―Buenos días, cariño ―me saludó Inui de manera cálida al despertar. Pasó su dedo por mi mejilla suavemente intentando despertarme con delicadeza. Abrí los ojos poco a poco, y lo vi a mi lado, medio dormido aún, luchando consigo mismo para mantenerse despierto―. ¿Dormiste bien?
―Buenos días, cielo ―me acerqué para darle un pequeño beso en la frente―. Sí, dormí bastante bien. Lo que pasó ayer y el descanso posterior fue totalmente necesario.
―Realmente me alegro, lo mismo va para mi- ¿huh? ―ambos nos miramos extrañados a causa de que empezó a sonar el teléfono de Inui, interrumpiéndolo―. ¿Sí, buenos días? ―contestó el celular―. Oh, Yuki, hola. Cuéntame.
Me quedé atento a la conversación y pude escuchar la voz del hermano de mi novio del otro lado de la línea, un poco estresado porque tenía una situación urgente en el trabajo y la niñera no le contestaba, y había coincidido con que Rindou estaría fuera una semana por asuntos del trabajo también junto a Ran.
Inui le contestaba pacientemente, tratando de calmarlo y de decirle que no habría problema con que nosotros dos los cuidemos, que perfectamente podríamos acomodar todo para poder estar con nuestros sobrinos... y era cierto, tampoco iba a ser un aguafiestas que le pusiera problemas por los pequeños que empezaban a ser importantes para Seishu.
Cuando Inui colgó la llamada, lo miré con cierta ilusión. A decir verdad últimamente estaba muy ilusionado con el hecho de que ya estaba la decisión tomada sobre ser padres, y que ahora contábamos con tres carismáticos y lindos sobrinos.
◇◇◇
A Inui se le había hecho imposible salir antes del trabajo, por lo que yo adelanté lo que debía hacer por el día y salí temprano, dejándole el trabajo difícil a una de las empleadas que anteriormente habría exparcido el chisme de mi supuesta infidelidad como pseudo venganza.
Tenía entendido que a Yuki le habían avisado a la hora en que llamó a Inui que tenía que irse esa misma mañana por incompetencia e ineficacia de sus superiores, y que Rindou debía irse más tarde ese mismo día. El ahora peli-morado se había ofrecido para llevar a sus pequeños hasta nuestra casa y luego irse al aeropuerto. Ciertamente era bastante paciente, soportar el tráfico de Tokyo y luego irse al aeropuerto era algo digno de admirar.
Veinte minutos pasé mirando algún programa de televisión al que no presté demasiada atención, sentado en el sofá, cuando escuché el sonido del timbre resonar por el departamento.
Fui a abrir la puerta, y me encontré con Rindou y sus tres hijos.
―Buenas tardes, bienvenidos ―miré a los niños, que a su vez me estaban mirando a mí, como si me estudiaran detenidamente. Sonreí―. Pasen.
La pequeña Haruka fue la primera en pasar, la siguieron Hatsuharu y Yasuhiro y finalmente entró Rindou. Los cuatro analizaron y observaron el lugar, casi con las mismas expresiones de curiosidad.
―Bonito departamento, Kokonoi. Bien, debo ser breve, o perderé el vuelo. Te daré las indicaciones que mi marido me obligó a señalar, las reglas que estos tres pequeños deben seguir. ―Rindou esbozó una pequeña sonrisa, tal vez pensaba en Yuki y en lo que sea que le haya dicho antes de irse respecto al cuidado de sus hijos. Se veía que uno era más estricto que el otro.
―Adelante, te escucho. Aunque no prometo no consentirlos, aunque crean que soy como un gato ―miré a los niños al decir lo último y ellos rieron. Haruka se acercó a su padre y le tomó la mano, luego, indecisa, le abrazó el brazo derecho.

ESTÁS LEYENDO
Las 46 razones por las que te amo. | Kokonupi, TokRev.
Fanfiction―Koko, ¿por qué me amas? La pregunta de Inupi resonó unos días en la cabeza de Kokonoi, puesto que solo supo contestar con un balbuceo. Ese día, Kokonoi empezó a escribir las 46 razones de por qué amaba a su querido y fiel compañero, cada día tenía...