Capítulo 36

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JungKook POV

Cuando estuvo tapada sentí cómo el peso de mi cuerpo se reducía gracias a que él me llevaba casi a cuestas...

─... Gracias...

─...

Me dejó en se sofá junto con Chan y fue hacia unos cajones de donde sacó unas mantas.

─... Soy yo... el que te da las gracias... lo siento, por todo.

Sonreí y fui cerrando los ojos poco a poco gracias a la calidez de las mantas... por favor... no quiero que sea mañana... JiMin.

La noche era interminable, al no estar cosida, el poco movimiento que hacía empezaba a sangrar, por lo que me despertaba cada poco. Jun tuvo que cambiarme el vendaje tres veces esa noche. Dejé los varios intentos de dormirme y me quedé despierto hasta ver cómo la luz del amanecer se hacía paso entre las nubes.

Estaba un poco mareado, creo que fue al perder tanta sangre. A las siete en punto tocaron la puerta. Jun y Chan se despertaron y ambos me miraron. Negué con la cabeza y se pusieron detrás del sofá mientras yo abría la puerta. Me relajé cuando una mujer me dejó una bandeja bastante grande con comida. Comida, se casi desaparece cuando Jun y Chan se abalanzaron sobre ella.

─...¿Te sigue doliendo?

─No, bueno, un poco.

─Tengo pastillas en mi habitación, ¿quieres que te traiga una?

─No, mejor no. Quiero mantenerme despierto y seguramente tomar algo ahora, tal y como estoy, acabe con las defensas que me quedan. Vamos, no me miréis así, estoy bien.

Sus ojos se mantuvieron sobre mí mientras yo comía al lado de la ventana. Si yo no salgo de aquí... por lo menos tengo que conseguir que salgan Chan y Jun.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos y en seguida me coloqué delante de Jun y Chan.

─Veo que estás bien, ¿te han curado la herida?

─Si.

─Ven conmigo.

Me mordí en interior de la mejilla y me despedí de los niños con la mano para seguir a Lyonya. Fui dos metros detrás de el, hasta llegar a una habitación en la que no había entrado, parecía un despacho.

─Déjame ver la herida.

Me di la vuelta y él quitó el vendaje.

Tenía escalofríos, no estaba haciendo nada, pero de sólo recodar su cuerpo tocándome tenía unas ganas casi incontrolables de ponerme a correr.

─Está bien, pero, ¿por qué no está cosido? Se puede infectar y si eso pasa, no me servirás de nada. Siéntate ahí.

Conteniendo la respiración me senté en un taburete y a los dos minutos él se puso detrás de mi.

─No grites. No quiero que los demás se inquieten. Muerde esto.

Me dio un pañuelo y tragando saliva lo puse en mi boca. Pensé que era una tontería, pero mordí el pañuelo con fuerza cuando un líquido recorrió la herida.

─No te muevas. Es sólo suero... Ahora, quiero que te sujetes a la mesa.

Miré hacia atrás y me lo encontré enhebrando un hilo en el cabezal de una aguja.

─No... no quiero...

─Cállate. ¿Quieres tener una infección?

Le miré con el ceño fruncido y apoyé mi cabeza contra la mesa.

un omega diferente › jikook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora