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Yeong

—Yeong-ssi, el señor Lee está aquí.

—Que pase —dije en alto.

Aclaré mi garganta después de hablar y me levanté del tocador, deseando con todo mi corazón que Lee Dongwook hubiera puesto su firma en los papeles pertinentes, tal y como JaeHo había buscado esa primera mitad del año. Si hubieran cerrado sus tratos durante la reunión previa, sería mucho más desestresante y fácil para mí aguantar la noche sin perder los nervios.

No sabía si las intenciones de ese hombre habrían cambiado o si me vería en la tesitura de subir a la cama para cumplir sus demandas de nuevo, así que estaba tensa. Él también lo vio al pasar el umbral y descubrirme allí, de pie y cruzada de brazos.

—Buenas noches —saludó primero.

—Buenas noches —moví ligeramente la cabeza.

El personal del hotel cerró la puerta. Ya solos, el crudo silencio de mi habitación hizo que se guardara las manos en los bolsillos. El ambiente era frío a pesar de las altas temperaturas que rondaban la ciudad durante esa época.

—¿Cómo se encuentra? —preguntó él.

Me miró a los ojos, como si no tuviera nada de lo que avergonzarse.

—Muy bien —le ofrecí una corta y forzada sonrisa—. Gracias por preguntar. ¿Y usted? —analicé el suelo durante un par de segundos—. ¿Ya ha llegado a un acuerdo con el señor Choi?

—Sí. Todo está arreglado —me comunicó, pausado.

—Me alegro —mi brevedad era alarmante.

No quería pasar tiempo con él. Estaba más nerviosa de lo que pretendía, pero me era inevitable. Las escenas de aquella noche me nublaban la vista, pues no se trataba únicamente de cómo me trató Lee Dongwook, sino de la llegada de Jungkook, de todo lo que sucedió a raíz de esa situación, incluyendo la paliza que me llevé cuando Jae se enteró de que su futuro socio no había caído en la trampa.

Que hubieran solventado sus diferencias en el ámbito de los negocios era todo lo que necesitaba para respirar con algo más de soltura. Ya no tenía la presión de convencerle sobre un tema del que conocía apenas un par de datos.

—Yeong-ssi —me devolvió a la realidad y no tuve más remedio que contemplar su semblante de arrepentimiento—, ¿la incomodo?

—¿De verdad tengo que responder a esa pregunta, Dongwook-ssi? —se lo lancé como una jabalina, directa a matar.

Comprendió al instante que me encontraba a la defensiva, y no era para menos.

Bajó un poco la barbilla, meditando. Llevaba una barba más notable que la última vez que nos vimos. Debían haber pasado un par de semanas desde que se la afeitó. A decir verdad, parecía incluso más cansado que en la exposición, más mayor, a punto de colapsar, pero esa apreciación no me hizo más indulgente con él.

No me moví ni un ápice cuando se disculpó.

—Discúlpeme.

—¿Disculparle por qué, exactamente? —espeté, rígida.

—Por nuestro primer encuentro —escuché cómo tragaba saliva, gesto acompañado de la subida de su manzana de Adán—. No debí tocarla sabiendo lo que la obligan a hacer en este sitio.

Usted también me obligó. No lo olvide.

Relajé la postura, aceptando que no había venido con los mismos objetivos que en aquel entonces. En lugar de mantener mis brazos cruzados contra el pecho a modo de escudo, los aparté para tomar mis manos desnudas. La ausencia del anillo no me daba fuerza alguna, pero debía sacarla si pretendía sobrevivir a aquella charla y salir victoriosa.

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora