Capítulo 20

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Capítulo 20



«Hijo de...» Instantáneamente sentí la furia de Ziara surgiendo, ella clamaba su liberación para repartirle golpes a diestra y siniestra. «No puede hacerlo, no puedo echarte... ¡él tiene un jodido trato conmigo! Yo cumplí mi parte del trato le toca a él».

Dudada mucho de que Nathaniel recordara el trato conmigo, probablemente desde que yo resulté no ser su mate él había olvidado nuestro trato. No quise decirle nada respecto a eso. Asentí y sin más, dolida y con el orgullo... bueno, sin orgullo, salí de su casa.

«Tranquila, lo haremos, realmente te ayudaré a matar a Elijah, pero dudo mucho de que él siquiera se acuerde del trato, no puedo obligarlo tampoco...»

«¿No puedes o no quieres?» La verdad era que yo no quería, si se lo decía sería justo como hablar con una pared, no quería sentirme aún peor y dolida por su culpa. Teníamos que dejarlo así.

Una vez que volví a casa, encontré a Katy sentada en la banca del pórtico de la casa. Ella tenía su pelo negro sobre su cara, ocultando por completo sus facciones, sin embargo algo andaba mal, ella tenía a su lado una gran maleta que juraba yo, debía pesar toneladas.

-Hey -la saludé mientras terminaba de subir las escaleras-, ¿sucede algo?

Por fin levantó su mirada y cuando lo hizo, pude ver rastros de lágrimas en su rostro. Lucía miserable y triste.

-Me estoy yendo del pueblo -ella logró decir, haciendo grandes malabares para luchar contra su voz rota-. No voy a volver. Mi manada vive en la ciudad y está siendo atacada, si ellos mueren...

No terminó la frase pero tampoco necesitó hacerlo, lo entendía perfectamente. Yo no quería que Katy se marchara, ella era mi mejor amiga, me dolería mucho que se fuera del pueblo y nunca más volviera. Luego, sin embargo, recordé que yo misma acababa de ser echada del pueblo y no lo pensé mucho cuando le dije encantada las siguientes palabras.

-Iré contigo, Nathaniel me acaba de echar -Y a pesar de que había dolido mucho cuando Nathaniel me había corrido, me sentí feliz al decírselo a ella, acababa de encontrar a alguien con quien quería quedarme, y con la que estaba segura, me mantendría a salvo, tal vez incluso jurara lealtad a su manada.

Ziara también estaba feliz de poder cambiar de aires un poco. Agradecía el hecho de ponerse en movimiento y no seguir más en este pueblo.

-No puedes hacerlo... espera, ¿qué? ¿Realmente te echó? -Asentí para ella-. Es un idiota. Eso significa que ahora eres... ¿un omega? Es un auténtico idiota -Volví a asentir, ella se levantó y me abrazó-. Estaría encantada de que vinieras conmigo pero no sé si tu familia piense lo mismo.

¿Mi familia? Oh, qué diablos ¿acaso importaba ahora? Es decir, papá tenía a su mate en este lugar, yo no, él había jurado lealtad, yo no. A veces, me di cuenta, la manada estaba por encima de la sangre. Y yo lo iba a sentir mucho, pero también ambos debíamos saber que yo tendría que partir en algún momento si quisiera buscar a mi mate y a mi manada, yo por nada del mundo me quedaría más aquí.

-Papá deberá entenderlo. Yo no pertenezco a este lugar, no me adapté muy bien y las últimas semanas... me sentía bastante fuera de lugar con todo, seguro que si cambio de aires me ira mejor. Iré a hacer mis maletas ¿de acuerdo? Luego... bueno, tomaré la camioneta de papá y nos iremos -Haría una nota diciéndole que me iba y que me llevaba su camioneta, tal vez la extrañaría pero no me importaba mucho.

Ella asintió y yo entré a casa corriendo rápidamente en busca de mis cosas. Hice una maleta rápida mientras Jordan me veía aturdido, entonces él también empezó a juntar sus cosas -las pocas cosas que había logrado comprarle-, lo miré y entonces entendí. Él no iba de ningún modo a quedarse aquí si yo no estaba, tan leal como era, era capaz de seguirme al final del mundo para protegerme. No le dije nada más. Dejé todas las cosas que había obtenido al llegar a este lugar, desde el libro y el celular que Jace me había regalado hasta las prendas que Caly me había comprado... incluso traté de quitarme el collar de la Diosa Luna pero este se negó fuertemente a salirse de mi cuello. Suspiré y lo volví a meter dentro de mi camisa.

Luna plateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora