Capítulo 3O

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Negué con la cabeza y fui al baño. Parecía un collar de perro, pero al menos serviría para tapar la marca de JiMin y evitaría que ese hombre me mordiera.

─Bueno...

Me quedé sin palabras. ¿Cuánto tiempo había estado en el baño?

JiMin se había puesto un traje completamente negro sin corbata.

─... Te vistes rápido.

Sonrió y avanzó hasta mí, pero antes de poder tocarme, Yoongi apareció por la puerta.

─Están aquí.

─... date la vuelta. Yoongi, espera en el pasillo.

Me di la vuelta mientras Yoongi salía de la habitación y segundos después noté mis manos siendo esposadas a la espalda.

─¿Qué haces?

─Lo siento, tiene que ser así.

Se puso frente a mí y me besó mientras acariciaba mi mejilla para después apartarse y ponerme un antifaz.

─JiMin...

─Escúchame. No hables hasta que él te lo diga, y no le mires. ¿Vale?

Asentí y bajé la cabeza nervioso.

─Bien... te quiero. Vamos.

Me guió para salir de la habitación y bajar las escaleras. Después andamos unos metros hasta que oí el sonido de una puerta y me guiaba hasta un sofá.

Le iba a preguntar donde estábamos, pero me mantuve callado. Tenía cerrada la garganta, y no podía evitar mover mis pies nerviosamente.

─Señor, están en la puerta.

─Bien, no te muevas de aquí.

Dijo tocándome la cabeza.

Asentí con la cabeza y después la puerta volvió a cerrarse. Dios... tomé aire varias veces y me mordí el labio. Joder... joder joder joder...

Levanté la cabeza y me pegué más al sofá cuando oí muchas pisadas avanzando en mi dirección. Tragué saliva, y mordí mi labio con fuerza cuando se abrió la puerta.

─...

─En perfectas condiciones.

─Uhm, quiero verle los ojos.

Escalofríos recorrían mi cuerpo... distinguía el olor de JiMin, pero había por lo menos otros siete olores.

Todos de alfa.

Una persona me quitó el antifaz y como dijo JiMin no levanté la vista.

─Levanta la mirada.

Abrí los ojos y fue como si un rayo impactase contra mi cuerpo.

Levanté la mirada poco a poco y me encontré con unos ojos preciosos, y a la vez fríos como el hielo.

Apreté los dientes cuando el hombre portador de esos ojos avanzó. Era alto, de ojos bicolor y pelo rubio.

─... ¿Y?

Dijo a la vez que cogía mi mentón y elevaba más mi cabeza. Estaba claro que era ruso, su acento era fuerte.

─... ¿Cuánto costaba?

─...

Fruncí el ceño pero mordí mi labio para evitar soltar algo que seguramente me costaría un puñetazo como mínimo.

─Te lo dejaré en 100 millones.

─... aposté 120, ¿por qué la rebaja?

─En todo este tiempo no he podido doblegarle. Está claro que ahora es más dócil, pero aún intenta escapar y se niega a cooperar en algunas situaciones.

un omega diferente › jikook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora