capítulo #9

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Capítulo 9

Anna

No sé cuánto tiempo llevaba mirando fijamente a Adam. Él dormía mientras uno de sus brazos rodeaba mi cintura. Mechones rebeldes cubrían todo su rostro, acerqué mi mano con suavidad y los desplacé para observar mejor sus ojos cerrados, sus largas pestañas descargadas sobre sus párpados, sus labios rosados se unían formando una delgada línea. Mantenía una respiración a un ritmo lento, se le veía tan lindo al dormir…

Mordí mi labio inferior al sentir el calor que desprendía todo su cuerpo y algo inesperado pasó: los mismos labios que captaron toda mi atención se curvaron dejando ver una amplia y clara sonrisa.

—¿En qué estabas pensando, pequeña pervertida? —acercó su cuerpo al mío de un solo tirón.

—En nada —negué, mientras sacudí la cabeza. ¿Acaso estaba despierto?

—Llevas mucho tiempo mirándome, dudo que no hubiera ningún pensamiento subido de tono flotando en tu cabecita —. Mi cara se puso al rojo vivo, el sólo sonreía.

—Te ves preciosa en las mañanas, ¿sabias? —susurró cerca de mi oído.

—Lo sé, me lo dicen a menudo —me encogí de hombros. Adam bufó y pegó nuestros rostros.

—Pero a partir de ahora sólo yo te veré despertar.

En un rápido movimiento, el pelinegro se levantó de la cama y las sabanas que lo cubrían cayeron al suelo. Tapé mis ojos y otra vez sentí mi rostro caliente.

Genial, 2 veces en un mismo día

Adam sólo reía y entraba al baño. Escuché el sonido del agua cayendo en la ducha y solté un suspiro. Escenas de la noche anterior venían a mi cabeza, aún no podía creer que ya no era virgen. Me había entregado a él pero, ¿había sido lo correcto?

Una y otra vez ese pensamiento revoloteaba en mi cabeza mientras me miraba en uno de los espejos de la habitación, intentando cubrir la mayor parte de mi cuerpo. Pero era casi imposible, la camisa de Adam dejaba a la vista demasiado. Abrí uno de los cajones en busca de algo menos "revelador". Agarré una camisa blanca con algunas franjas, cuando de uno de los bolsillos cayó un pequeño papel blanco.

Me agaché para recogerlo y desdoblarlo, pero era un tanto extraño: había algunos números anotados, 27... 10/12, letras A, sección C, y una dirección la cuál reconocí como la del café cercano a mi casa. ¿Por qué tendía esto? Quizás eran números de lotería, o tal vez sea algo como... bueno.

Pues joder, no sé... ni puta idea

Suspiré y bajé las escaleras rumbo a la cocina, donde el olor y el cocinero hacían que la boca se me haga agua. La cocina estaba perfectamente organizada, tenía un estilo moderno pero acogedor. Tomé asiento en una de las sillas giratorias, sin poder evitar dar pequeñas ojeadas al pelinegro.

Estaba volteado dejando una vista exquisita de su hermosa espalda cubierta por músculos, unos jeans azules y un delantal con un… ¿cerdito? sin poder evitarlo una risa salió de mi boca, Adam volteó y frunció el ceño.

—¿Un cerdito? ¿enserio? —señalé su delantal.

—Sí, lo sé. ¿A que es sexy? —. Agarró un plato y lo colocó frente a mí.

—En mi opinión ustedes se parecen —comenté entre risas.

—Nuestro único parecido es que ambos somos igual de sexys.

—Rodé los ojos y me concentré en el manjar frente a mí: ricas tostadas, huevos, tocino, frutillas y jugo de manzana.

—Vaya, no sabía que cocinabas tan bien —comenté, mientras agarré una tostada. Todo se veía estupendo, estaba sorprendida.

Tan Solo Una Mirada ( Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora