Razón número cuarenta y cinco.

288 46 2
                                    

Hoy estaba particularmente estresado en el trabajo. Nadie quería hacer absolutamente nada, mientras que yo tenía que avanzar muchas cosas. Agatha ese día había ido a trabajar y notó el ambiente particularmente incompetente. Ella hacía chistes sobre mi mal humor y la calidad del ambiente laboral, mientras que yo apenas podía reír del estrés.

Ella se veía particularmente entretenida ese día "molestándome", como si tuviera algo entre manos. No quise indagar en ello, pues no tenía realmente las energías necesarias para interesarme o fingir estar de buen humor.

—Vamos, Koko. No estés tan enojado, vas a envejecer más rápido, te vas a arrugar —bromeó ella, tocando la punta de mi nariz como suele hacer para que me calme cuando estoy demasiado enfadado. Conté hasta cinco para mis adentros, respirando lentamente como ella solía indicarme cuando estaba así—. Ya casi es la hora de cierre, cálmate, ¿sí?

Ella miró con cierto disimulo a la ventana, como si yo no notase que había estado así cada cinco minutos desde hace una media hora atrás.

—Sí, bueno. No puedo evitarlo —sabía que ella me iba a corregir diciendo algo propio de un psiquiatra como que sí podía evitar ponerme así o algo por el estilo, así que desvié la conversación rápidamente—. ¿Qué tanto estás mirando? 

—Ah, eh... no es nada —noté cierto nerviosismo en ella y se apartó rápidamente de la ventana. Como si estuviera ocultando algo... Lo que me faltaba.

—Espero que no me estés ocultando algo importante, porque voy a enfadarme.

—¿Más de lo que estás?

—Sí, más aún.

Ella rió levemente negando con la cabeza, se acercó a donde estaba sentado y puso sus manos en mis hombros, empezando a presionar un poco en un masaje.

—Tranquilícese un poco, jefe. Estará todo bien, yo me encargaré de ello. Acompáñame, anda.

—¿A dónde?

—Sólo acompáñame.

—Agatha en serio no tengo ánimos para... ¡Auch! ¿¡Qué haces?! —Me apretó un poco los hombros para hacerme callar en mi protesta ante su petición.

—No voy a permitir que te resistas, vamos. Sólo es un rato, estarás bien.

Supe que quería algo al ver que estaba insistiendo. Ella siempre respeta mis decisiones, por más que no le agraden a veces, y por más pequeñas que sean. Supongo que es un buen motivo por el que nos llevamos tan bien.

Me levanté y tomó mi brazo para dirigirme afuera de la oficina, y me di cuenta de que estaba todo decorado, como si fuese el cumpleaños de alguien, pero sin banderitas de cumpleaños. Pero, lo más importante... 

Seishu estaba ahí, al igual que todos mis colegas. Aparentemente me estaban esperando a mí. Quedé descolocado, pensando en si me había saltado alguna festividad o algo similar. Pero no era así, ¿qué carajo estábamos celebrando?

—No olvidó nada, señor perfecto —me dijo Agatha, empezando a sacarme de la duda—, Inupi me contactó, diciendo que quería darte una sorpresa por lo buen novio y jefe que eres. Y aquí estamos, celebrando lo buen novio, jefe y mejor amigo que eres.

Abrí la boca un par de veces para decir algo, pero nada salía. Sentí los brazos de Inui rodearme, haciéndome reaccionar nuevamente.

—Te amo porque siempre te esfuerzas al máximo —Me dijo él.

—Y yo te amo porque entre tus brazos me siento incomparablemente feliz —sentí que iba a llorar, pero me contuve, no quería verme vulnerable frente a mi equipo de trabajo.

—¿No son adorables? 

Nos separamos del abrazo, mirándonos el uno al otro. La química aún seguía ahí, entre nosotros, como siempre estuvo. Vi por el rabillo del ojo que tres personas se acercaban a nosotros, las tres mujeres chismosas que habían intentado arruinarme la otra vez.

—Jefe, señor Inui... —empezó a decir una de ellas, mirándome primero a mí y luego a mi hombre— Queríamos disculparnos, nuestro comportamiento respecto al chisme que divulgamos fue horrible. Estuvimos hablando y era porque sentíamos algo de... envidia por lo bonita de su relación. Espero que puedan perdonarnos.

Fruncí el ceño, fingiendo estar enfadado, y las tres me miraron alerta a mi reacción. Luego sonreí y sus cuerpos se destensaron.

—No se preocupen por ello. Nuestra relación es fuerte, pudimos sobrellevarlo, sólo espero no se vuelvan a equivocar con otra persona, o con nosotros mismos. Supongo que todos tenemos la oportunidad de cambiar, ¿no es cierto, señorita psiquiatra? —le pregunté a Agatha dedicándole otra sonrisa.

—Claro. ¿Y dónde está el puto pastel? —respondió Agatha, la miramos a todos a la vez— ¿Qué? Pasó un minuto ya desde que no estamos en horario laboral, puedo decir las palabrotas que quiera y... tengo hambre.


◇◇◇


Comimos pastel mientras charlábamos, o más bien, mientras bonbardearon a Inupi de cumplidos y de preguntas. Estuvimos hora y media, más o menos, celebrando que aparentemente soy un buen jefe, buen novio y buen mejor amigo. No me podía quejar, no había tenido muchas fiestas sorpresa dirigidas a mí en mi vida, había sido un rato ameno y agradable.

Inupi condujo hasta casa en nuestro auto, mientras yo iba en el asiento copiloto. Había ido hasta la oficina en transporte público para venir conmigo en el auto. Es tan atento, tan perfecto. 

Ahora mismo nos encontrábamos recostados en el sillón con nuestra hurona, cambiando canales cada cinco minutos al no encontrar nada bueno en la televisión.

—Inupi... Serás el mejor esposo de todo el universo. 

—No, porque ese serás tú —acarició sutilmente mi cabello.

Fue entonces cuando me di cuenta. Mañana sería el día cuarenta y seis. Mañana terminaría de decirle las cuarenta y seis razones por las que lo amo. Tenía que hacer algo especial para él también.


-------------------------

-Arte de la cabecera de xxxmiyama en twitter.

N/A:

Mis más sinceras Mildis por haberlos dejado colgados con los capítulos diarios. Me justificaría, pero no me gusta hacerlo. My fault.

Espero que este capítulo sea de su agrado, chiquistriquis'.


Las 46 razones por las que te amo. | Kokonupi, TokRev.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora