Capítulo 46

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Sofía y Jorge estaban en una cafetería cercana, esperando su pedido.

— Dame tu celular — solicita Jorge.

— ¿Para qué?

— Solo dámelo. Te prometo que no leeré tus mensajes, es solo para que vuelvas a confiar en mí.

Sofía le entrega su teléfono y ve como Jorge comienza a escribir cosas en él o era lo que creía que estaba haciendo. Al llegar su desayuno, Jorge seguía concentrado, hasta que le regresa el celular.

— La clave es la fecha de tu cumpleaños.

Sofía mira el celular, que tenía abierta la aplicación de un banco, tenía los datos de Jorge, solo faltaba ingresar la clave para acceder a su cuenta. Al hacerlo, ve que tenía acceso a todos sus movimientos financieros.

— Si por algún motivo te vuelvo a abandonar, tienes todo mi dinero y puedes dejarme en la ruina. El lunes llamaré a la ejecutiva para dejarte como segunda a cargo de mi cuenta, así tendrás las tarjetas y el pin para mover dinero, además de informarte por correo de cada movimiento y alertas de traspasos de altos montos.

Sofía estaba sorprendida de que Jorge hiciera eso, mira cuánto era lo que tenía en su cuenta, lo que le hace contener el aliento ante la sorpresa.

— Esto ¿es real?... digo... ¿Conseguiste tanto solo realizando asesorías? No pensé que se podía ganar así.

— ¿te sorprende que ya no sea pobre? — ríe ante la sorpresa de ella.

— Jorge, eres millonario. Vamos, dime como lo lograste.

— Pilluela, invertí en la bolsa. Después de manejar las proyecciones de las compañías es prácticamente apostar siempre a ganador, lo comencé a hacer como un pasatiempo.

— No se podía esperar menos de ti. ¿No te da miedo que pueda gastar tu dinero y arruinarte?

— No... y espero que con esto tú también puedas confiar en mí.

— Ahora lo que me preocupa es estar aquí, cualquiera podría vernos...

— Tranquila, desayunamos y nos vamos.

Cuando regresaron al edificio de Sofía, Jorge la lleva a los estacionamientos.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Vamos a dar un paseo. Sube — le invita Jorge, abriendo la puerta de un Aston Martin color gris tiburón, aparcado en el lugar.

— ¿Agente 007? — Sofía comienza a reír.

— No estaba disponible el Batimóvil — ríe también Jorge.

— Pero ¿dónde vamos? — pregunta Sofía al subir y colocarse el cinturón de seguridad.

— A algún sitio donde podamos estar tranquilos sin que tengas miedo a que alguien nos vea.

Mientras viajaban por carretera, Sofía ya sabía a dónde Jorge la llevaba y esto la emociona. Siempre había deseado regresar con él a Nefyn, y ahora que es verano, podrían disfrutar de la playa.

Al llegar, ambos compraron algunas prendas y trajes para ir a la playa, ya que habían salido de Cardiff, sin llevar mudas de ropa.

Ese día disfrutaron del sol, volvieron a jugar en el mar, nadaron y Sofía podía volver a probar el sabor a sal en los labios del hombre que la hacía sentir tanta emoción. Nuevamente, reía a carcajadas y los momentos en los que estaba deprimida, fueron dejados muy atrás.

— Payasito, me recuerda esto a cuando estábamos en Capilla. — Se lo dice Sofía, mientras comía un palito de camarones que ofrecía un vendedor ambulante, mientras descansaba en la arena.

— Pero Capilla era mejor, aquí hay muchas personas, ahí teníamos la playa solo para nosotros.

— ¿Cómo esta abuelita?

— Bien. Aunque por un tiempo estuvo muy enfadada conmigo, casi no me hablaba.

— Y eso, ¿por qué?

— Cuando te dejé, no le dije el motivo para no preocuparla, pero ella sabía por qué fue. Aun así, insisto a en qué te busque, luego no quiso hablarme por un tiempo.

— ¿Ha preguntado por mí ahora?

— Sí, siempre lo hace. Ella te quiere, y quiere volver a verte.

— ¿Y no la has traído a que viva contigo?

— Lo intenté cuando compré una casa, pero a ella le gusta Capilla. Además, que es mujer de campo, solo aceptó que le instalaran teléfono para que pueda llamarla, también le envió dinero todos los meses... pero bueno, así son los ancianos.

— ¿Y cada cuanto vas a Capilla?

— Ya no voy. Ahora ella viene a visitarme, y cada vez que viene, planta algo nuevo en el Jardín. — ríe Jorge, mientras bebe una soda

— Cuando puedas hablar con ella, dile que la he extrañado mucho.

Almorzaron en los puestos que estaban cerca de la playa y dieron largas caminatas por la orilla del mar, mientras se seguían charlando, para ponerse al día de lo que fue su vida durante esos 4 años, hasta que el atardecer regalaba hermosos rayos naranjas sobre la playa.

— Ya es tarde... deberíamos regresar — dice Sofía viendo el maravilloso paisaje, tomada de la mano de Jorge, que disfrutaba también de aquella vista.

— Claro que no, ahora vamos a cenar. Te dije que pasaríamos el fin de semana juntos, así que no regresaremos hasta el domingo por la noche.

La cena fue en un restaurante informal, en donde ambos actuaban como una pareja de enamorados, sin preocuparse del compromiso de Sofía, ni su historia pasada.

Al terminar la velada, Jorge la llevó al hotel que los protegió de la tormenta en su última visita a Nefyn, quedándose en la misma habitación de esa vez.

Jorge se acerca para besar a Sofía y comienza a desnudarla, pero ella lo detiene.

— ¿Qué pasa?... ¿No quieres? — pregunta suavemente Jorge, acariciándole el cabello con una mirada dulce.

— Hay algo que no te he dicho, o que no he tenido oportunidad de decirte — comenta avergonzada.

— Sabes que puedes decirme lo que quieras, ¿qué pasa?

— Desde que te fuiste hace 4 años, deje los anticonceptivos... hemos estado sin protección, es mejor no seguir.

Jorge se le hincha el pecho por la emoción y sonreía muy feliz.

— Eso quiere decir, que no has estado con otro hombre desde que me fui, ni siquiera con tu prometido, ¿verdad?

— Eso no debería ponerte feliz, esto es grave. No lo había pensado hasta que llegamos aquí.

— Pero las cosas son muy distintas ahora, además que me alegra. Si tenemos un hijo, deberás romper el compromiso con Carlos y tu familia estará obligada a aceptarme, estoy seguro de que eso les gustaría, ya no deberán pagar por un asesor — ríe Jorge.

— Creo que no estás entendiendo a lo que quiero llegar...

— No... creo que tú no estás entendiendo, y ahora que lo sé, no me detendré, porque ansío formar una familia contigo, así que esta noche, no te dejaré descansar.

Jorge la toma entre sus brazos, para besarla y despojarla de sus prendas, a lo que Sofía no se resistía y recibía gustosa del amor que le entregaba.

Mi único pecado, fue quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora