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Yeong

Al cabo de unos minutos, con todos los ingredientes en la encimera, encendí el fuego y empecé a preparar unas tortitas. Mientras estas se hacían en la sartén, coloqué los platos y los vasos en la mesa central.

Poco tiempo después, me pareció oír la puerta del baño. No fueron imaginaciones mías, pues los pasos desnudos de Jungkook se aproximaron hasta que pude escucharlos nítidamente.

Le di la vuelta a la masa, dejando que se hiciera más consistente a una intensidad no muy alta.

—¿Estás haciendo el desayuno? —dijo, moviendo algún que otro cubierto.

—Sí. ¿Quieres café o leche? —de pronto, dejó de toquetear los utensilios.

—Si es leche de plátano, está bien —aceptó.

Noté cómo pasaba tras de mí. Se detuvo en mi espalda y yo, en un intento por mirarle, ladeé la cabeza. Solo vi su perfil, pero pude comprobar que se había vestido. Llevaba una camiseta grande de un color claro, cercano al marrón.

El dulce y fresco olor que traía tras la ducha inundó mis fosas nasales.

—Vale, aunque no queda mucha —comenté, moviendo la espátula para marear la tortita en la sartén. Él llevó un mechón rebelde hasta mi oreja—. ¿Te has calmado ya? —quise averiguar.

No obstante, el tibio roce de sus labios en mi lóbulo me dio la respuesta a esa pregunta.

—Me lo estás poniendo muy difícil —explicó al tiempo que besaba mi oreja y me acorralaba contra su pecho, poniendo sendas manos en la encimera—. Con el pelo recogido estás preciosa, noona ... —musitó, pegado a mi oído.

¿Calmarse? Ni siquiera el agua fría le había quitado la calentura.

—¿Quieres que se me quemen las tortitas? —esa queja fue válida hasta que sus labios recorrieron mi nuca y sonreí como una estúpida.

Pasó sus brazos y atrapó mi abdomen en un bonito abrazo que pronto se truncó. Sentir su dureza contra mi trasero no me ayudó en absoluto a seguir cocinando porque la excusa que le diera no sería sincera.

Sin pronunciarse, presionó el botón de la placa de inducción, apagando el fuego y echando más leña a ese roce. La loción que rociaba por su cabello después de ducharse canalizó brevemente aquella necesidad de tocarle.

—¿Ves? —se regodeó—. Ya no hay problema —remató, orgulloso de su inteligente movimiento.

—Jungkook ... —solté la espátula y me agarré del borde.

Sus besos se volvieron más húmedos, descendiendo por mi cuello. Me ponía demasiado sensible que utilizase la lengua en esa zona tan específica.

—¿No te apetece?

¿Era eso posible?

—Claro que me apetece, pero hemos acabado con todos los preservativos —rescaté aquel dato para él.

—¿Qué farmacia cierra a las ocho y media de la tarde? —dijo, indignado.

Para nuestra mala suerte, cuando llegamos a la farmacia más cercana, al salir de casa de Taehyung, descubrimos que estaba cerrada. Algo inusual, desde luego. Jungkook quiso ir a otra un poco más alejada de su barrio y entonces comenzó a llover. Así pues, no nos quedó más remedio que regresar antes de que las calles se inundaran nuevamente.

Y en su piso, tal y como lo predijo, terminamos con las reservas de condones que restaban en su cajón.

—No lo sé —entrecerré los ojos, alzando el brazo con la intención de revolver su pelo para captar algo más de ese agradable perfume—. Puedo vestirme y bajar al ...

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora