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Yeong

Ese viernes, una semana después de todo lo ocurrido a las puertas de nuestra universidad, Jungkook y Tae se las arreglaron para convencerme e ir a la casa del segundo a pasar la tarde.

Los preparativos para la exposición estaban listos, no quedaba nada suelto y Jae parecía contento con el trabajo de Taehyung. Yo le ayudé en todo lo que pude, esperando que así se sintiera algo más seguro de sus habilidades. Independientemente del trasfondo sentimental, tenía que mantenerse firme delante de los invitados. Su profesionalidad sería crucial durante la velada. Al fin y al cabo, él iría allí como organizador del evento y como autor de las obras expuestas. Debía parecer sereno y confiado. Seguro de sí mismo y de lo mucho que valían sus pinturas.

Los nervios nos estaban ganando la partida esa mañana y por eso Jungkook propuso pasar el resto del día en casa de Tae, viendo alguna película o jugando a algún videojuego que pudiera distraernos un poco.

Su propuesta era buena, pero él también se encontraba histérico por lo que podría suceder. Y, a pesar de ello, se encargó de que lo pasaramos bien durante un largo rato.

Miré la hora en la pantalla de mi móvil, comprobando que no eran las ocho todavía. Algo más relajada tras asegurarme de que no era tarde, volví a centrarme en los gritos que se lanzaban entre ellos, expectantes por ver quién ganaría la partida.

Yo había ganado antes, así que me enfrentaría al vencedor de esa ronda. De esa forma tuve la suerte de admirar lo bien que lo pasaban, como los buenos amigos que eran. Y por unos minutos, perdida en la felicidad que desprendían, no pensé en nada y sonreí.

Era un alivio tenerlos ahí.

Nunca podría haber deseado mejor compañía que la de Tae y Jungkook. Por eso, por aquellas risas despreocupadas, por aquellas tardes, me permití el lujo de imaginar un futuro en el que los tres siguiéramos tan unidos.

—¡Me has empujado! ¡Me tiraste antes de que pudiera apuntar bien, Tae! —berreó Jungkook, dejando el mando a su lado, en el suelo—. No es justo. Sigues siendo el mismo tramposo de siempre.

—¿Pero qué dices? Yo estaba más cerca y lo tenía a tiro —se defendió mi amigo, sonriendo bien orgulloso de su hazaña—. El que sigue siendo el mismo perdedor de siempre eres tú, Jungkookie —se burló, risueño, y entonces giró la cabeza para toparse con mi atenta mirada—. ¿A que sí, Yeong? Estaba claro que yo me llevaría los puntos.

Entre la espada y la pared, opté por callarme y escoger bien las palabras que diría. No obstante, las quejas de Jungkook se multiplicaron de golpe y no pude pensar con claridad.

Él se puso en pie, maldiciendo al mayor por su escurridiza forma de jugar. Abandonó su lugar al lado de Tae y se encaminó hacia mi ubicación.

El puchero en sus labios me cortó la respiración por un instante.

¿Era legal ser tan adorable?

Jungkook se abalanzó sobre mí, haciendo que cayera contra el respaldo del sofá. Mis ojos se abrieron ampliamente, conscientes de que Jeon Jungkook se había enganchado a mi cuerpo como si fuera un koala.

No sabía qué hacer, cómo reaccionar, pero no tuve que pensar mucho en ello, pues él se las arregló para aferrarse a mí en aquel torpe abrazo, buscando algo de consuelo.

—Lo has visto, ¿verdad? —inquirió, enfurruñado—. Me tiró por el precipicio cuando solo quedaba un enemigo; prefirió matar a su aliado por unos míseros puntos. Es un abusón.

La infantilidad en el tono de su voz me destrozó de un plumazo y sentí cómo era él quien me arrojaba a una muerte similar a la que estaba relatando.

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora