Capítulo 12

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─... ¿Por qué?...

Dije en un susurro.

─¿Hm?

─... ¿Por qué... tuviste que fijarte en mí?...

Mi voz salía más baja de lo normal, y unas cuantas lágrimas se derramaron sobre mis manos.

─Podría haber seguido mi vida... tranquilamente...

Apreté los puños hasta clavarme las uñas en la palma de la mano y me incliné hacia abajo intentando ocultar mi cara.

─... No quiero ser la pareja... de un hombre como tú...

─Oye. No llores...

─¡No estoy llorando!

─... Lo que digas.

De repente sentí unas suaves palmadas en la cabeza.

─... ¿Qué estás haciendo?

─Consolar a mi omega.

Aparté de un manotazo su mano y le miré con la cara completamente tensa.

─Que esté así es completamente tu culpa. Tú me...

─Baja del coche, ya hemos llegado.

Me dejó con las palabras en la boca y se bajó antes que yo. Me mordí el labio con fuerza y bajé del coche dando un portazo, siguiéndole hasta la habitación.

─No pensé que me volvería a encontrar contigo.

─...

─Por culpa del disparo perdí el sentido del olfato.

─¿Y?

─... Eres mi omega, así que los planes que tenía para ti tienen que cambiar. Ven aquí, te marcaré para que...

─¿¡Qué coño estás diciendo!?

Retrocedí hasta chocar con la pared y me cubrí el cuello subiéndome la sudadera.

─No pienso dejar que me marques. Yo no te he aceptado, y para que quede claro, nunca lo haré.

─Para de decir estupideces. Ahora que nos hemos encontrado, aunque nos odiemos el uno al otro ya sabes que no podremos estar separados.

─Tú no tienes olfato, ¿cómo es posible que no te puedas separar de mí?

─Somos una pareja destinada, eso va más allá del olor. Además, a ti te gusta mi olor, si no no te habrías dormido nada más ponerte mi chaqueta encima.

─Me da igual sentirme atraído por ti. El olor es una cosa, la persona es otra.

─... Ven aquí. Si no puedo venderte, ya no hace falta que sigas siendo virgen.

─¡No te acerques!

Le miré directamente a los ojos a la vez que escalofríos no dejaban de recorrer todo mi cuerpo. Con el rostro serio avanzó lentamente hacia mí, quitándose la chaqueta y tirándola al suelo.

Miré a ambos lados palpando la puerta de madera e intentando abrirla, pero no funcionó y al ver que la distancia se hacía más corta sólo hice caso a mi instinto y corrí hacia el baño. Cerré la puerta con fuerza y antes de que la abriera me fui corriendo al jardín, escondiéndome en la oscuridad, ya que el cielo ya estaba completamente negro.

Casi grito cuando sentí un toque en mis piernas, ¡Gureum!...

Me arrodille y lo cogí entre mis brazos, llevándolo conmigo detrás de unos arbustos bastante altos justo cuando se abría la puerta del baño. Por favor no ladres, por favor, no ladres... Pero no lo hizo, si no que al oír la puerta se removió entre mis brazos y salió corriendo entre los arbustos.

un omega diferente › jikook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora