Capítulo 41

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Sofía estaba deprimida por tener que trabajar en su proyecto bajo la supervisión de Jorge, y es que en verdad nadie la tomaba en serio y su trabajo no era valorado.

Para animarla, sus amigos la invitaron a una fiesta en casa de Carlos, bebieron, rieron y escuchando música. Ya por la mañana, Sofía salió a correr por el vecindario que era tranquilo, con casas muy bonitas de personas en buena situación económica. A medida que avanzaba, siente que otra persona también está trotando detrás de ella, así que gira la cabeza para ver, descubriendo a Jorge.

— Ay no... ¿Tú por aquí? — dice con fastidio Sofía.

Jorge se le acerca de malhumor.

— No soy la peste. Solo salí a trotar y te vi, me acerqué para saludarte como compañeros de trabajo, nada más que eso.

— Te dije que me dejaras de seguir, esto es hostigamiento.

— No te estoy siguiendo. No estamos en la empresa, de hecho, podría decir que tú estás perturbándome. Vivo por aquí, así que es lógico que salga a correr por mi barrio. ¿Pero tú?, estás muy lejos de tu departamento — responde Jorge, mientras seguían trotando al lado de ella.

— Por aquí vive Carlos. — Se da la vuelta para regresar, no quería que Jorge la siguiera, pero este también da la vuelta — ¿Por qué no te vas y me dejas?

— Puedo hacer lo que quiera, estamos en un espacio público

— Eres tan molesto.

Sofía se dirige a un parque que estaba cruzando la calle. Estaba tan molesta, ya que su terapia para quitar olvidar su depresión fue interrumpida, que sin prestar atención al camino, tropieza con la rama de un árbol que estaba sobre levantada, pero antes de que llegara al suelo, Jorge la sostiene por la cintura.

— Hey, cuidado, ¿Estás bien?

— Sí. Solo me golpeé el pie. — Sofía toca su tobillo que se había lastimado.

Jorge la levanta en brazos y la sienta en una banca cercana.

— Si no fuera por mí, te habrías dado un fuerte golpe.

— Si no fuera por ti, ni siquiera me habría tropezado por enorme a este parque.

Jorge se sienta a su lado y miran a los niños que jugaban en el parque y personas paseando a sus mascotas.

— ¿Recuerdas el parque que estaba cerca de mi departamento, el que tenía la heladería Italiana?

— Ya no pasó por ahí. — responde Sofía con la vista clavada en el suelo.

— Ese parque me gustaba, era pequeño, pero siempre tenía vida.

— Todos los parques son iguales.

— Pero no todos los parques tienen tantos recuerdos.

— Jorge. ¿Por qué sigues insistiendo?

— Porque te conozco más que tú misma, y sé que eres testaruda, por imponer lo que crees que es correcto, no te importa hacer cosas sin pensar, aunque eso te pueda afectar.

— ¿A sí?. Dime algo de mí que yo no sepa — contesta con sarcasmo.

— Sé que me amas y mucho, pero cuando me fui, ese sentimiento te provocó tanto dolor que, para vivir con esos sentimientos, los cambiaste por resentimiento. Por eso me odias tanto.

— ¿Aún supones que tienes todo ese poder sobre mí?

— Si, porque tú tienes ese poder sobre mí.

— Y si sabes que te odio tanto, ¿por qué no te vas?

— Porque sé que no quieres eso, pero tu orgullo te hace decir lo contrario. Así como cambió ese sentimiento, se puede volver a cambiar, solo tengo que volver a ganarme tu confianza otra vez

— ¿Crees que los sentimientos son como la ley de la conservación de materia? — Sofía comienza a reír a carcajadas — no te negaré que me has hecho reír.

Ella se levanta y se marcha, Jorge la quería seguir, pero se lo impidió.

En los siguientes meses, Jorge trabaja mayoritariamente con los directivos, así que Sofía lo veía muy poco, que hasta por momentos lo extrañaba.

Ya habían pasado 4 meses desde la llegada de Jorge y la fiesta de cumpleaños de Sofía se acercaba. Este sería un gran evento para la empresa, ya que ocuparían la ocasión para hablar de negocios y transformarla en una fiesta oficial de negocios, lo que a Sofía le molestaba, pero le permitieron elegir la decoración y temática, así que, para fastidiar a todos, decidió que fuera de disfraces, así podría disfrutar de ver a los invitados hacer el ridículo.

Ese día Sofía se preparó para la fiesta, eligió un hermoso disfraz de hada, con muchos decorados en el cabello y el vestido era delicado, con unas alitas que colgaban de su vestido como una capa.

La fiesta había comenzado, realizándose en la casa de sus padres. Al bajar a la zona de la fiesta, todos comenzaron a aplaudirla y a saludarla. Carlos que estaba vestido como un gánster de los años 20, traía un hermoso pastel con 27 velas, mientras los invitados cantaban la canción del cumpleaños.

El cóctel se servía a los invitados, y cada quien estaba en sus temas, hasta que el baile comenzó. Rápidamente, Marco que estaba vestido como los muchachos de la naranja mecánica, se acerca para sacarla a bailar.

— Te queda muy bien ese disfraz, te pareces a Alex. — dice Sofía, sorprendida al ver lo bien que se veía su amigo.

— Te dije que te sorprendería princesa. Tú te ves exquisita, dulce como eres.

Al terminar el baile, se acerca Carlos, para bailar con ella. Los tres amigos estaban pasando una noche muy agradable, se sentaban a conversar y beber tragos dulces, como si el resto del mundo no existiera.

Martina Mydffai, se acerca al trío que conversaba alegremente, pata hablar con su hija.

— Sofía, por favor. Saluda a tus invitados.

— Si madre iré — responde Sofía, dando un suspiro.

— Ve primero donde los CEOS.

Sofía odiaba tener que ir a saludarlos, sentía que era como presentar sus respetos a la realeza, pero de todas formas acude al grupo de varones que estaba de pie al lado de la posta de baile.

— Buenas noches caballeros, espero que tengan una hermosa velada.

Al ver los disfraces de cada uno de esos caballeros, se da cuenta de que uno en particular se veía muy atractivo, pues le sentaba bien el disfraz que escogió.

— Feliz cumpleaños, señorita Mydffai

El saluda Jorge, dándole en beso en la mano. Esa noche, él era el fantasma de la ópera.

Mi único pecado, fue quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora