IX

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–Sasuke, ¿Pasa algo?

Sus ojos buscaban inquietos la mirada opaca y vacía del susodicho. Lo había visto entrar casi arrastrando los pies, como si llevara una enorme carga encima. Entonces supo que algo estaba mal. Sasuke no solía contarle nunca sobre sus problemas, en especial si estos eran de índole familiar.

Naruto supuso que se trataba de eso. Tenía entendido que Sasuke iría a comer ese día con su familia después del trabajo. Ya se lo había dicho semanas antes. Que no era nada importante y que prefería que él no lo acompañara esta vez.

Y le hizo caso. Se quedó en el hotel donde pasaban las noches juntos y esperó a que llegara. Cuando Sasuke volvió parecía extraño, cambiado.

Antes no lo había pensado pero si tuviera que indagar desde qué momento las cosas en su vida fueron a pique, habría asegurado que comenzó luego de aquella noche. Con Sasuke llegando abatido. Fue apenas esa noche, porque después se mostraba igual que antes, quizá un poco distante, pero asi era él. No existían mayores muestras de afecto entre ellos que no se dieran dentro de la cama. Besos ocasionales, tal vez.

Después Sasuke le había pedido matrimonio y Naruto caminó sobre nubes durante semanas antes del fatidico accidente de sus padres.

Asi eran las cosas. Era como si la vida misma quisiera castigarlo cada vez que comenzaba a sentirse feliz y aceptado.

Aparte de ello, ¿Qué más había de mal con Sasuke?

¿Qué podría haberlo orillado a hacer semejante acto?

No lo recordaba. Sasuke siempre era tan hermetico que Naruto nunca sabía quien le llamaba. Cuando quedaba de verse con alguien tambien lo dejaba al margen. Y Naruto confiaba ciegamente en él, lo hacía con todas sus fuerzas porque lo amaba.

Tal vez si hubiera insistido un poco más en involucrarse en sus temas privados...podría haberlo salvado.

Esa mañana aguardó a que Itachi bajara. Sentía miedo y mucho. Su subconsciente lo incitaba constantemente a que se refugiara en algún sitio, pero tenía que hacer algo.

Desde que lo conoció Itachi le había parecido un joven bastante elegante y educado, aunque infeliz. Ahora en cambio se veía parco, casi enfermo. Sus ojeras se pronunciaban cada vez más y sus ojos no reflejaban emoción alguna, como si hubiera levantado deliberadamente una cortina mediando entre sus sentimientos y anhelos.

El joven que tenía frente a él se veía triste, cansado y angustiado. Y no obstante percibía cierto odio manando de él.

Vio a Itachi torcer los labios en un gesto de reprimido enojo al tomar el papel nuevamente en blanco. Había meditado qué hacer las dos últimas noches, pero no se decidía a tomar la iniciativa.

–Yo...– cerró los ojos y negó con la cabeza.

–Debes firmar– musitó Itachi, como si fuera lo único que tenía en mente día y noche.

Los ojos azules se abrieron en infinita melancolia.

–Amaba tanto a Sasuke.

–No quiero escucharte– lo interrumpió Itachi, haciendo la silla hacia atras con toda la intención de marcharse. Ansioso y con lagrimas en los ojos, Naruto no se contuvo y prosiguió.

–No sé por qué creen que yo lo maté, pero no lo hice. Tienes que creerme. Sasuke era todo lo que tenía, y me sentía feliz a su lado.

El rencor centelleante parecía brotar desde lo más hondo de las pupilas de Itachi.

Sumidos en el más incomodo silencio, no advirtieron la llegada de Fugaku hasta que este entró al comedor.

Al verlo, Naruto se puso completamente pálido. Se levantó y retrocedió hasta una esquina como un conejo asustado.

–Por favor no– gimoteó.

–Asumo que no ha firmado– impasible, Fugaku se dirigió a Itachi, cuya expresión demudó a una leve preocupación cuando lo vio tomar el acuerdo de la mesa–. Bien– resopló, dando vuelta hacia la esquina en que se encontraba el rubio.

–Espera padre.

Presuroso, Itachi se interpuso entre su objetivo.

–Yo me haré cargo– se ofreció.

Fugaku empuñó una mano, lo rodeó para acertar un puñetazo que hizo a Naruto gemir y caer de sentón al suelo.

–Eres demasiado blando con él, Itachi– se quejó, analizando lo limpio que se veía el chico–. Tienes muchas consideraciones. Si hubiera puesto a otro en tu lugar, ese papel ya estaría firmado.

–Olvidas que Sasuke era mi hermano y todo lo que concierna a él, me atañe– se defendió Itachi, frunciendo el ceño.

Sin dejar de sujetarse la mejilla enrojecida, Naruto pasó la mirada de uno a otro lado, sin terminar de comprender la riña.

–Tienes razón.

La lucha de voluntades sostenida en una firme mirada, se apaciguó ante las últimas palabras de Fugaku.

–Golpealo en mi lugar. Quiero oirlo llorar de dolor.

Naruto retrocedió aun más, deseando fundirse con la pared.

–Pero padre...– protestó Itachi, mirando a Naruto de soslayo–. No tiene caso desperdiciar energía de esa forma.

Fugaku gruñó una maldición. Odiaba que lo retaran.

–Quítate– lo hizo a un lado y enroscó los dedos en los cabellos dorados. Naruto se removió, pataleó, gritó por ayuda cuando Fugaku lo arrastraba implacable hacia las escaleras. Iba a pasar otra vez.

No quería. Pero el telefono. Quizá pudiera llegar al telefono. Poco a poco dejó de poner resistencia. 

A medio camino Itachi los alcanzó.

–Te dije...– farfulló colerico Fugaku, pero calló cuando Itachi empezó a golpear a Naruto con saña, pateandolo y arremetiendo puñetazos en el rostro.

–Esto es por Sasuke.

Complacido por la actitud de Itachi, Fugaku cedió con su cometido. Soltó a Naruto, le escupió en el rostro y se unió a los nuevos golpes.

Naruto no pudo ni quiso defenderse. Antes bien rogó desmayarse pronto para que el dolor se fuera.

Y lo hizo.

Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora