Razón número veintiocho.

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Era viernes, llegué del trabajo un tanto cansado ese día, pero no permití que el estrés se apoderase de mí en ese momento. Quería pasar las horas restantes de ese día con mi hombre, por lo que simplemente no quería mezclar asuntos ajenos con mi vida amorosa. Supongo que era una separación racional.

Acordamos salir ambos un poco antes del trabajo por las sesión de terapia. Para tener algo de tiempo juntos el rato antes.

Inupi llegó a casa. Se veía estresado también, y aquello era un mal presagio. Seishu solía mantener esta separación anteriormente mencionada, por lo que sus problemas en el trabajo se quedaban ahí. Él es muy racional, sabe resolver correctamente sus emociones y por su propia cuenta, a decir verdad, a veces me sentía mal porque él no compartía sus problemas y los solucionaba por su cuenta.

—Bienvenido de vuelta, cariño. —Lo saludé, con un tono de voz suave. Pero él decidió ignorarme, agarrar un libro e irse a nuestra habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Esta actitud me enojó bastante, pero decidí ser paciente y esperar unos minutos más a que se disculpara. 

Spoiler: No lo hizo.

Enfadado, me levanté de mi asiento y me dirigí a nuestra habitación. Freya, que estaba en el abdomen de Inui, dio un respingo por mi manera de abrir la puerta y salió corriendo fuera de la habitación para ponerse a jugar por ahí. No le presté atención, estaba molesto. 

Él, por su parte, se encontraba fingiendo que leía, pues se veía bastante molesto. Esto no era habitual en él, pero no iba a dejar que simplemente pasara de mí.

—¿Se puede saber por qué me estás ignorando? ¿Qué clase de mal te hice?

Inui cerró el libro de golpe, dejando en evidencia que no estaba leyendo, pues no marcó una página en la que se hubiese quedado en el caso contrario.

—Pregúntale a tu amiga, Agatha. Seguramente ella sabe por qué te estoy ignorando.

—¿Qué? —Quedé atónito. ¿Inui estaba celoso nuevamente de Agatha? ¿Qué había hecho yo esta vez? Estaba seguro de que no cometí ningún percance, por lo que fruncí el ceño, confundido— ¿De qué demonios estás hablando, Inui?

—Por favor, Koko. Sabes lo que hiciste, que sales antes del trabajo para revolcarte con esa chica.

Me enojaron dos cosas. Que alguien haya convencido a mi prometido de que me estoy revolcando con mi mejor amiga, y que Inui lo haya creído. 

—Inui. Agatha es lesbiana.

Él quedó de piedra un segundo, y luego se volvió a enfadar. Lo vi en sus ojos.

—¿Lesbiana? ¿No encontraste una excusa mejor? 

—Claro que no, porque no es una excusa. ¿Quién mierda te dijo que te estaba engañando, y por qué demonios lo creíste?

Inupi se quedó en silencio un momento, no quería admitir que se había equivocado y que había sido impulsivo, pero sabía en el fondo que su miedo era irracional, que la historia que sepa Dios que le han contado no tenía ni pies ni cabeza. Lo veía también en sus ojos, sus ojos rebosantes de verdades. Porque lo conocía.

Se levantó de la cama, para dar un paso hacia mí.

—¿A quién carajo le importa quién me lo haya dicho?

Di un paso hacia él, sin intención alguna de quedarme atrás.

—A mí me importa, Inui. Alguien quiere arruinar lo que tengo y de ninguna manera lo permitiré.

—Entonces —da otro paso—, ¿no lo hiciste?

—Claro que no, no lo hice. Porque te amo.

Las 46 razones por las que te amo. | Kokonupi, TokRev.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora