Viajes

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La vista desde el hotel era preciosa, nunca había salido del país y tampoco esperaba que Vegas cumpliera su palabra tan al pie de la letra con conseguir un lugar básicamente desierto para vacacionar juntos, pero debía admitir que con la imagen de la playa frente a él y la expectativa de lo que podrían hacer sin niños cerca, le era bastante difícil sentirse culpable por haberle mentido a Porsche sobre su participación en el viaje de Macao y Chay.

La verdad que apenas si había pensado en ello una vez se subieron al avión, había dejado a Venecia en un lugar seguro, Macao estaría vigilado por sus maestros y chaperones, y él y Vegas tenían dos semanas por delante libres de cualquier responsabilidad, quería disfrutar el tiempo que tenían.

― ¿Te gusta? ―murmuró su novio abrazándole lentamente por la espalda, le miró de reojo limitándose a asentir, sintió los dedos de Vegas encontrando su camino debajo de su ligera camiseta y se recargo contra su pecho simplemente dejándolo hacer lo que quisiera. En otro momento lo habría detenido, pero aquí no había nadie que pudiera interrumpirlos y se suponía que el viaje era para divertirse.

―Deberíamos ir a comer primero. ―musitó acomodando su cabeza en el hombro de Vegas.

―Tenemos una tetera en la habitación, te haré fideos más tarde. ―respondió sin detener sus avances e inclinándose tentadoramente en la curva de su cuello.

―Un hotel de lujo y aun así tendré que cenar fideos, que desperdicio. ―sintió la sonrisa burlona de Vegas sobre su piel y sus dedos acariciando su pecho suavemente, cuando su teléfono comenzó a sonar sacándolos de su burbuja de golpe, comenzó a buscarlo en sus bolsas contra la insistencia de Vegas de que lo ignorara, pero en la pantalla brillaba el nombre de Macao y la idea de que necesitara algo de ellos le impidió hacerlo. ― ¿Hola? ―aunque Vegas no parecía ni la mitad de interesado cuando volvió a atraerlo a su cuerpo para continuar donde se había quedado.

― ¡Pete! ¡Me mentiste, maldito traidor! ¡Sabía que Vegas te convertiría en un mentiroso! ―la voz de Porsche le aturdió un segundo a causa de los gritos que seguramente su acompañante pudo escuchar perfectamente pues sonreía con cinismo contra su cuello.

― ¿Llegaron bien a Londres? ―murmuró con fingida naturalidad, tomando la mano de Vegas debajo de su camiseta para que no siguiera moviéndose.

― ¡Dijiste que nos habían elegido para venir! Te aprovechaste de que no pusimos atención para cargarnos con sus obligaciones en este estúpido viaje. ―masculló su amigo que no parecía tenerle mucho apreció en ese momento.

―Porsche, tranquilo. ―la voz de Kinn de fondo lo hizo incluso peor, Porsche bufó y comenzó a insultar a su exjefe por no estar tan enojado como él, mientras Kinn trataba de explicarle que los estaban mirando todos.

―Pete, tú y Vegas tomaran un avión ahora mismo para cuidar a este montón de niños y nosotros nos iremos a casa. ―Porsche estaba furioso y quizás en otras circunstancias se sentiría culpable, no era de los que relegaban su trabajo, pero en ese momento la mano libre de Vegas había encontrado la entrada a sus pantalones y su cabeza estaba muy lejos de prestarle atención a lo que Porsche pudiera querer.

―No podemos hacer eso. ―murmuró peleando con Vegas para que no llegara más lejos mientras seguía al teléfono, no quería que los otros le escucharan hacer ruidos extraños. ―Lo siento, Porsche.

― ¡Pete, más te vale que...!

―Tengo que colgar, dile a Macao que espero se divierta y lo veremos en quince días. ―las palabras fueron amontonadas y desordenadas, pero terminó la llamada antes de que Vegas llegara más lejos o Porsche siguiera molestando con tonterías que en ese momento no podían importarle menos. ― ¿No podías esperar a que terminara de hablar?

Las aventuras de VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora