capítulo #7

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Capítulo 7

Anna

— ¡No pienso hacer algo como eso!—Inmediatamente crucé mis manos por sobre mi pecho, sintiendo como el calor se reflejaba en mis mejillas. Su sonrisa escurridiza solo se ensanchó más— Maldito pervertido.

Dio dos pasos hacia mí, yo retrocedí, provocando que mi espalda chocara contra una de las paredes blancas del local. Su mirada recorrió mi cuerpo con descaro mientras sus labios se iban acercando hasta mi oído. Por un momento todo a mi alrededor se detuvo, su aliento tibio acarició mi cuello erizando cada pequeño vello de mi cuerpo.

—Estas invadiendo mi espacio personal—Mi voz era un susurro casi inaudible—Aléjate, Adam

— ¿Humm?—. Su perfume masculino me hiso reprimir un leve suspiro— ¿Estas segura que eso es lo que quieres, preciosa?


No. Si, ¿Quería que se alejara?

-Yo…—Paseé saliva, mi garganta se sentía como una lima dura y seca. Detestaba la terrible sensación que provocaba sobre mi cuerpo. Adam no era el primer chico con el que salía, sin embargo, era el único que me hacía sentir…, cosas.  Me odiaba, y lo odiaba a él  mucho más por ello. Sabía  lo que ocasionaba su cercanía, sus carisias, sus sonrisas ladinas en mí y se aprovechaba. El muy imbécil utilizaba mis debilidades a su favor.

— ¿Por qué demora tanto tu respuesta?— Ronroneó sobre mi cuello provocando que el calor en mi vientre empeorara. Dirigió una mano sobre mi barbilla y levantó mi rostro hasta el suyo. Noté un cosquilleo en mis piernas, si aquello seguía caería en cualquier momento— ¿Acaso lo estás dudando?

Mi organismo entero me estaba traicionando cruel mente. Las palabras parecían flotar en el aire mientras Adam iba acercando sus labios a los míos. Sentí el impulso de saltar hacia él y estampar nuestras bocas. Quería volver a sentir lo que había sentido en la mañana, sin embargo, me detuve. No volvería a caer en su jueguecito, otra vez no. Sin pensarlo dos veces levanté mi rodilla proporcionándole un golpe en sus partes nobles. Inmediatamente la cara de Adam se deformo en una mueca de dolor mientras se alejaba de mí dando saltos. Ahora era yo quien mantenía una expresión victoriosa en mi rostro mientas veía como se llevaba las manos hacia la zona golpeaba y maldecía entre dientes.

Así  aprenderás a no jugar con las mujeres, idiota prepotente.

— ¡¿Acaso estás loca?!—Ladró, su rostro blanco se había coloreado de rojo.
Puse ambos brazos en jarra sobre mis caderas y me incliné un poco hacia él.

—Te dije que estabas invadiendo mi espacio.

— ¡Demente!

Grito a viva voz y yo sonreí.

—Tranquilo, eso ayudará a que aumente el tamaño—Señalé con mi dedo índice hacia el lugar que el pelinegro intentaba cubrir—Bien que te hace falta.

Adam maldijo por lo bajo mientras me lanzaba una mirada fulminante.

— ¡Héctor!—Volvió a gritar, obligándome a poner los ojos en blanco.

Ya me estaba dando dolor de cabeza tantos chillidos.

El tal Héctor abrió la puerta como un rayo, miró el rostro de Adam, seguido de eso posó su vista en mí y frunció en seño. Apostaría un millón de dólares—Millón que obviamente no tenía—A que en aquel momento su cabeza solo trataba de entender qué demonios estaba pasando.

Tan Solo Una Mirada ( Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora