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Yeong

Una hora después, después de despedirnos de Jimin y dejar en casa a Tae, llegamos al apartamento de Jungkook. Con Yuna medio dormida en mis brazos, crucé el umbral y aguardé a que Jungkook se acercara a nosotras, cautivado por lo tierna que se veía la perrita.

—Deberíamos dejar que descanse —sugirió mientras acariciaba su lomo—. Puedo prepararle una cama con algunos cojines. ¿Crees que bastará? —tras verme asentir, la tomó en su regazo y ella bostezó, relamiéndose—. Mañana iremos a comprarte una camita, ¿de acuerdo? —besó su cabecita y un acto tan inocente como ese me conmovió más que ningún otro—. Hyung me dejó algo de pienso y tenemos leche para sus biberones, pero también haría falta que te llevases comida más sólida para ella.

La trasladó al salón, donde comenzó a agarrar los cojines del sofá.

—Voy a cambiarme —le hice saber—. Vuelvo en un ...

—Yo me encargo de Yuna, así que no tengas prisa —me invitó a ir con calma al tiempo que sonreía.

Observé durante unos segundos cómo cogía los almohadones necesarios y acunaba suavemente a la cachorrita, que no aguantaría despierta mucho más.

—No tardo —le aseguré y fui hacia su habitación.

Ya en su cuarto, encendí las luces y bajé las persianas. Escuchaba canturrear a Jungkook desde la otra punta de la casa y hablarle a Yuna acerca de diferentes cosas, por lo que no pude evitar sonreír mientras abría el armario y escogía una de sus camiseta negras.

Estaba absorta en el ligero ronroneo de su voz y, por ello, me costó identificar la vibración de mi móvil, aún guardado en el bolso.

Solo había quitado un par de botones de mi top negro y mi oído captó aquel rumor. Rápidamente, me acerqué a la cama y rebusqué en mi bolso hasta dar con el aparato que dejé en silencio durante la cena.

Al leer el nombre de Jae en la pantalla iluminada, me asustó la posibilidad de que hubiera intentado contactar conmigo más veces antes y que no le hubiese contestado por una negligencia que yo mismo había elegido. Si hubiera sucedido así, solo recibiría gritos y amenazas de su parte.

Pensar en su enfado consiguió que temblara de pies a cabeza incluso antes de descolgar.

—¿Jae? —pregunté, dudosa de la clase de improperio que soltaría él.

Su silencio me heló los huesos.

Ah, nena —se pronunció—. Es agradable escucharte hablar ...

Yo tragué saliva, nerviosa por la tranquilidad con la que hablaba.

—¿Ocurre algo? ¿Está todo bien allí? —inquirí.

De pronto, me percaté de que estaba arrugando la camiseta de Jungkook a raíz de la tensión que me había golpeado. Relajé los dedos, soltando un poco la tela, y me concentré en escuchar con atención lo que JaeHo tenía que decir.

Todo está genial —percibí el efecto del alcohol en sus palabras—. Prometí que te llamaría hoy y eso estoy haciendo —explicó, más risueño.

Cuando hablaba en ese tono, ensartaba un arma puntiaguda en mi pecho. Mi corazón latía, desbocado, lleno de rabia e impotencia. ¿Por qué estaba actuando con tanta normalidad? ¿Por qué se dirigía a mí como si fuésemos una pareja real?

Mordí mi labio inferior, cayendo de nuevo en esa maldita afición de la que no lograba deshacerme.

—Ya —hice una breve pausa—. ¿Has bebido?

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora