Capítulo 2
Que no se noté que estoy nerviosa ni mucho menos que al caminar siento que se me van a doblar las piernas, cielos, que no se noten los litros y litros de sudor que estoy derramando. Aquí todo es distinto, ya nada es igual a como era en mi casa, en mi antiguo país. Me va a costar acostumbrarme a todo, y cuando digo todo, es todo.
Incluso las chicas y chicos aquí son diferentes. Casi todas las chicas son altas y están usando tacones o zapatos con tacón, los chicos bueno, son chicos. ¡Incluso hay casilleros! Madre santa. En lo que me he metido.
Sacó el papel arrugado de mi bolsa del pantalón y lo extiendo, contiene el número de mi casillero y... tras verlo 511, me siento más perdida que antes. Jesús ni siquiera sé dónde están aquí mis salones de clases. Decido que tengo que dirigirme primero a las oficinas por mis horarios, bueno por todo en realidad. También si gustan ayudarme regalándome un mapa.
Intento descifrar dónde pueden estar las oficinas cuando una puerta se estrella contra mi cara, o mi cara se estrella contra la puerta, como sea igual duele. Incluso caigo al piso agarrándome la nariz.
El chico, alto, delgado y castaño de ojos azules, me observa, diciendo una palabrota en inglés que no estoy dispuesta a identificar. Se agacha en el piso y me tiende la mano. Me gustaría sangrar, para hacer sentir más culpable al chico, pero no lo hago, sólo me duele.
-¿Estás bien? Lo siento, no vi a ninguna chica bonita venir.
Me gustaría reír, pero no lo hago. Ha sido un cumplido pero mi cerebro trabaja con todo lo que ha pasado últimamente: ex, nuevo hogar, nueva familia, nuevo todo... nop, no puedo sonreír y fingir que caigo en su halago.
-¿Es tu forma de saludar siempre, golpeando a las chicas en la cara?
Me giro bruscamente hacia... hacia ningún sitio en particular y continuo sin más mi recorrido tratando de ubicar las oficinas.
Odio ser de las chicas que hablan. Lo he detestado toda mi vida, en serio. Nunca me ha gustado hablar con gente extraña, pero ya que estoy sola y por mi cuenta tengo que quitarme la pena de encima y preguntar un par de veces a algunas chicas para dar con las oficinas. Rayos. Tercer piso, a la derecha, quinta puerta. Odio las escaleras, toda mi vida las he odiado.
Tengo que agradecer que la secretaria al menos luzca comprensiva y que cuando pregunto por las cosas más simples me responde de buena forma, me pregunto sin embargo, cuánto tiempo durará eso, sé que si soy una buena chica y no hago nada malo, estaré bien y les caeré bien a las personas, pero tengo esta extraña cosa en mí que me hace ser una persona con muy mala suerte y me hace ganarme personas que me odien incluso sin yo buscarlo.
Como no entiendo nada la secretaría dice que llamara a alguien de los chicos de tutorías para que me ayude a recorrer la escuela. Tras esperar unos segundos el chico que aparece para llevarme a mi recorrido turístico es ni más ni menos que el chico que me pegó con la puerta.
¿Ven? Mala suerte.
-Bien Danielle -la secretaría sin embargo no tarda ni dos segundos en cambiarme el nombre.
-Daniela -trató de corregirle, pero ella decide ignorarme por completo.
-Este guapo chico es Nathaniel y por hoy será tu guía turístico. Nathaniel, ella es nuestra nueva chica Danielle.
-Daniela -vuelvo a corregirla en vano.
Nathaniel extiende su mano hacia mí con una sonrisa espléndida en su rostro que me hace sentir humillada. Rayos. Esperando que nadie más pueda oírme musito para mí misma mierda. Porque la vida no podría ir más que mejor.
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Luna plateada
Werewolf«Y todo lo que sabía se rompió detrás de mí» Si de por sí ser una adolescente casi adulta ya era difícil, ahora teníamos que agregar el hecho de que ella no es cualquier chica de dieciocho años. Daniela tiene que descubrir que hay una vampira vivie...