las circunstancias. Hikaku jaloneó las cadenas, e Itachi se vio obligado a avanzar unos metros.

Cámaras y más cámaras seguían sus movimientos. Itachi se percibió a si mismo ansioso al cabo de unos segundos. Una grotesca sensación se había apoderado de su cuerpo, pero supo sobreponerse rápidamente.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Itachi ingresó velozmente. Juntó las manos para oprimir el dispositivo interno de las esposas y tomó impulso para arremeter una patada que terminó repeliendo a Hikaku.

-¡Eh!

Una vez que las puertas se cerraron, Itachi se supo solo. Fijó su destino y rogó porque el tiempo avanzara mucho más lento. De lo contrario... No lo conseguirían.

Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora