Capítulo 13

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En la mañana del domingo, Sofía enciende nuevamente su teléfono. Tenía varias llamadas perdidas y varios mensajes de Jorge, cuando comienza a leer lo que le había escrito, este llama nuevamente. Ya sabía que no podía seguir ocultándose y decide contestar.

— Aló

Jorge le grita por el teléfono de manera rabiosa.

— ¿TIENES IDEA DE CUANTAS VECES TRATE DE COMUNICARME CONTIGO?

— Pero payasito, te dije que me dolía la cabeza, así que apague el teléfono para poder descansar.

— NO ME DIGAS PAYASITO, TE PEDÍ QUE ME ESPERARAS Y ME DEJASTE TIRADO. ERES UNA MALA AMIGA.

— Pero te dije que te quedaras. Estabas con Patty...

— ME FUI DESPUÉS QUE TE FUISTE... ESTOY MUY MOLESTO, YA NO SALDRÉ A OTRA FIESTA CONTIGO...

— Perdóname Jorge, pensé que lo estabas pasando bien y no quería que te preocuparas por mí.

— PERO YO SOLO SALGO CONTIGO, CLARO QUE ME PREOCUPO POR TI. ACTUASTE MUY EGOÍSTA.

— ¿Qué puedo hacer para que me perdones? — responde Sofía apenada.

Jorge guarda silencio un momento y piensa en algo, mientras calma su malestar.

— Ven a mi departamento, ahora, y trae desayuno, pero un buen desayuno, con muchas donas, batido de frutas con yogur, y también quiero un capuchino. Luego de eso, invítame a almorzar y pasa conmigo este domingo. Tienes una hora para llegar.

— Pero Jorge, no alcanzo a llegar en una hora con todas esas cosas, es imposible — Sofía ríe.

— Entonces, comienza a correr. Si no llegas en una hora con mi desayuno, olvídate que alguna vez tuviste un amigo.

Después de eso, Jorge cuelga la llamada.

Sofía mira su teléfono sorprendida, pues, no sabía si Jorge estaba realmente molesto o era solo un juego, aunque no lo escucho reír en ningún momento, tal vez, tenía que estar enojado de verdad. ¡Rayos! Debía correr. Salta de su cama y comienza a vestirse.

Luego de salir a toda prisa de su casa, Sofía acude a una panadería, cafetería y un servicentro, para lograr conseguir todo lo que había pedido Jorge. Al cabo de una hora, logra llegar corriendo al departamento de Jorge y toca a su puerta. Estaba agotada, pensaba que el corazón se le saldría del pecho.

Jorge abre la puerta molesto.

— Si tardabas 5 minutos más, ya no te abriría.

— Eres cruel, no sabes todo lo que tuve que hacer para conseguir lo que pedías — Sofía entra al departamento jadeando, con el cabello enmarañado.

— Y tú no sabes lo preocupado que me tenías anoche.

Sofía acomodaba las cosas en el mesón de la cocina, mientras Jorge se acerca de forma silenciosa, y la abraza por la espalda para susurrarle al oído.

— Realmente estaba asustado, me preocupas mucho como para dejar que te fueras así... si no sé lo que te pasa, no sé cómo poder ayudarte.

El corazón de Sofía comienza latir con violencia, nunca Jorge la había abrazado de esa manera. Se voltea para verlo, pero estaba muy cerca de su rostro y esto la hizo sonrojar.

— Solo me he sentido extraña, ni siquiera yo sé lo que ocurre. Creo que he estado preocupada por los estudios.

Jorge suspira.

— ¿Estás segura?, sea lo que sea, puedes decirme, ya que para ti el estudio nunca ha sido una fuente de preocupación.

Él estaba tan cerca, que ella podía sentir su respiración sobre su rostro. Tenía muchas ganas de besarlo, no lo podía resistir, así que decide cortar ese momento o de seguir pensándolo, lo terminaría haciendo.

— Realmente no me pasa nada grave, pero será grave, si el capuchino se enfría — Se aleja de Jorge y toma las bolsas, para llevarlas a la mesa.

Ese día, ambos salieron a dar un paseo y luego a almorzar lo que Jorge quería. Volvieron a reír y a bromear como antes, los que le hizo sentir que recuperaron a su querido amigo.

Pronto se acercaba la semana de los segundos exámenes del semestre, así que ambos seguían estudiando durante las tardes, pero ahora lo hacían afuera en el patio de la universidad, ya que el día estaba soleado y el clima era agradable, que sería una lástima estar adentro encerrados.

Sofía no podía concentrarse nuevamente. Volvía a ver a Jorge que estaba tan apuesto, sentado en el pasto, con su camisa arremangada, a la sombra de un árbol y que cada tanto lanzaba un suspiro que lo hacían aún más lindo. Pronto, su tranquilidad se termina, cuando llega Patty a saludar.

— Hola chicos, qué agradable sorpresa verlos aquí. Sofía, ¿estás bien? Nos preocupaste cuando te fuiste de la fiesta el sábado.

— Estoy bien, gracias Patty — Sofía la mira con fastidio.

— Que haces por aquí, ¿no tienes clases en las tardes? — Pregunta Jorge sonriendo al verla.

— Solo vine por algunos libros a la biblioteca, son todos los que me dijiste que lea. Soy buena niña y hago caso a lo que dice mi maestro. — Sonreía Patty y le enseñaba los libros

— Eso está muy bien.

Sofía observaba, como Jorge le sonreía de manera muy cariñosa, y como sus ojos brillaban. Ya no podía hacerse la desentendida a la realidad. A él gustaba y quizás, por eso estaba triste de que ella no la aceptara.

— Bueno chicos, ya me tengo que ir, espero que su estudio rinda frutos — Patty le hacía un giño.

— Gracias Patty

La joven de ojos verdes se marcha, a lo que Jorge la seguía con la murada en la dirección en la que se fue, para luego suspira y retomar su lectura, pero aún mantenía esa misma sonrisa tierna cuando ella apareció. Pronto, él se fija en que Sofía lo estaba mirando, lo que le sorprendió.

— ¿Pasa algo pilluela?

— Jorge, ¿estás enamorado?

— ¿Por qué me preguntas eso? — Aquello lo toma por sorpresa, lo que hace desaparecer su sonrisa.

— Por qué estás más distraído que de costumbre, además suspiras a cada rato. Estás así, desde que comenzaste a dar tutorías a Patty.

Jorge desvía la mirada, estaba sonrojado y comenzó a morder su labio inferior.

— ¿Tanto se me nota?

Sofía no lo podía soportar, realmente estaba enamorado de Patty, lo que le hizo sentir la desagradable sensación de como su cuerpo se partía por la mitad.

Él nuevamente la mira y le habla con voz ronca.

— Sofía, yo quería hablarte sobre ello...

Sofía se levanta sin escuchar lo que estaba diciendo Jorge.

— Tengo que ir al baño, te traeré una bebida de regreso. Solo quería escapar.

Cuando llega a los baños, no podía dejar de llorar, se miraba en el espejo y se refrescaba el rostro. Dolía mucho tener un corazón roto, pero Jorge no se merecía que fuera tan desconsiderada con él, porque le quería, y tenía que aceptar sus decisiones.

Mi único pecado, fue quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora