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Yeong

La bolera era infinita. O eso pensé al cruzar la entrada de la mano de Jungkook.

Nunca había estado en una ni, mucho menos, imaginé que sería así de grande. Mientras él me hablaba sobre su afición, entendí que mi mundo era demasiado pequeño. Algo tan simple como ir a jugar a los bolos con tus amigos ... No se me pasó por la cabeza en ningún momento, ni siquiera cuando todavía no conocía a Jae. Y todo fue porque me encerré en mí misma, privándome de miles de experiencias completamente normales para cualquier chica de mi edad.

Me esforcé por dejar de darle vueltas a esa sensación y observé cómo Jungkook charlaba cordialmente con el dueño del lugar, que le cedió dos pares de zapatos después de preguntarnos a ambos nuestros números. A continuación, nos señaló la última pista, aún vacía.

Aunque no había mucha gente a esa hora, varias familias y grupos de amigos jugaban entre risas.

Al llegar al carril que se nos había asignado, Jungkook empezó a explicarme cómo funcionaba. Estaba tan contento que de sus ojos saltaban chispas. Más que prestarle atención a sus palabras, me encontré perdida en esa ilusión con la que me hablaba acerca de aquel deporte.

Al cabo de unos minutos y de habernos cambiado el calzado, Jungkook lanzó para enseñarme cuál era la mejor manera de acercarse a la pista.

—Entonces ... —agarré una bola morada, dispuesta a tirar por primera vez—. ¿Dices que son estos dedos? —le mostré la posición de estos.

—Sí —asintió, colocándome bien el resto—. El meñique y el índice se apoyan en la bola para aumentar la sujeción, ¿lo ves?

Eché un vistazo a la posición de mi mano y decidí probar a pesar de que la inexperiencia llamaba a mi puerta. No quería hacer el ridículo, por lo que me aseguré de seguir sus instrucciones y tomar un buen ritmo al dirigirme hacia el carril.

Puede que el tiro no fuese perfecto, pero la trayectoria no pudo ser mejor, pues derribó todos los bolos de un solo golpe.

Incrédula, me giré hacia Jungkook, que contemplaba mi pleno boquiabierto.

—¿Lo he hecho bien? —fue lo único que acerté a decir.

Con el ceño fruncido, eligió una bola. Comprendí rápidamente que aquello se había transformado en un reto para él.

—¿Vas a hacer que me ponga serio desde el principio, noona? —entrecerró los ojos y fingió que crujía su cuello.

Su reacción me hizo reír a carcajadas.

A partir de ese momento, su competitividad se convirtió en la gran protagonista de la tarde. No estaba muy segura de cómo lo hacía; yo solo tiraba la pesada bola con fuerza e intentaba que no se torciera antes de llegar al final. Tenía la suerte de mi parte, desde luego, porque mi marcador no hacía más que subir como la espuma.

Jungkook, durante la primera ronda, achacó su mala puntería a la falta de práctica y, con su orgullo por bandera, enfiló todos y cada uno de sus tiros pensando en la victoria.

Para su alegría, el cansancio empezó a hacer mella en mí. Al llegar a los últimos turnos, mis lanzamientos se vieron resentidos. Para entonces, Jungkook ya había recordado cómo lanzar y tumbar los bolos al primer intento.

Fueron varias horas de tensión hasta que, tras mi tiro final, el marcador le otorgó la cifra más alta a Jungkook. La diferencia estuvo muy reñida y apenas quedaron tres puntos entre él y yo. Aunque hubiese caído en combate, no tenía por qué bajar la cabeza. Siendo primeriza, incluso Jungkook parecía asombrado de que fuese tan hábil.

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora