capítulo# 8.1

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Adam

Asco, repulsión…., desprecio.

Cada extremidad de mi cuerpo: vértebra, órgano, cavidad. Cada pequeño centímetro de mi ser lo despreciaba. Despreciaba a aquel que nunca me dedicó un abrazo sincero. Aquel que nunca curó mis heridas. Aquel al que estuve a punto de matar con mis propias manos desnudas. Aquel que se hacía llamar mi padre.

— ¿No te alegras de verme, hijito?

Preguntó con los brazos extendidos y una sonrisa ladina en el rostro. El calor inundó mis venas, mi corazón galopaba salvajemente sobre mi pecho. Como respuesta solo pude cerrar mis puños hasta que mis nudillos se pusieron completamente blancos. Él, desvió la vista hasta mis manos, amplio su sonrisa y dejo caer los brazos en un gesto de derrota fingida.

—Parece que no.

—Veo que ya te encuentras bien—Sisee entre dientes aun con la rabia destilando por entre mis poros—Mejor que bien, diría yo.

—Oh, sí. El médico dijo que fue un verdadero milagro que me hubiera recuperado tan pronto. No veía la hora de poder salir de aquella maldita silla de ruedas. Pero ya lo vez, estoy completamente bien—La sonrisa de lobo hambriento nunca abandonó su rostro— ¿Qué alegría, verdad?  Parece que dios realmente existe después de todo.

—Si existiera ya estarías bajo seis pies de tierra desde hace mucho tiempo.

Sus cejas pobladas se levantaron y una sombra de burla danzo sobre su rostro.
—Cuidado, Adam—Advirtió con recelo—Quien nos viera pensaría que ambos nos odiamos.

Reí sin gracia.

— ¿No es así?

— ¡Pues claro que no! ¡Que locas ideas tienes hijo mío!—Desvió la vista hasta Anna quien se había pasado la mayor parte del tiempo moviendo la cabeza de un lado a otro en busca de respuestas—Perdona a mi hijo, el… suele contar chistes de muy mal gusto a veces.

La  castaña estuvo a punto de abrir sus labios, pero, no la dejé pronunciar palabra.

No dejaría que mi padre siquiera escuchara su voz.

—Espérame en el coche—No era una sugerencia, ella lo notó. Sus hermosos ojos cafés se dilataron, su pecho subió y bajo y sus labios, carnosos aquellos que minutos antes me había concentrado en  devorar fueron lamidos con suavidad.

Espere que refutara como siempre había estado acostumbrada a hacer, sin embargo, mi novia falsa solo dio un asentimiento leve de cabeza hasta mi padre y se marchó, desapareciendo por entre las puertas de cristal, las luces y la música.

Bien, un problema menos. Solo quedaba…

—Es una preciosidad—El nudo en mi estómago empeoro—cuando termines con ella podrías prestármela un rato, ¿Qué crees hijo?

Mi mandíbula tan tensa que podía escuchar el propio rechinar de mis dientes.

—Vete. Al. Puto. Carajo. Davies.

—Por si lo has olvidado sigo siendo tu padre, Adam. Cuida tus palabras, o lo lamentaras—Una advertencia, clara, letal, silenciosa.

—Ese título te queda demasiado grande.

—Yo no opino lo mismo.

—Lo que opines o no me trae sin cuidado—Brame, sintiendo como la ira congelada fluía en torrencial por mis venas.

Con desinterés limpió una mota inexistente de su inmaculado traje negro. Dio dos pasos hacia adelante y con voz clara y firme dijo:

—No sé qué estés tramando y sinceramente no me interesa en lo absoluto. Tampoco me importa a quien te folles o no en mi jardín, o si terminas si quiera tu universidad. Eso me trae sin cuidado, pero por desgracia soy tu padre así que te voy a hacer una bonita advertencia. —Pauso y todo atisbo de burla en su rostro desapareció—Aléjate de mi empresa y de mi dinero. La última vez solo te eche de la casa, pero si sigues interfiriendo no seré tan benevolente. Olvidaré que eres mi hijo y …

Tan Solo Una Mirada ( Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora