XXIV

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Sasori dejó de mirar la hoja al notar la atención de Naruto rezagada. Después de unos instantes decidió continuar.

-Menma no presenta problemas de salud y...bueno...- estrujo la hoja al ver que Naruto parpadeaba dos veces, el líquido salino abandonando sus ojos azules. -Tiene heterocromia, de ahí deriva el color de sus ojos.

Sasori terminó la explicación sentándose a una orilla de la cama. Naruto sostenía en brazos a Menma pero apenas si estaba consciente de donde estaba o qué sucedía en derredor. Sasori sabía la situación tan dura por la que el rubio estaba atravesando pero no sabía de qué forma animarlo.

Naruto desvió tristemente la mirada hacia el pequeño que tenía en brazos, ahogando un sonoro gemido. Aún esperaba despertar de esa pesadilla.

¿Cómo es que todo se había solucionado y a pesar de ello se sentía tan desdichado?

Por fin era libre y ahora no sabía qué camino tomar. Temía mirar hacia el futuro y darse cuenta de que el vacío prevalecería en él sin importar qué hiciera.

Sasori acarició el cabello desaliñado del pequeño. Sin duda hermoso y su tonalidad inusual de ojos, lo hacía verse más adorable. Poco despues Sasori se dio cuenta de que estaba posponiendo mucho las cosas. No quería, pero era su deber decir aquello.

-Naruto...

Naruto asintió para indicarle que lo escuchaba. No tenía ánimos de hablar o de pensar en cualquier cosa porque su vida estaba llena de grietas. Sasori apartó la mirada y se forzó a preguntar.

-El funeral ya se esta llevando a cabo...¿irás?
**

¿Por que nadie se lo había dicho? ¿Por que habían esperado tanto para decirselo?

-¡Naruto!- exclamó Sasori al verlo bajar repentinamente del vehículo. Naruto corrió hasta el montículo de tierra, abriéndose paso entre los pocos presentes que allí estaban reunidos.

-¡No!- gritó deshecho en un mar de lágrimas. Sus uñas se hincaron entre la húmeda tierra, y escarbó con todas sus fuerzas.

-Deidara, Kisame- Pain, que estaba siendo testigo de la histeria momentánea, les ordenó sujetarlo. Pese a ello Naruto siguió forcejeando y maldiciendo. No había podido despedirse de Itachi y ese hecho lo destrozaba muy lentamente por dentro.

-¿Por qué?- sollozó, y rendido, se dejó caer de rodillas. Kisame y Deidara lo tenían sujeto de los brazos para evitar que siguiera haciendose más daño. Deidara chasqueó la lengua y un atisbo de rencor se vislumbró en sus pupilas. Había creído que sería divertido ver la reacción de Naruto, pero ahora se daba cuenta de lo mucho que esos dos se amaban. Era demasiado doloroso y estúpido. Pero Pain también era un estúpido, todos en la organización lo eran en realidad.

Cada quien perseguía sus propios fines altruistas y por vez primera se habían unido para alcanzar un solo propósito. La pregunta era: ¿lo habían logrado?

-El dolor es inútil- farfulló Pain, posicionandose frente a Naruto. Este se limitó a levantar la mirada, sus ojos rasos en lagrimas. -Pero necesario...unos viven, otros mueren ¿no es esa la ley de la vida?

Naruto hizo un puchero y miró en derredor en busca de alguien conocido. Sus padres, Sasuke, Tsunade, Itachi...todos se habían ido, todos habían muerto protegiendolo.

¿Merecía siquiera estar ahí? ¿No era más doloroso estar totalmente solo que muerto?

Quería encontrar una respuesta. Pero entonces vio algo extraño a la lejanía. Una solitaria mujer vestida de negro avanzó lentamente hasta quedar frente a la tierra en la que Itachi acababa de ser sepultado. Llevaba su cabello corto y tenía los ojos hinchados. Naruto recibió una mirada despectiva de parte de la Uchiha. Vio a Izumi depositar un ramo de rosas rojas cerca de la lápida antes de alejarse una vez más.

-Es hora de irnos- sentenció Pain, sin dejar lugar a réplicas. Naruto se zafó del agarre en una distracción y se abrazó de la lápida que rezaba el nombre de la segunda persona a la que había amado.

Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora