Festival

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Con el inicio de un nuevo año escolar, Pete decidió que era buen momento para considerar llevar a Venecia de nuevo a la escuela, pronto sería tiempo de que entrara al preescolar y seguía sin socializar con niños de su edad, la última vez que lo llevó al parque tuvo que disculparse varias veces por su poca paciencia al compartir y a que los otros niños jugaran cerca de él.

Llegando un punto en que se sentaron lejos de todos en una caja de arena e incluso entonces, Venecia corrió detrás de otro mocoso que tiro su montaña de arena por error, el pobre niño había llorado hasta llegar a sus padres y él apenas alcanzó a tomar a su hijo en el aire repitiendo un sinfín de disculpas.

Vegas no había estado ahí, pero cuando se lo contó no paro de reírse imaginándose al pelinegro corriendo detrás del mocoso de piernas cortas, conociendo a Venecia podía imaginarlo furioso y armado con las palas de juguete que brindaba el parque, toda la escena era algo que le gustaría haber visto.

Así que Pete lo inscribió a una escuela que no llegaba a ser el preescolar y tampoco encajaba con una guardería, pero le ayudaría a convivir con la gente sin terminar golpeando a extraños, iba tres horas al día, tres veces por semana. Venecia no estaba feliz, estaba acostumbrado a ir con sus padres a todas partes y le estaba costando trabajo adaptarse a verlos irse sin él. Hasta que la maestra le vendió la idea a todo su grupo de un festival escolar en el que todos recibirían una especie de premio por diferentes logros dentro del aula.

Vegas no tenía idea de que clase de idiotez era darle un premio a un niño por aprender a decir gracias y por favor, pero ahí estaba sentado en la primera fila esperando a que el grupo de su mocoso fuera nombrado. Pete había pescado un resfriado apenas el día anterior y por protocolos no podría asistir, así que lo envió a él con Venecia a la jodida escuela, advirtiéndole que quería cada segundo de su hijo en el escenario en vídeo.

No debía haber cabezas que estorbaran y si Venecia decía cualquier cosa él quería poder escucharlo, aun con su voz mormada y ojos cansados, sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar sus instrucciones, no tenía duda de que su esposo lo mataría si no le entregaba un vídeo en perfectas condiciones.

Venecia era de los más jóvenes de la escuela y eran grupos de no más de diez mocosos, esperaba que fuera rápido, pero la directora hablo durante horas sobre la importancia de alabar los logros de sus hijos. Quiso reírse porque creía lo mismo, pero imaginarse armando semejante festejo solo para celebrar que Venecia ya no golpeaba gente parecía excesivo.

Y aun así al buscar con la mirada a su mocoso lo vio emocionado, se veía diminuto en su ropa de gala, sus pequeños pies se mecían adelante y atrás, y tan pronto lo encontró entre la gente le sonrió como nunca lo había visto hacerlo. Quizás Pete tenía razón al traerlo aquí.

Dos grupos de niños desconocidos después finalmente llamaron al de su hijo y encendió la cámara de inmediato, Venecia miraba las medallas de fingido oro con ojos brillantes y aplaudía como le habían enseñado cada que uno de sus compañeros recibía la suya, hasta que llegó su turno y lo premiaron por aprender modales, Vegas sonrió con cierta burla, pero Venecia estaba jodidamente orgulloso de su medalla y se la mostraba desde su lugar levantándola en alto.

Todo parecía ir de maravilla, hasta que el niño al lado de su hijo le arrebato la medalla en su desesperación por no tener la suya aun y la sonrisa de Venecia se desvaneció, podía jurar que en grabación veía al mocoso olvidar cada clase de modales que le dieron en las últimas semanas cuando le soltó el primer golpe al su contrincante.

El niño lloró soltando la medalla y Venecia la rescató del piso de inmediato volviendo a su lugar como si nada hubiera ocurrido, ni siquiera le importo que cada padre ahí estuviera en completo silencio, excepto por el dueño del ladrón.

Las aventuras de VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora