Capítulo 4

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Por la mañana, Jorge se despertó y había tomado una ducha. Ese día debía dirigirse a la universidad para darle tutoría a Sofía a las 10 de la mañana. Se coloca ropa limpia y secaba su cabello con una toalla, cuando alguien toca a su puerta. Por lo general no recibía visitas, más que algún vendedor o quien quería hablarle de Dios.

— Buenos días Jorge, traje el desayuno y el almuerzo — Saluda Sofía sonriente, y le enseña unas bolsas de compras.

Jorge estaba sorprendido, y mira el reloj de pared.

— Sofía, aún es temprano, recién van a ser las 9 de la mañana.

— Sí. Pero así podremos desayunar tranquilamente, te aseguro que pagaré está hora extra.

— Pero, ¿por qué viniste?, ¿Quieres que estudiemos aquí?

— Sí... ¿Te incomoda?, soy un poco impetuosa, pero si te molesta, quédate con la bolsa y nos vemos en la biblioteca de la universidad.

— No, claro que no me molesta, solo que me sorprendió. Por favor, pasa.

Sofía camina al interior del departamento y se dirige a la cocina, para preparar lo que traía y tomar un buen desayuno, dejando en el mesón la otra bolsa que tenía el almuerzo. Ve que había un hervidor eléctrico, así que coloca agua y lo enciende.

— Mientras preparo las cosas, puedes ocultar o guardar lo que no quieres que vea — reía Sofía.

Jorge estaba sacando algunos platos y tazones, para llevarlos a la mesa.

— Ocultar, ¿cómo qué?

— Cosas de chicos, como revistas con contenido explícito... tú entiendes — contesta Sofía con tono pícaro.

— Oh... no lo creo

Jorge llevaba las cosas a la mesa y vio que había varias donas rellenas con mermeladas, a él le encantaban las donas y hace mucho no comía una.

Tomando el desayuno, Sofía estaba de buen humor, le agradaba compartir con Jorge lo que trajo y ver cómo él comía su tercera dona y bebía café.

Ya de lleno al estudio, estaban revisando el contenido de las clases y Jorge le daba sugerencias de cómo tomar mejores apuntes y hábitos de estudio. Ahora Sofía entendía mucho más las materias y le encontraba sentido.

Prácticamente serían las 12 de la tarde, cuando algo la desconcentra a Sofía del estudio, un ruido como movimientos y sonidos metálicos.

— ¿Escuchaste eso?

— ¿Qué cosa? — Jorge la mira interrogante.

— Eso... ¿No lo escuchas? Es algo que se mueve.

Jorge mira hacia la ventana, luego a la pared y luego comprende a lo que se refería.

— Ah, sí... son las ratas.

— ¡RATAS!... ¿DIJISTE RATAS? — grita asustada

Jorge le hace un gesto con las manos para que baje la voz.

— No grites, pensarán que las estás atacando y pueden morderte los tobillos — mira fijamente a una esquina del departamento por encima de Sofía.

— ¿Qué pasa? Ay, no me asustes, ¿hay una rata aquí? — su rostro reflejaba miedo y desesperación.

— No te mueva, la puedes asustar, está detrás de ti.

— ¿Es una broma? No es gracioso... Jorge... ¿Jorge?...

Jorge sigue mirando fijamente el lugar.

— Cuidado Sofía, está mostrando los dientes, llegaron más, las atrajo el olor de la comida... AH, CUIDADO VIENE HACIA TI

Mi único pecado, fue quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora