—Anna, levántate ya!
Desperté con la lentitud de un perezoso y me apoyé en la cabecera de la cama. Froté mis ojos y rasqué mi mentón en un fallido intento de que mi vista se adaptara a los traicioneros rayos dorados que atravesaban las finas cortinas verdes.
Estiré mi cuerpo, aparté un poco mi cabello enmarañado y miré el reloj encima de mi mesita de noche.
7: 16 AM
¡Oh Dios! ¡Era tarde!
Tire de la manta que cubría mi cuerpo, salté de la cama y corrí hacia el baño a toda velocidad. ¿Cómo demonios había podido quedarme dormida? ¡Y precisamente un lunes en la mañana!
Estaba jodida, muy jodida.
Cepille mis dientes al mismo tiempo en que ataba mi cabello en una cola alta, intentando que se viera presentable.
Mire mi reflejo en el espejo y asentí.
Bien, al menos no parecía tener ardillas rabiosas viviendo en mi cabeza. Y tampoco podía hacer mucho con el tiempo que me quedaba, así que dando largas zancadas baje la escalera.
—Buenos días, mamá —. La saludé desde la entrada de la cocina.
—Buenos días, mi niña—Respondió pasando ambas manos por su último regalo de cumpleaños: Un delantal blanco con enormes lunares azules que llevaba bordado en el pecho las letras de "Soy la mejor madre del mundo hasta que mi esposo y mi hija digan lo contrario"— ¿Preparada para hoy?
Caminé hacia ella y planté un beso sobre su mejilla.
—Si con "preparada" te refieres a estar muerta de nervios. Sip, estoy más que preparada.
Ella río, tomo un plato de panqueques recién hechos y los dejo en la mesa. El olor, una mezcla azucarada de vainilla y canela, hizo que mi estómago rugiera. Si había algo que la enfermera Isabela sabia hacer mejor que ayudar a sus pacientes era precisamente hacer panqueques.
—Mi primer día fue un desastre—Se sentó en la silla frente a mí y me extendió los cubiertos—De no ser por tu padre no habría encontrado la universidad.
Suspiré partiendo un pedacito de mi desayuno.
—Tú al menos tuviste a papá para ayudarte. Yo no tengo a nadie. Bueno, a Emma.
—Y sabemos muy bien que ella cuenta por diez.
Tenía razón, y vaya que así era. Habíamos sido amigas desde que tenía conciencia, Emma era la hermana que mis padres no me habían podido dar. Sonreí. Aun podía recordar como había rogado a sus padres para que no la enviaran al extranjero y poder cursar los dos primeros años de la carrera juntas.
De repente el sonido de una notificación en el celular de mi madre me hizo salir den trace en el que estaba.
—Maldición—exclamo mientras leía sobre la pantalla el mensaje—Ibón estará ausente hoy, parece que Timmy no se le baja la fiebre.
Ibón era una de las compañeras de trabajo de mi madre y Tim era su hijo. Un hermoso bebé de 3 años de edad, con unas preciosas pecas marrones y muchas cosquillas en su pancita.
—¿Es muy grave lo de Tim?
—No, cariño. Solo le están comenzando a salir los dientes, por eso es la fiebre y el malestar—Tecleó una respuesta en su celular y suspiro— Tendré que reemplazarla en el turno de guardia de hoy.
—Anda, ve. Papá y nos las apañaremos.
—¿Estás segura?
—Que si, mamá— Ella no parecía muy convencida, asi que me puse en pie y la conduje hasta las escaleras- Deja todo en mis manos, ¿Vale?
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Tan Solo Una Mirada ( Editando)
Romance¡¡POR QUE ESTÁS HACIENDO ESTO!!-gritó la chica mientras rodaban lágrimas por sus mejillas. Él al contrario de ella estaba feliz porqué aunqué ella sufriera, era por su bien lo hacía para cuidarla de los demás , para que nadie le hiciera daño no q...