Razón número treinta y tres.

403 48 4
                                    

Hoy no tenía ganas de nada, llegué del trabajo entendiendo a Inui por lo de ayer y me sentí un poco egoísta por haberlo obligado el día de ayer a salir. Si bien era cierto que siempre cedía por mí, igualmente no estuvo bien haberlo hecho tomar la decisión sobre algo que él no quería hacer. Esta vez era yo quién quería estar sin hacer nada, y seguramente él sí que me daría mi espacio...

Decidí que iba a quedarme procrastinando o leyendo uno de los libros de Inui, me sentía algo colapsado por haber trabajado demasiado durante el día. 

Salí más temprano ese día por lo mismo, porque no me sentía muy en condiciones de seguir trabajando, así que dije que hoy tenía una cita médica, lo cuál no es del todo mentira porque tenía hora a la psicóloga de parejas con Inui. Cuenta como cita médica, en lo que mentí fue en la hora... pero nadie tiene por qué saberlo, además, soy el puto jefe.

Discutía conmigo mismo para ver qué podía hacer para matar algo de tiempo, y poco a poco sentí la pesadez en mis párpados, y poco a poco fui quedándome dormido. 

Escuché la puerta abrirse y desperté. Tomé mi celular torpemente, viendo la hora; habían pasado tan solo 15 minutos. Siendo sincero, no estaba de buen humor nuevamente. La situación actual, pese a estar mejorando mucho, me estresaba. No porque Inui y yo estuviéramos haciendo algo mal, era algo más irracional. No lo puedo explicar porque no es algo que ni yo mismo termino de entender. 

Simplemente estoy de mal humor y frustrado sin una razón realmente válida para estarlo.

Escuché los pasos de mi prometido hacia mí, mientras aún tenía los ojos cerrados. Los abrí para encontrarme con él dirigiéndose hacia mí. Le sonreí débilmente, pues no quería desquitarme con él. Un rato antes le había avisado a él que saldría antes del trabajo, deduje rápidamente que él había hecho lo mismo para pasar tiempo conmigo.

¿Quería mi espacio ahora mismo? Sí. ¿Quería alejarme de él? No. No lo entendía, es muy contradictorio y lo tengo más que claro. Pero así era cómo me sentía el día de hoy.

—Inupi... —Por su expresión él sabía que algo no estaba del todo bien conmigo el día de hoy. Su mirada era gentil y comprensiva— estoy de mal humor hoy. ¿Puedes quedarte a mi lado, pero a la vez darme mi espacio? Se que es jodidamente extraño lo que estoy pidiendo, pero no quiero ser un desgraciado contigo y al mismo tiempo quiero que estés a mi lado, aunque sea egoísta.

Él asintió y se recostó a mi lado un par de segundos después, en silencio. Sacó su celular de su bolsillo y se quedó probabemente leyendo algo en formato digital. 

Percibí que me dolía la cabeza, no sabía bien desde cuándo, pero lo mismo hizo que me acurruque junto a Inupi y me quede dormido poco a poco.


◇◇◇


—Koko... Despierta. —Abrí los ojos lentamente. Vi a Inupi mirándome, atento para saber si estaba despierto o iba a darme media vuelta para seguir durmiendo.

—Cariño... —Le sonrío esta vez más animado. Mi dormir había sido reparador, había curado por completo mi mal humor—. Perdón por o de antes.

Seishu sonrió y besó gentilmente mi frente, para luego tomar mi mano. Me miró a los ojos.

—¿Ya estás mejor, entonces? Me alegra muchísimo. No necesitas disculparte por eso, lo entiendo perfectamente. No me habría gustado despertarte de no ser porque debemos ir a la sesión con la psicóloga hoy —me explicó. Cuando me dormí, lo había olvidado por completo. Estoy muy agradecido de tenerlo a él, siendo tan amable y tal confiable.

—Inupi —se me ocurrió en ese momento la razón de ese día, así que besé la comisura de sus labios, me reincorporé en la cama y lo abracé suavemente, susurrándole al oído—, te amo porque me das mi espacio cuando lo necesito.

—Te amo, cielo —respondió él con sinceridad.


◇◇◇


Habíamos llegado a la consulta a tiempo, ese día al parecer la se había extendido la sesión anterior, por lo que tuvimos que esperar unos minutos más a que terminasen con la pareja. Al terminar, vimosa una pareja heterosexual; un hombre que se veía muy enojado y que salió rápidamente sin siquiera mirarnos, y una mujer que abrazaba a la psicóloga mientras lloraba a mares. 

La mujer, que se veía muy joven por cierto (más joven que nosotros, tendría alrededor de veinticinco años), dijo algo de que su matrimonio se había derrumbado y luego nos miró a nosotros y se quedó en silencio un momento. Nos sonrió con cortesía, se veía destrozada.

Mi corazón se encogió por un momento. Me sentí realmente afortunado por la relación que tenía con Inui, por lo genial que es Inui en general y también en muchos, muchísimos aspectos específicos.

La mujer se separó del abrazo con la psicóloga, ella se veía profesional y comprensiva. Quién iba saliendo esta vez de la sala nos miró nuevamente, sonrió, y con sinceridad nos dijo.

—Suerte, sigan adelante juntos. 

No alcancé a decirle nada, porque me quedé atónito y porque ella se marchó muy rápido. Sentí que mi fe en la humanidad se restauró un poco, puesto que por lo general había mucha gente conservadora que nos miraba mal por ser una pareja homosexual.

—Buenas tardes, Kokonoi, Inui. Pasen, por favor. —nos invitó la psicóloga con amabilidad. 

—Buenas tardes —respondimos casi a la vez, nos miramos sonriendo por lo mismo.

La psicóloga nos vio, se volvió a sentar y anotó algo en su libreta. Sentí algo de miedo porque lo hizo, pero luego confié en nuestros avances como pareja.

—Cuéntenme, ¿cómo han estado desde la última vez que nos vimos? Noto desde ya que han tenido avances, pero quiero que ustedes mismos me lo cuenten.

—Bueno, hemos estado mucho mejor, sí. No hemos discutido mucho, y sinceramente siento que nos hemos unido un poco más como pareja —contesté totalmente seguro. Él me miró, sonriendo con complicidad.

Ella anota aparentemente mi respuesta, y nos vuelve a mirar. Da un sorbo al café que tenía en su pequeña mesa, saboreándolo un poco antes de tragarlo. Quizá ella practica el midfullness, un ejercicio de disfrutar de las acciones que haces a diario, cosa que yo también debería practicar. Lo leí hoy en la mañana, en el trabajo, por eso lo tenía presente.

—Sí, veo que están mejor. Pero he de recalcar algo muy importante. Mejorar no es dejar de discutir, mejorar es saber arreglarlo juntos, llegar a acuerdos y resolver sus problemas. Veo que lo están haciendo óptimamente.

—En ese caso, sí estamos mejor —contestó Inupi.

Me gustó mucho la convicción que tuvo él al contestar, pues era la misma que tenía yo. Ambos confiamos en lo que tenemos, y pese a lo lamentable que era la situación ajena de la mujer que vimos al entrar, nos hizo darnos cuenta de que lo que teníamos era realmente muy valioso, que tenemos que valorarlo. Sí, validamos nuestros problemas. Sabemos que tenemos que mejorar, y odio decir "otros lo tienen peor". Pero a veces ver esas realidades nos hacen reforzar nuestra certeza y confiar más en que podemos mejorar. 

Juntos podemos lograr avanzar a través de cualquier adversidad. Estoy realmente feliz de tener a Inui a mi lado, y estoy muy conforme con lo que tenemos. Lo que somos juntos.


----------------------------

- 騒音 en Twitter.

N/A:

¡Feliz martes, mi gente bonita! Espero que el capítulo sea de su total agrado.

¿Qué tal les parecen las sesiones con la psicóloga en esta novela? Me he esmerado en base a mis experiencias, y para no hacerlo tedioso relato las partes más significativas de casa sesión. Espero de corazón que les estén gustando.

¿Ustedes notan avances en los personajes?

Las 46 razones por las que te amo. | Kokonupi, TokRev.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora