Capítulo 43

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Carlos baja nuevamente a la fiesta y comienza a mirar en todas direcciones, puesto que buscaba a alguien.

— ¿Qué pasó? ¿Y Sofí? — pregunta Marcos al acercarse a su novio.

— No me quiere decir que pasó, solo está llorando en un cuarto arriba.

— ¿Le hizo algo el tal Jorge?

— No lo sé. Pero tú y tus grandiosas ideas, para la otra, piensa un poco en las consecuencias — dice Carlos, malhumorado, hasta que logra ver a Jorge y se dirige hacia él. Al acercarse, tenía una expresión severa, ya sin su habitual sonrisa, lo que pervive Jorge al tenerlo cerca de él.

— ¿Te puedo ayudar en algo? — pregunta Jorge

— Quiero hablar contigo, pero a solas — Carlos se marcha en dirección al patio de la casa, cercano a la piscina, en compañía de Jorge. Al estar a solas y sin que nadie de los que se encontraban en la fiesta pudiera escucharlos, Carlos vuelve a hablar.

— Quiero que dejes de fastidiar a Sofía

Jorge ya esperaba que él le hablará de algo como eso, así que sonríe de manera sarcástica.

— Tú sabes mi historia con Sofía, ¿verdad?

— Si, lo sé... y por lo mismo, no puede venir de la nada a tratar de arreglar lo que dejaste en el pasado. Sofía ahora tiene una vida y tú solo eres historia antigua.

— Mira, sé que eres un buen tipo, y no tengo nada en tu contra, pero no te metas en esto.

— Si es el problema de Sofía, es mi problema también. Soy su novio y tú solo has traído problemas desde que has llegado.

— Ella no es tuya y no está enamorada de ti. No me alejaré, al contrario, seguiré y el único que saldrá lastimado, eres tú. Así que no intervengas, es por tu bien.

— Si realmente la quisieras, no la lastimarías y no la harías llorar, así que, respeta lo que ella ha decidido.

— No sé si realmente estás enamorado de ella, o solo tu orgullo por ser tu novia, pero esto es lo último que te diré, no voy a renunciar a ella porque tú me lo digas... estamos enamorados, ella me quiere a mí, aunque lo trate de negar

— Ella ya no te quiere.

— Aunque eso sea verdad, seguiré hasta que por cansancio me acepte otra vez.

Jorge no tenía más ánimos de hablar con Carlos, así que se marcha sin decir nada más.

Al día siguiente, se reúnen los amigos en casa de Carlos, para hablar de lo que ocurrió durante la fiesta. Carlos les cuenta la plática que tuvo con Jorge la noche anterior.

Marco escuchaba el relato de su novio, recostado en la alfombra de la sala, abrazando una almohada.

— Ay... pero qué romántico — decía dando un suspiro y presionando la almohada contra su rostro — a mí me encantaría que mi novio dijera eso por mí.

— A mi igual me encantaría que mi novio dijera eso también — contesta Carlos, que estaba sentado en el Sofá, usando un tratamiento para las ojeras.

— Sofí... por favor, perdónalo. Creo que ya lo has hecho sufrir suficiente — suplica Marcos con ojos soñadores.

— Pero alguna vez, ¿ustedes entenderán que no es por él? Es por mí — responde molesta Sofía.

— Por favor Sofí. Si quieres, aún podemos jugar a ponerlo celoso, pero siento lástima por él, considero que es un buen tipo y está muy enamorado — comenta Carlos, que también le sonreía en forma de súplica por Jorge

— Ustedes sienten lástima por él porque les gusta, pero siempre han tomado lo que digo para burlarse de mí.

— No nos burlamos de ti. Es solo que las mujeres son tan complicadas, por eso no me gustan — contesta Marco.

— Sí... soy muy complicada. — Sofía estaba ofendida, así que se levanta y se dirige a la puerta para marcharse.

— Sofí... no es así... nunca nos hemos burlado de ti — se apresura a decir Carlos.

— Vamos princesa... no te enojes... — alcanza a decir Marco, pero ella ya había cerrado la puerta.

— Tiene miedo, aún no está lista para confiar. Tiene una batalla en la cabeza — da un suspiro Carlos.

— Tiene toda una guerra y con bombas nucleares. Por eso en ocasiones se le sueltan los tornillos.

— ¿Y?... ¿La dejamos con su guerra sola? Puede que sea lo mejor, ya se está enfadando con nosotros.

— Claro que no. ¿Qué clase de amigos seríamos? Eres un terrible novio para ella.

Durante la semana, Jorge insistía en volver a hablar con Sofía en la oficina, pero ella nuevamente lo evadía.

Por ese tiempo, se estaba viendo la adquisición de la empresa agrícola, lo que hacía que Sofía y Jorge trabajarán en hacer proyecciones y riesgos, como influirían en la bolsa, y que hacer en caso de que el proyecto no resulte. Esto era un trabajo arduo, y para la mala suerte de Sofía, solo debía trabajar con Jorge, lo que le recordaba a las antiguas tardes de estudio en la universidad, solo que ahora escuchaban música ambiental por los altoparlantes de la sala de reuniones, y cada tanto se acercaba una secretaria para ofrecerles algo de beber o comer.

El trabajo durante esos días se mantuvo tranquilo, y es que Jorge seguía siendo profesional y no interrumpía sus labores con lo personal, por lo cual, Sofía se mantenía tranquila y había bajado la guardia.

Sin poder controlarlo, Sofía volvió a verlo como antes, suspirando al ver sus lindas y grandes manos, la postura erguida para leer informes, sus ojos expresivos detrás de sus gafas de lectura que le quedaban tan bien, esa serenidad que siempre encontró enigmática. Nuevamente, se recrimina a sí misma, por no dejar de verlo, pero nuevamente se justificaba, en que nadie tenía por qué saber lo que ella pensaba.

Sofía estaba concentrada esa tarde realizando balances y continuando con las proyecciones en caso de una posible bancarrota, cuando la música ambiental desaparece, para ser cambiada por una canción conocida que, al sonar, sonroja a Sofia, queriendo morir por la vergüenza, y es que no podía escuchar Uptown Girl teniendo a Jorge a su lado. Rápidamente, mira por la ventana que daba al pasillo y a la cual Jorge le estaba dando la espalda, para ver que Carlos y Marco estaban bailando a ritmo de la música con una coreografía muy graciosa. Sofía estaba furiosa por lo que ellos hicieron. Mira a Jorge, que levanta la vista para mirar a otro sitio, como si recordara algo, lo que aprovecha Sofía para hacerle señas a sus amigos, para que corten esa música, pero ellos seguían bailando afuera de manera ridícula y comenzó a reír, aunque trataba de contenerse, cuando ve a Jorge que este también la miraba y sonreía.

Jorge gira la vista para ver por la ventana del pasillo, pero no ve a nadie, los amigos de Sofía se habían ocultado.

— No pensé que esa canción aún nos traería tantos recuerdos — dice Jorge quitándose las gafas y frotándose los ojos.

Sofía trataba de contener la risa, pues, sus amigos habían regresado y le hacían señas de que aproveche ese momento.

— Solo opino que esa canción graciosa.

Jorge acerca su silla para quedar al lado de ella.

— Sofía, no me has dado oportunidad de volver hablarte después de la fiesta. No sé qué más hacer para que confíes en mí. Si estás preocupada por Carlos, podríamos hablar en tu departamento, o en el mío.

— Claro que no. Solo he estado confundida, todo terminará cuando te vayas. Ahora debemos trabajar, tus honorarios sin muy costosos como para que gastemos el tiempo en hablar de esto.

Jorge suspira y trata de tomar una de sus manos, pero ella nuevamente la aparta.

— Está bien Sofía, no te incomodaré — comenta Jorge, regresando a su lugar.

Mi único pecado, fue quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora